La ley medioambiental con m¨¢s carga pol¨ªtica de la UE entra en su recta final tras superar los intentos de la derecha de tumbarla
Las negociaciones finales de la Ley de Restauraci¨®n de la Naturaleza, la primera gran normativa de protecci¨®n de la biodiversidad, tendr¨¢n lugar este jueves en un tenso ambiente pol¨ªtico
Un aire de expectaci¨®n, mezclado con una buena dosis de nerviosismo, cunde estos d¨ªas entre los responsables de negociar el texto final de la Ley de Restauraci¨®n de la Naturaleza (LRN), que deber¨ªa estar listo a finales de esta semana, para su posterior ratificaci¨®n definitiva por parte de los Veintisiete y del Parlamento Europeo. La normativa, que pretende restaurar para 2030 al menos el 20% de las ¨¢reas terrestres y mar¨ªtimas de la UE, aspira a ser la primera gran ley sobre biodiversidad de la UE. Pero su paso por la Euroc¨¢mara, y tambi¨¦n por el Consejo (los Estados miembros) ha estado rodeado de tantas presiones e intereses pol¨ªticos, con unas votaciones intermedias de infarto en cada fase y m¨²ltiples maniobras y boicoteos, que a no pocos les cuesta creer a¨²n que haya logrado siquiera llegar viva hasta aqu¨ª.
¡°Pol¨ªticamente, la LRN es uno de los acuerdos m¨¢s sensibles y dif¨ªciles¡± del actual mandato europeo, se?alan fuentes conocedoras de las negociaciones finales. Conlleva, explican, una ¡°complejidad pol¨ªtica¡± que no se corresponde con la ley en s¨ª, y que es fruto de un ambiente pol¨ªtico muy tenso en un cargado a?o electoral que culminar¨¢ con la renovaci¨®n de la Euroc¨¢mara, en junio de 2024.
As¨ª, lo que deb¨ªa ser la joya de la corona de un quinquenio europeo marcado por la ambici¨®n de la transici¨®n ecol¨®gica y la lucha contra el cambio clim¨¢tico ¡ª?qui¨¦n se podr¨ªa oponer a la primera legislaci¨®n en los casi 70 a?os de la UE que persigue expl¨ªcitamente restaurar la naturaleza de Europa, donde el 81% de los h¨¢bitats terrestres y acu¨ªferos est¨¢n en mal estado?¡ª se ha convertido en una de las mayores batallas pol¨ªticas de los ¨²ltimos a?os. Y en un buen reflejo de la dificultad de pasar de las palabras y buenas intenciones ante la amenaza planetaria por el calentamiento global a acciones pol¨ªticas concretas con un impacto directo en las poblaciones, es decir, en los votantes.
¡°Es un primer paso capital. Ha costado muchos a?os entender que proteger los espacios pr¨ªstinos, desgraciadamente, ya no es suficiente. Es imprescindible restaurar lo deteriorado. En Espa?a tenemos ejemplos claros, como el Mar Menor o el entorno de Do?ana¡±, defiende la ley la vicepresidenta tercera y ministra de Transici¨®n Ecol¨®gica en funciones, Teresa Ribera, quien durante la presidencia espa?ola de turno del Consejo de la UE ha hecho de la LRN una de sus prioridades.
Pero lograr un acuerdo no ha sido, ni ser¨¢, f¨¢cil. Varios golpes electorales a comienzos de a?o, sobre todo la inesperada victoria en las regionales de Pa¨ªses Bajos ¡ªque a finales de mes celebra elecciones generales¡ª de una formaci¨®n campesina, as¨ª como protestas y presiones del sector agr¨ªcola y pesquero, hicieron que el Partido Popular Europeo (PPE), dirigido por el alem¨¢n Manfred Weber, llamara de pronto a tumbar una normativa a la que, pese a las refutaciones cient¨ªficas, acusan tambi¨¦n de poner en riesgo la seguridad alimentaria. La marcha atr¨¢s de los conservadores ¡ªapoyados por parte de los liberales¡ª, en lo que ha sido ampliamente considerado como un gui?o de cara a futuras alianzas con la ultraderecha para las elecciones europeas de junio, oblig¨® a hacer aut¨¦nticos malabarismos en la Euroc¨¢mara para sacar, con apoyos raspados y tras grandes concesiones, una propuesta muy aguada, pero que al menos no dio al traste con toda la normativa, como pretend¨ªa el PPE. Una victoria ¡°agridulce¡±, como la llama el ponente de la normativa, el eurodiputado socialista C¨¦sar Luena, pero que ha permitido que siga su camino legislativo. Aunque las dudas y sobresaltos, reconocen todas las partes, se pueden multiplicar hasta el final del proceso. El hecho de que el Consejo aprobara su versi¨®n de la ley con una mayor¨ªa cualificada muy justa ¡ªbasta con que un pa¨ªs cambie de opini¨®n para que todo se vaya al traste, advierten los negociadores¡ª a?ade un grado de tensi¨®n m¨¢s a unas negociaciones interinstitucionales ya de por s¨ª dif¨ªciles.
