Los elefantes: inteligentes, emp¨¢ticos, fascinantes y cada vez m¨¢s amenazados
Los paquidermos, en la lista roja de especies amenazadas y en situaci¨®n cr¨ªtica en el caso de los de selva, son esenciales para la supervivencia de los ecosistemas, pero tambi¨¦n para la cultura humana
Pompeyo Magno organiz¨® en el a?o 55 antes de Cristo unos juegos como no se hab¨ªan visto nunca en Roma: elefantes salvajes contra cazadores getualianos, los mismos que los capturaban en ?frica. Sin embargo, como relata Marina Belozerskaya en La jirafa de los Medici (Gedisa), lo que ocurri¨® fue extraordinario: ante la nobleza de los animales, los espectadores romanos se pusieron del lado de los elefantes. Plinio, el mayor naturalista de la antig¨¹edad, cuenta que ¡°los elefantes de Pompeyo trataron de ganarse la compasi¨®n de la muchedumbre con gestos de s¨²plica¡±. El naturalista no solo cre¨ªa que eran tan inteligentes como los humanos, sino que eran capaces de entender su lengua.
¡°Los libros de los zo¨®logos latinos siempre arrancaban con esa historia¡±, explica el escritor Jos¨¦ Emilio Buruc¨²a, autor, junto a Nicol¨¢s Kwiatkowski, de Historia natural y m¨ªtica de los elefantes (Ampersand). ¡°Pensaban que entre los elefantes y seres humanos hab¨ªa una profunda empat¨ªa. Ah¨ª est¨¢ el n¨²cleo central de la idea que en Occidente existe del elefante¡±. Buruc¨²a recuerda que Plinio, en el libro VIII de la Historia Natural, ¡°aument¨® la simpat¨ªa hacia ellos porque sostiene que presentan muchos rasgos que les aproximan a la humanidad, emocionales e intelectuales¡±.
Como demuestra aquella vieja historia, los elefantes, el mayor mam¨ªfero terrestre, siempre han sido un animal diferente a todos los dem¨¢s, con una presencia acorde a su tama?o en la historia cultural. Adem¨¢s, sobre todo desde los estudios de Cynthia Moss en el parque Amboseli en Kenia desde los a?os setenta, se ha confirmado que muchos de aquellos mitos tienen una base de realidad: su inteligencia les permite lo que los et¨®logos llaman ¡°comprender relaciones de terceros¡± (saber qui¨¦n es la madre de otra cr¨ªa, por ejemplo), un rasgo que aparece solo en criaturas como delfines o grandes simios; su memoria les habilita para reconocer a cientos de individuos o recordar pozos de agua despu¨¦s de a?os; su estructura social matriarcal est¨¢ basada en la solidaridad. Por no hablar del incre¨ªble manejo de la trompa, una mezcla de nariz, mano, ojos y maquinaria.
¡°Saben a la perfecci¨®n qui¨¦nes son ellos mismos y qui¨¦nes son los dem¨¢s¡±, escribe el naturalista Carl Safina en Mentes maravillosas (Galaxia Gutenberg), uno de los libros m¨¢s influyentes de la etolog¨ªa contempor¨¢nea. ¡°Los elefantes establecen v¨ªnculos muy profundos que se desarrollan a lo largo del tiempo¡±. Son capaces de comunicarse entre ellos, no solo cuando est¨¢n cerca, sino tambi¨¦n a larga distancia utilizando las vibraciones en la tierra que desatan con sus enormes cuerpos (hasta seis toneladas en los machos y tres en las hembras). Los elefantes pueden vivir 70 a?os y acumulan y transmiten a los dem¨¢s toda esa sabidur¨ªa vital.
Sin embargo, la posibilidad de que estos seres extraordinarios desaparezcan como animales salvajes es cada vez m¨¢s real. La Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (UICN) anunci¨® en marzo que las dos poblaciones de elefantes africanos se hab¨ªan reducido de forma dr¨¢stica: la de los elefantes de bosque en m¨¢s del 86% en 30 a?os y la de los de la sabana en un 60% en 50 a?os. Los de bosque est¨¢n ¡°en peligro cr¨ªtico¡± y los de sabana en ¡°peligro¡±. Quedan 415.000 elefantes entre las dos poblaciones y otro medio mill¨®n en Asia. El elefante asi¨¢tico, m¨¢s peque?o y, a diferencia del africano, domesticable, tambi¨¦n est¨¢ considerado en ¡°peligro¡±. Los tres est¨¢n en la lista roja de especies amenazadas.
¡°Desgraciadamente, puedo imaginarme de forma demasiado clara un mundo sin elefantes, aunque no quiera hacerlo¡±, explica la doctora Vicki Fishlock, que trabaja desde 2011 en Amboseli en el equipo de Cynthia Moss. ¡°Los ecosistemas en los que viven los elefantes son importantes para todo tipo de especies, y para la limpieza del aire y el agua mucho m¨¢s all¨¢ de los lugares donde viven¡±. La fot¨®grafa espa?ola Lisette Pons, que lleva d¨¦cadas trabajando y retratando elefantes en Kenia, se?ala por su parte: ¡°Verlos es una experiencia que marca toda la vida¡±. Y luego agrega citando a la et¨®loga Joyce Poole, tambi¨¦n experta en paquidermos: ¡°Si los elefantes desaparecen, se producir¨¢ un silencio ensordecedor¡±.
