El episodio del rector de Salamanca deber¨ªa provocar un cambio en el sistema
Los fundadores de Retraction Watch, una organizaci¨®n especializada en fraudes cient¨ªficos, piden eliminar los incentivos para hacer trampas
Desde la lejan¨ªa, la toma de posesi¨®n de Juan Manuel Corchado como rector de la Universidad de Salamanca a principios de este a?o probablemente parec¨ªa un broche de oro natural y bien merecido a la carrera de este destacado acad¨¦mico. Al fin y al cabo, Corchado, un cient¨ªfico inform¨¢tico muy prol¨ªfico, es uno de los investigadores m¨¢s citados de Espa?a, lo que demuestra la alta consideraci¨®n de que goza su trabajo entre sus compa?eros.
Pero, como viene informando EL PA?S desde hace meses, la impresionante reputaci¨®n de Corchado como acad¨¦mico podr¨ªa ser inmerecida. Muchas de sus citas proceden de sus propios trabajos, y trabajos poco s¨®lidos, adem¨¢s: breves presentaciones de conferencias que Corchado sub¨ªa a su p¨¢gina web y luego referenciaba, como fuimos los primeros en se?alar en 2022. El caso ha llamado ahora la atenci¨®n del Comit¨¦ Espa?ol de ?tica de la Investigaci¨®n, que ha instado a la Universidad de Salamanca a ejercer ¡°sus potestades de inspecci¨®n y sanci¨®n¡± ante ¡°las presuntas malas pr¨¢cticas¡± de Corchado.
?Por qu¨¦ ayudaban esas malas pr¨¢cticas a Corchado y a su universidad? Porque gran parte de los criterios de los diferentes rankings ¡ªfactores que ayudan a determinar la financiaci¨®n procedente de los organismos gubernamentales, as¨ª como a competir por las matr¨ªculas de estudiantes¡ª se basan en las citas, que son especialmente f¨¢ciles de manipular. En otras palabras, cuanto mejor parecen los cient¨ªficos sobre el papel, mejor impresi¨®n se tiene de sus instituciones.
El caso de Corchado no es m¨¢s que un ejemplo sonado de lo que la obsesi¨®n por las mediciones ha provocado. En Vietnam, los investigadores no paran de hablar de un sistema de clasificaci¨®n que acaba de darse a conocer, pero los medios de comunicaci¨®n lo consideran ¡°ca¨®tico¡± y lleno de errores. La semana pasada, The Economist publicaba un art¨ªculo adulador sobre la ciencia en China. ¡°China se ha convertido en una superpotencia cient¨ªfica¡±, declaraba la revista, y ¡°encabeza el ¨ªndice de Nature, creado por la editorial del mismo nombre, que contabiliza las contribuciones a art¨ªculos que aparecen en un conjunto de prestigiosas publicaciones¡±.
Lo que The Economist omit¨ªa ¡ªpero que, sin embargo, ya hab¨ªa se?alado antes¡ª es que China es responsable de bastante m¨¢s de la mitad de los m¨¢s de 50.000 estudios retractados en el mundo, una dudosa distinci¨®n que puede atribuirse directamente a la rigurosa atenci¨®n que el pa¨ªs presta a las mediciones. Hasta que estas pr¨¢cticas se prohibieron oficialmente en 2020, los investigadores chinos recib¨ªan cuantiosas primas en met¨¢lico por publicar art¨ªculos en revistas incluidas en el ¨ªndice de Nature, y el profesorado cl¨ªnico de las facultades de medicina ¡ªcuyo trabajo no implica investigaci¨®n¡ª estaba obligado a publicar art¨ªculos para ganarse el puesto y ascender, a pesar de carecer de formaci¨®n para ello.
Esos incentivos eran, en esencia, invitaciones directas a cometer fraude, como ha demostrado una reciente encuesta a investigadores en China. ?De qu¨¦ otra forma se supon¨ªa que los acad¨¦micos iban a impulsar sus carreras si no era aumentando su producci¨®n, creando c¨ªrculos de citas o incluso acudiendo a f¨¢bricas de estudios fraudulentos?
Aunque resulta f¨¢cil culpar al Gobierno chino de la carrera armament¨ªstica de las citas, las universidades no han hecho nada para impedirla y, en muchos casos, incluso han fomentado que el sistema funcione exactamente como lo hace. En India, por ejemplo, una facultad de odontolog¨ªa ide¨® lo que un detractor denomin¨® ¡°plan repugnante¡± de autocitas para auparse a lo m¨¢s alto de la clasificaci¨®n en su especialidad. En Arabia Saud¨ª, algunas universidades contrataron a destacados matem¨¢ticos como profesores honorarios para que las citas de estos contaran en la clasificaci¨®n de sus instituciones.
Lo que nos lleva de nuevo a Corchado. No est¨¢ claro por qu¨¦ se cit¨® tanto a s¨ª mismo, porque nunca respondi¨® a nuestras peticiones de comentarios hace dos a?os, salvo para decir que se hab¨ªa roto un brazo y tardar¨ªa en contestar. Pero, en aquel momento, Alberto Mart¨ªn Mart¨ªn, experto en bibliometr¨ªa de la Universidad de Granada, se?al¨® que Espa?a todav¨ªa se fija mucho en el factor de impacto de las publicaciones para evaluar la producci¨®n de sus investigadores, incluso m¨¢s que en otros pa¨ªses.
En cierto modo, la opini¨®n p¨²blica deber¨ªa agradecer a Corchado que haya hecho saltar las alarmas en EL PA?S y en el Comit¨¦ Espa?ol de ?tica de la Investigaci¨®n. El que siga o no siga siendo rector de la Universidad de Salamanca es menos importante que el hecho de que este episodio provoque un cambio real en Espa?a y en el resto del mundo. Hay movimientos en marcha, entre ellos la Declaraci¨®n sobre la Evaluaci¨®n de la Investigaci¨®n (DORA, por sus siglas en ingl¨¦s) y el Manifiesto de Leiden, para fomentar un alejamiento de las citas y otras mediciones y avanzar hacia estrategias que recompensen el tipo de cultura de la investigaci¨®n que queremos y necesitamos.
Las universidades y los gobiernos tienen la oportunidad de reformar sus estrategias de evaluaci¨®n antes de que las cosas empeoren a¨²n m¨¢s. Pueden sustituirlas por la forma de siempre de evaluar el trabajo de los investigadores: ley¨¦ndolo.
Adam Marcus e Ivan Oransky son los fundadores de Retraction Watch, una organizaci¨®n estadounidense especializada en fraudes cient¨ªficos.
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