La gran nueva prueba tendr¨¢ lugar este jueves, cuando se celebre el que deber¨ªa ser el ¨²ltimo de los denominados tr¨ªlogos ¡ªnegociaciones entre Consejo y Parlamento, junto con la Comisi¨®n¡ª para llegar a un acuerdo pol¨ªtico provisional, que luego debe ser ratificado tanto por los eurodiputados como por los pa¨ªses. Un proceso normalmente protocolario (para eso se negocia arduamente en los tr¨ªlogos) pero que, en este caso, puede todav¨ªa dar sustos, coinciden todas las partes negociadoras.
¡°Los ecosistemas no esperan y las instituciones no los pueden abandonar. No hay progreso, ni seguridad alimentaria sin protecci¨®n y restauraci¨®n de la naturaleza. Conf¨ªo en que parlamentarios europeos, Comisi¨®n y Consejo lleguemos a un acuerdo el jueves. Los europeos no nos perdonar¨ªan que no fuera as¨ª¡±, urge Ribera.
La gran paradoja de este reglamento europeo es que rompe incluso con las tradiciones institucionales: normalmente, son los eurodiputados los m¨¢s ambiciosos, mientras que los Estados tratan por todos los medios de rebajar las condiciones. Pero con la LRN ha ocurrido lo contrario: son los pa¨ªses los que han negociado un texto que se mantiene en el ¡°m¨¢ximo de ambici¨®n¡±, yendo incluso a veces m¨¢s all¨¢ que la propuesta original de la Comisi¨®n, se?alan las fuentes. Mientras, el Parlamento Europeo tiene el mandato de rebajarlo, un precio pol¨ªtico que los defensores de la LRN tuvieron que pagar para lograr que la normativa no muriera en la Euroc¨¢mara.
Pero aunque urge el acuerdo, no puede ser a costa de hacerlo irrelevante, alertan las organizaciones medioambientales, que han sido claves a la hora de hacer presi¨®n social para que no decayera la normativa.
¡°Tenemos que asegurarnos de que lo que se negocie sean elementos sacrificables y no partes integrales de la ley que, si se quitan, hagan que la normativa no logre cumplir sus promesas¡±, explica Ioannis Agapakis, abogado de la ONG Client Earth.
Seg¨²n los negociadores, son cuatro los puntos m¨¢s calientes de las discusiones que deben cerrarse el jueves.
Mientras el Consejo propone restaurar ¨¢reas en todo el territorio europeo, el Parlamento quiere reducirla a las establecidas en Natura 2000, la red ecol¨®gica europea de ¨¢reas de conservaci¨®n de la biodiversidad. La batalla tambi¨¦n se libra en torno al art¨ªculo 9, que establece los indicadores de restauraci¨®n en los ecosistemas agr¨ªcolas y que el mandato de la Euroc¨¢mara exige suprimir. De igual modo, hay un fuerte pulso ¡ªsobre todo desde Pa¨ªses Bajos¡ª para rebajar o flexibilizar las cl¨¢usulas de no deterioro que obligan a los Estados a evitar que ¨¢reas restauradas den marcha atr¨¢s. Finalmente, otro punto arduo de las negociaciones es el ¡°freno de emergencia¡± que impusieron los eurodiputados para posponer los objetivos de la norma ¡°en caso de consecuencias socioecon¨®micas excepcionales¡±, como el incremento del precio de los alimentos un 10% durante un a?o y una reducci¨®n de la producci¨®n alimentaria europea de 5%. Los Estados y muchas organizaciones medioambientales lo consideran una medida cosm¨¦tica dif¨ªcil de implementar ¡ª¡±parece una cl¨¢usula de un contrato privado de servicios, no algo que se vea en una ley medioambiental¡±, comenta Agapakis¡ª y el ¨¦xito de las negociaciones estribar¨¢ en encontrar una formulaci¨®n que a sus defensores les permita clamar victoria sin que tenga realmente efecto o llegue siquiera a ser aplicable.
C¨¦sar Luena conf¨ªa, pese a las dificultades, en un ¡°buen resultado¡± de las negociaciones finales del jueves. Y en que el PPE acabe validando una ley ¡°buena¡± y ¡°necesaria¡±. Porque, como acota la vicepresidenta Ribera, ¡°en cuestiones como esta, no deber¨ªa haber posiciones de regate corto¡±.
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