Cruzarse con elefantes en libertad es una experiencia que, efectivamente, cambia la relaci¨®n con la naturaleza, ya sea tras ver a los machos solitarios, amenazantes y a la vez apacibles monta?as en movimiento, o a las manadas matriarcales, siempre pendientes de las cr¨ªas y del bienestar com¨²n. E incluso en los zoos contemplarlos es inagotable. El de Madrid alberga una peque?a manada de elefantes de Borneo que vinieron hace seis a?os del parque de Berl¨ªn. Tanto sus cuidadores como el director de biolog¨ªa, Agust¨ªn L¨®pez Goya, insisten en su inteligencia y empat¨ªa. ¡°Se ha estudiado su conciencia del duelo, su capacidad de autorreconocimiento y se sabe que si hay elefantes mayores en la manada bajan el ritmo de la marcha para que no se queden atr¨¢s¡±, se?ala L¨®pez Goya. ¡°Y desde el Arca de No¨¦ se habla de su paciencia y su sabidur¨ªa¡±.
La historia est¨¢ llena de elefantes famosos, como relatan los libros de Buruc¨²a o Belozerskaya, desde los circos romanos, los que An¨ªbal arrastr¨® a trav¨¦s de los Alpes o el pante¨®n de dioses hind¨² con Ganesha, el dios elefante. El gran pintor renacentista Rafael reflej¨® en 1516 en su dibujo de Hanno, el elefante del papa Le¨®n X, toda la fuerza y a la vez amabilidad de los paquidermos. Los humanos, con la domesticaci¨®n de los elefantes asi¨¢ticos, han explotado desde la antig¨¹edad la violencia que son capaces de desplegar si son provocados o se sienten amenazados. La investigadora valenciana Mar¨ªa Engracia Mu?oz-Santos, autora de Animales in harena. Los animales ex¨®ticos en los espect¨¢culos romanos (Confluencias), cree que ¡°Alejandro Magno fue el primero en tener contacto con elefantes en la guerra, en la primera batalla contra el rey Poro (326 a. C). Pero sabemos que conoc¨ªan a estos animales desde el 327, cuando el gobernante de Taxila le regal¨® unos cuantos. A partir de ah¨ª Alejandro los va incorporando a sus filas¡±. Y tambi¨¦n ocupan un lugar central en la cultura popular, desde Babar hasta Dumbo o Elmer.
Sin embargo, todo ese mundo cultural y animal puede desaparecer. Fiona Maisels, cient¨ªfica de la Wildlife Conservation Society (WCS) y profesora asociada de la Universidad de Stirling, que tambi¨¦n lleva d¨¦cadas trabajando con elefantes en ?frica (ahora en Gab¨®n), no es optimista sobre el futuro, sobre todo mirando el pasado: ¡°Antes del dominio de los humanos en la Tierra, hab¨ªa muchas especies de elefantes: solo en el Pleistoceno hab¨ªa unas 16. Todos hemos o¨ªdo hablar de los mamuts lanudos, de los mastodontes de Am¨¦rica. Hab¨ªa elefantes enanos en C¨®rcega y Chipre y mamuts enanos en Cerde?a y Creta. Ahora solo quedan tres especies. As¨ª que ya vivimos en un mundo con muchos menos elefantes salvajes que antes. El declive de los elefantes modernos se debe en su inmensa mayor¨ªa a las actividades humanas, como tambi¨¦n ocurri¨® en el pasado¡±.
La desaparici¨®n de los h¨¢bitats y la caza ilegal por el marfil han ido reduciendo cada vez m¨¢s sus poblaciones, hasta la alerta roja lanzada este a?o. ¡°El elefante es m¨¢s que un s¨ªmbolo¡±, explica Buruc¨²a. ¡°Si los humanos somos capaces de extinguir esa maravilla colosal ser¨ªa una se?al tr¨¢gica de que hemos alcanzado un punto de no retorno. Pensar en un mundo donde estemos los seres humanos y en el que no haya elefantes es desolador¡±. El novelista franc¨¦s Romain Gary gan¨® en 1956 el premio Goncourt con Las ra¨ªces del cielo, que llev¨® John Huston al cine. Muchos consideran que con esta novela naci¨® el sentimiento ecologista contempor¨¢neo. Su protagonista es Morel, un hombre que se dedica a proteger a los elefantes. Su filosof¨ªa reside en que ¡°la gente se siente tan sola y abandonada que necesita algo contundente. Los perros est¨¢n pasados de moda: el ser humano necesita elefantes. Su defensa es la ¨²nica causa digna de una civilizaci¨®n¡±.
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