El mejor piano de un guitarrista frustrado
Diego Amador pone una nota de 'jazz flamenco' en Sevilla
En la presentaci¨®n de su recital, el pianista Diego Amador (Sevilla, 1973) dijo que quiere ser recordado como un guitarrista frustrado. Esto, seg¨²n ¨¦l, le ha empujado al piano. Y qu¨¦ piano. Bendita frustraci¨®n. El sevillano demostr¨® anoche, en el Teatro Central, que la fuerza, la pasi¨®n, y la sonoridad flamenca de la guitarra puede ser trasladada al piano. Lo hizo acerc¨¢ndose mucho al jazz, pero sin perder la esencia del arte de lo jondo, en formato de cuarteto, acompa?ado de guitarra (Manuel de la Luz), contrabajo (Chechu Sierra) y bater¨ªa (Israel Varela). Y a?adi¨® un elemento que se convirti¨® en fundamental, el caj¨®n, en el que present¨® a su hijo, Diego Amador.
Amador estuvo a gusto anoche en su faceta de pianista. ?l mismo lo dijo al p¨²blico, en la ¨²nica intervenci¨®n que interrumpi¨® la m¨²sica. Una voz t¨ªmida, casi temblorosa, que no quiso mirar de frente al patio de butaca, en contraste con la majestuosidad de su m¨²sica, que llen¨® los espacios y los tiempos. El sevillano fue capaz de transmitir ese deleite de int¨¦rprete al p¨²blico. Hizo un repaso a sus grabaciones discogr¨¢ficas, la ¨²ltima, R¨ªo de los Canasteros, publicada este mismo a?o, pero dio espacio a la creaci¨®n sobre el escenario con un clima de complicidad con sus m¨²sicos.
Todo fue flamenco: sole¨¢, ronde?a, alegr¨ªas, tangos, buler¨ªas... Incluso su tango argentino. Pero todo lo pas¨® por un tamiz jazz¨ªstico. El di¨¢logo con la bater¨ªa cre¨® los momentos m¨¢s vibrantes de la noche, mientras que la guitarra se mantuvo siempre en un segundo plano, acompa?ando, armonizando, pero nunca protagonista.
El cante de Amador tambi¨¦n estuvo presente. Tiene una voz poderosa el peque?o de los hermanos, doliente y gitana, en la estela de su ¨ªdolo, Camar¨®n de la Isla. Sin embargo, anoche prefiri¨® no darle mayor espacio, no detenerse a disfrutarla, no deleitarse en el cante. El hermano de Raimundo y Rafael prefiri¨® anoche centrar su mayor aportaci¨®n en sus manos, con un recorrido vivo por las teclas, con un flamenco ¨¢gil, con nervio, r¨ªtmico, casi acelerado.
Su toque fue majestuoso, grandilocuente, de sonido limpio, rico en matices, due?o de las escalas. Por momento sali¨¦ndose de los palos para hacer variaciones m¨¢s cercanas al free jazz, libre, jugando con los tiempos y las notas, expandi¨¦ndose en su interpretaci¨®n, para retomar otra vez las alegr¨ªas, la sole¨¢, los tanguillos.
El cierre tuvo una sorpresa bastante esperada. Raimundo Amador subi¨® al escenario para acompa?ar a su hermano en la rumba de cierre y sin embargo no se torn¨® en protagonista, sino que, generoso, dialog¨® con piano y bater¨ªa para poner un excelente broche a una noche de piano flamenco.
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