Las divergencias en la forma de contabilizar las reducciones de emisiones ponen en peligro la lucha clim¨¢tica
Dos informes muestran que los gases de efecto invernadero doblar¨¢n en 2030 el l¨ªmite establecido para que no aumente la temperatura global 1,5 grados y una investigaci¨®n de ¡®The Washington Post¡¯ pone en duda la metodolog¨ªa de c¨¢lculo de muchos gobiernos
Pese a toda la avalancha de promesas lanzadas por muchos pa¨ªses durante los primeros d¨ªas de la cumbre del clima de Glasgow, la COP26, la realidad sigue siendo tozuda: las cuentas contin¨²an sin salir, y pueden ser incluso peor de lo que se piensa. La lucha clim¨¢tica depende en gran medida de los n¨²meros, pero estos cambian mucho seg¨²n el horizonte temporal que se ponga y, sobre todo, seg¨²n los c¨¢lculos de cada pa¨ªs.
Las cifras de referencia son las siguientes: el planeta es ya 1,1 grados m¨¢s c¨¢lido y el Acuerdo de Par¨ªs fij¨® como objetivo lograr que el calentamiento no superase un umbral fijado entre los 1,5 y los 2 grados. Para ello todos los pa¨ªses deben presentar planes de recorte de sus emisiones a corto y medio plazo. Sin embargo, un par de informes difundidos este martes en la cumbre del clima estiman que a finales de esta d¨¦cada las emisiones globales seguir¨¢n siendo el doble del l¨ªmite necesario para que el calentamiento no supere los 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales y apunta a que todos los compromisos presentados hasta la fecha llevar¨¢n a un incremento de entre 2,4 y 2,7 grados.
Si se mira al corto plazo, a lo que ocurrir¨¢ en 2030, la COP26 no servir¨¢ para lograr el cambio de rumbo radical que se necesita: las actualizaciones de los planes de recorte de gases de efecto invernadero para esta d¨¦cada solo logran reducir un 15% la brecha de las emisiones respecto a lo que hab¨ªa antes, seg¨²n el informe de Climate Action Tracker elaborado por un equipo de analistas que desentra?an los programas clim¨¢ticos de los pa¨ªses. A este an¨¢lisis se le suma otro similar de la Agencia del Medio Ambiente de la ONU (Pnuma) difundido tambi¨¦n este martes y que llega a la misma conclusi¨®n: ¡°Incluso considerando las recientes promesas actualizadas para 2030, las emisiones globales anuales de gases de efecto invernadero deber¨ªan reducirse aproximadamente a la mitad para 2030¡å para lograr una trayectoria coherente con la meta de los 1,5 grados.
Esto es lo que ocurre con los planes a corto plazo. Pero si se mira al largo plazo, la COP26 supondr¨ªa un paso enorme, porque unos 140 pa¨ªses ¡ªlo que supone el 90% de la econom¨ªa mundial¡ª se han comprometido a alcanzar las emisiones netas cero, lo que significa que solo se pueda emitir lo que sea posible capturar con sumideros, como los bosques o con herramientas tecnol¨®gicas que en estos momentos no est¨¢n disponibles.
As¨ª pues, hay una primera gran diferencia en los n¨²meros en funci¨®n de cu¨¢ndo se cuenten estas reducciones. Obviamente, siempre es m¨¢s f¨¢cil comprometerse a reducciones a largo plazo que incluir estos recortes ya en los planes para la pr¨®xima d¨¦cada que los gobiernos presentan ante la ONU. De hecho, los analistas de Climate Action Tracker califican de poco cre¨ªbles los compromisos de largo recorrido. Seg¨²n sus c¨¢lculos, solo en el caso de un peque?o grupo de pa¨ªses ¡ªresponsables del 6% de las emisiones globales¡ª las promesas para mediados de siglo son compatibles con los programas a corto plazo, esto es, para esta d¨¦cada.
A finales de la semana pasada, la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (AIE) lanz¨® un mensaje optimista al estimar que todas las promesas realizadas durante la cumbre y en los meses anteriores llevar¨ªan a un calentamiento de 1,8 grados. Pero la AIE solo se fijaba para hacer esa estimaci¨®n en las promesas de la mayor¨ªa de pa¨ªses del mundo para mediados de siglo, no en los planes concretos para esta d¨¦cada. El an¨¢lisis de Climate Action Tracker coincide en que ese ¡°escenario optimista¡± podr¨ªa llevar a ese calentamiento de 1,8 grados, que todav¨ªa estar¨ªa por encima de la meta m¨¢s ambiciosa del Acuerdo de Par¨ªs. La credibilidad de este escenario es muy baja, seg¨²n estos expertos. Bill Hare, el director ejecutivo del Climate Analytics y uno de los autores del informe de Climate Action Tracker, lo ha resumido as¨ª: ¡°La gran mayor¨ªa de las acciones y objetivos de 2030 son inconsistentes con los objetivos de cero emisiones netas: hay una brecha de casi un grado entre las pol¨ªticas actuales del gobierno y sus objetivos de cero emisiones netas¡±. Y ha a?adido: ¡°Est¨¢ muy bien que los l¨ªderes afirmen que tienen un objetivo de cero emisiones netas, pero si no tienen planes sobre c¨®mo llegar all¨ª, y sus objetivos para 2030 son tan bajos como muchos de ellos, entonces, francamente, estos objetivos de cero emisiones netas son solo de boquilla para la acci¨®n clim¨¢tica real. Glasgow tiene una seria brecha de credibilidad¡±.
