La naturaleza puede sobrevivir sin nuestra vida, pero nuestra vida no puede darse sin ella
Lo del cambio clim¨¢tico no es broma. Lo estamos sufriendo. Para combatirlo se necesita un entendimiento profundo que nos relacione con nuestro entorno natural
En la novela El colapso de la civilizaci¨®n occidental (The Collapse of Western Civilization), escrita a dos manos por Naomi Oreskes y Erik M. Conway, aparece un historiador chino del a?o 2393 que se dedica a estudiar los traumas del siglo XXI provocados por el cambio clim¨¢tico. La novela fue publicada en el 2014 y a¨²n no ha sido traducida al castellano.
En sus p¨¢ginas, adem¨¢s de presentarnos pandemias, hambrunas y muertes, queda reflejado lo parad¨®jico que resulta comprobar c¨®mo la mayor¨ªa de la gente, conocedora de la situaci¨®n, denuncia el origen del desastre y c¨®mo, con todo y con eso, el cambio clim¨¢tico no se detiene. La lectura de esta novela da que pensar. Porque lo del cambio clim¨¢tico no es broma. Se necesita un entendimiento profundo del tema, y con ello no nos referimos al conocimiento de datos enciclop¨¦dicos, sino a todo lo contrario, a lo que no se ve, a lo que siente, al latido interno que nos mantiene con vida y ¡ªlo m¨¢s importante¡ª que nos relaciona con nuestro entorno natural.
Al igual que hace el historiador chino de la novela de Oreskes y Conway, vamos a llegar hasta principios del siglo XVI, cuando Leonardo da Vinci descubre los remolinos de la sangre en las venas, semejantes al flujo de las aguas de los r¨ªos que hoy circulan por nuestro planeta cada vez con menos caudal, pues est¨¢n absorbiendo buena parte del calentamiento global. Son r¨ªos an¨¦micos para un planeta enfermo. El escenario no es muy esperanzador que digamos, pero todav¨ªa estamos a tiempo de dar el primer paso, de marcar el l¨ªmite dejando de hacer tantas concesiones a la necesidad; sobre todo si la necesidad es tecnol¨®gica. Enumeremos:
La acumulaci¨®n de residuos provocada por nuestro propio ego¨ªsmo a la hora de manejar el ¨²ltimo modelo de cacharrito, arrinconando el modelo anterior aunque siga funcionando; la man¨ªa de coger el coche para ir a la vuelta de la esquina a comprar tabaco; utilizar electrodom¨¦sticos para secar la ropa, malgastar el agua, en fin, esas cosas que parecen bobadas, pero que, si nos paramos a pensar, enferman el planeta hasta reducirlo a un cementerio.
Volvamos a Leonardo da Vinci, quien con su pensamiento sist¨¦mico comprendi¨® el mundo y nos dio a entender que sin la naturaleza es imposible sobrevivir. Dicho de igual manera: la naturaleza puede sobrevivir sin nuestra vida, pero nuestra vida no puede darse sin ella. Para Leonardo da Vinci la naturaleza era un todo, una red de elementos que interact¨²an unos con otros y donde el ser humano es un elemento m¨¢s.
La conexi¨®n entre las distintas partes de ese todo da lugar a una disposici¨®n adecuada, a una armon¨ªa elemental de la que participamos como seres humanos. Si no comprendemos esto, no comprendemos la vida y tampoco su latido, y nos suceder¨¢ lo que sucedi¨® con la mayor¨ªa de la gente en The Collapse of Western Civilization, que aunque consciente de la situaci¨®n, no pudo detener el cambio clim¨¢tico.
Hay otro t¨ªtulo de Naomi Oreskes y Erik M. Conway que s¨ª tiene traducci¨®n al castellano. Se trata de un ensayo titulado Mercaderes de la duda (Capit¨¢n Swing) donde se cuenta c¨®mo ciertos cient¨ªficos realizaron campa?as negacionistas durante cuatro d¨¦cadas negando el calentamiento global; rincones oscuros sobre los que algunos medios de comunicaci¨®n no han querido proyectar su luz y que Naomi Oreskes y Erik M. Conway han denunciado con valent¨ªa en este libro revelador acerca de la red de malas intenciones que subyace bajo el espect¨¢culo de la realidad.
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