Sobre estos compromisos, la vicepresidenta para la Transici¨®n Ecol¨®gica de Espa?a, Teresa Ribera, ha explicado este martes que los pa¨ªses est¨¢n haciendo ¡°esfuerzos muy grandes¡± por llevar a cabo una transformaci¨®n completa del modelo econ¨®mico, que es lo que se necesita en definitiva en la lucha contra el calentamiento. Y en estos momentos se est¨¢n ¡°viendo las dificultades¡± para alcanzar ese objetivo, que supone ir hacia un modelo ¡°completamente diferente¡±.
Transparencia
A la falta de credibilidad de los compromisos se une un problema de m¨¢s calado: la fiabilidad de los datos que los pa¨ªses ofrecen sobre sus emisiones de los principales gases de efecto invernadero. Una investigaci¨®n de The Washington Post acaba de mostrar las enormes diferencias entre lo que los gobiernos declaran a Naciones Unidas y la realidad de esas emisiones. Seg¨²n el an¨¢lisis de los planes oficiales de 196 pa¨ªses, el diario estadounidense encuentra un desajuste de entre 8.500 y 13.300 millones de toneladas anuales, un margen de error muy grande que puede variar las previsiones de calentamiento del planeta. Entre los ejemplos dados est¨¢ el caso de Malasia, que en su ¨²ltimo plan presentado en Naciones Unidas contabiliza que sus bosques absorben cuatro veces m¨¢s di¨®xido de carbono que florestas similares de la vecina Indonesia.
Seg¨²n The Washington Post, estas diferencias en la forma de calcular las reducciones pueden ser, en el mejor de los casos, m¨¢s grandes que las emisiones anuales de EE UU y, en el peor, pueden alcanzar un 23% del total de emisiones de la humanidad. Est¨¢ claro que esta es una cuesti¨®n clave en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, por ello el Acuerdo de Par¨ªs tambi¨¦n establece la necesidad de mejorar en la transparencia de esta contabilidad. Resulta especialmente complicado concretar la forma de contar las reducciones conseguidas por el efecto sumidero de los bosques o el suelo, lo que es esencial tambi¨¦n para la credibilidad del objetivo de emisiones cero netas al que se est¨¢n sumando m¨²ltiples pa¨ªses y empresas. En las conversaciones que se est¨¢n desarrollando en estos momentos en la cumbre del clima tambi¨¦n se est¨¢n abordando cuestiones relativas a la transparencia y a la forma en la que se contabilizan las emisiones nacionales.
Mar¨ªa Jos¨¦ de Villafranca, otra de las coordinadoras del Climate Action Tracker, considera que la transparencia en el reporte de los datos de emisiones es uno de los grandes retos de la lucha clim¨¢tica. Para elaborar sus informes, este grupo de analistas prepara sus propias proyecciones. Y, seg¨²n detalla, en el sector en el que encuentran m¨¢s problemas es precisamente en el que se refiere a los usos del suelo y la agricultura. ¡°Es un sector con mucho potencial en la lucha clim¨¢tica, pero es muy dif¨ªcil realizar un seguimiento¡±, apunta esta experta. No ocurre lo mismo con las emisiones ligadas a la energ¨ªa y la industria, que son los m¨¢s f¨¢ciles de seguir por estar vinculadas al consumo de combustibles f¨®siles. ¡°Adem¨¢s, existe la Agencia Internacional de la Energ¨ªa, que lleva un control¡±, apunta Villafranca.
Contra la desinformaci¨®n clim¨¢tica
La información resulta clave para actuar frente a la crisis climática: tanto en las cifras como en todo aquello que circula por internet sobre el calentamiento del planeta. Este martes, se ha presentado una carta en Glasgow para pedir a los responsables de la COP26 y a las plataformas tecnológicas que aborden el problema de la desinformación climática. La misiva está firmada por figuras clave de la lucha contra el cambio climático como Laurence Tubiana, responsable de la Fundación Europea del Clima; Manuel Pulgar-Vidal, exministro de Medio Ambiente de Perú y ahora representante de WWF Global Lead Climate & Energy; o May Boeve, directora ejecutiva de la organización 350.org, así como organizaciones ambientales y empresas. Según los impulsores de esta iniciativa, la desinformación sobre el clima se refiere a los contenidos engañosos o equívocos sobre el calentamiento, ya sea porque niega los impactos del cambio climático o la influencia humana en este fenómeno, porque tergiversa los datos científicos para erosionar la confianza en la ciencia o porque publicita falsos esfuerzos que no solucionan el problema.
El secretario general de la ONU, António Guterres, anunció al inicio de esta cumbre que creará un equipo de analistas para controlar las promesas que los actores no gubernamentales, como las empresas, hacen en materia de cambio climático. El objetivo es que las multinacionales no puedan hacer un lavado de imagen (conocido como greenwashing) gracias a la lucha internacional contra el calentamiento global.
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