El milagro Westerdahl
La colecci¨®n del impulsor del surrealismo viaja del Puerto de la Cruz a Madrid
Eduardo Westerdahl, el hombre que en 1935 convenci¨® a Andre Breton para que abriera en Tenerife la primera exposicion surrealista en el mundo, hizo una colecci¨®n privada de arte surrealista, abstracto y moderno, y la don¨® en sucesivas etapas al Instituto de Estudios Hisp¨¢nicos de Canarias, en el Puerto de la Cruz. Ahora esa colecci¨®n ha viajado a Madrid, al Museo de Arte Contempor¨¢neo de Conde Duque.
Durante a?os, por falta de espacio, o por desidia municipal, insular o regional, por desidia en todo caso, esos fondos que ahora han viajado a Madrid estuvieron recluidos en un almac¨¦n de aquella ciudad norte?a de Tenerife, hasta que el impulso del ayuntamiento local, el Cabildo Insular y el Gobierno regional, adem¨¢s del entusiasmo del citado instituto, sacaron a la luz esos fondos que ahora constituyen el Museo de Arte Contempor¨¢neo Eduardo Westerdahl (MACEW), cuya sede provisional est¨¢ en una casa hist¨®rica de este municipio tur¨ªstico, la Casa de la Aduana, junto al muelle.
La actividad de Eduardo Westerdahl fue milagrosa, notable, acaso irrepetible en el universo espa?ol de las artes. Naci¨® en Tenerife, de procedencia sueca; trabaj¨® en un banco, era autodidacta, como otro de los grandes impulsores de aquella etapa cultural de las islas, Domingo P¨¦rez Minik. Tom¨® contacto con las vanguardias europeas de los a?os veinte y treinta; mientras P¨¦rez Minik cultivaba las artes literarias, ¨¦l se afanaba en las artes pl¨¢sticas. Tinerfe?os como ?scar Dom¨ªnguez, se sirvieron de las relaciones cosmopolitas de ¨¦ste (que resid¨ªa en Par¨ªs) para trabar relaci¨®n con los popes del surrealismo. Todo ello lo hicieron, bajo la direcci¨®n de Westerdahl, a partir de la revista Gaceta de arte, que fue la que aglutin¨® a Breton y a otros l¨ªderes de los movimientos de la vanguardia est¨¦tica de esa parte del siglo XX en la Primera Exposici¨®n Surrealista que se celebr¨® en el mundo, en 1935. Fue en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.
Westerdahl atesor¨® entonces y a partir de ese momento una importante colecci¨®n particular, que comenz¨® precisamente con el legado surrealista, pero que se prolong¨® hasta los a?os setenta, con obra de artistas modernos como Manolo Millares o Eduardo ?rculo. Pero a partir de 1952, despu¨¦s del par¨¦ntesis de la guerra civil (que a ¨¦l no le llev¨® a la c¨¢rcel porque lo proteg¨ªa su ascendencia sueca), Westerdahl se uni¨® al reci¨¦n creado Instituto de Estudios Hisp¨¢nicos como responsable de la secci¨®n de arte. Y a esa instituci¨®n fue donando elementos importantes de la colecci¨®n que hab¨ªa atesorado. Hasta 1967. Una colecci¨®n muy nutrida y muy importante, hija de su gusto, una especie de manifiesto de su actitud a favor de las artes informales de las que el surrealismo fue la estrella.
Esa colecci¨®n vivi¨® en el Puerto de la Cruz un triste ostracismo, para desesperaci¨®n suya y de su mujer, la artista Maud Westerdahl, que hab¨ªa sido esposa tambi¨¦n de ?scar Dom¨ªnguez. En 2007 la valiosa colecci¨®n abandon¨® los almacenes en los que estuvo recluida y pas¨® a formar parte de una sede provisional en la que ahora aspira a constituirse en el museo que merece tan decisivo legado.
Ahora los madrile?os que acudan al Museo de Arte Contempor¨¢neo (Conde Duque, 9) tienen la oportunidad de contemplar esta milagrosa conjunci¨®n de obras que, con una paciencia y un buen gusto que fueron algunas de sus caracter¨ªsticas, fue juntando Westerdahl. En la inauguraci¨®n estaba su hijo Hugo, que es m¨²sico, y trabaja en Madrid, y que en su ni?ez iba a visitar con sus padres a Pablo Picasso, que era uno de los amigos de Maud y de Eduardo. Y estaba el presidente actual del Instituto de Estudios Hisp¨¢nicos, Nicol¨¢s Rodr¨ªguez M¨¹nzenmeier. La cantidad de ciudadanos del Puerto de la Cruz que acompa?aron la colecci¨®n a Madrid, adem¨¢s de las autoridades regionales, como el viceonsejero de Cultura Alberto Delgado, el director del TEA, Javier Durana, y la ex alcaldesa socialista Lola Padr¨®n, reflejaron anoche en el Conde Duque el mimo con que ahora el Puerto de la Cruz y las islas atienden a la importancia de ese milagro que es la colecci¨®n Westerdahl.
Ah¨ª se encontrar¨¢n obras de Juan Ismael, de ?ngel Ferrant, de Felo Monz¨®n, del propio ?scar Dom¨ªnguez, de Manolo Millares, de Eduardo ?rculo, de Karl Drerup o de Edgar Pompecky. El conjunto es la expresi¨®n de un milagro que durante a?os estuvo escondido; ahora alcanza la luz tambi¨¦n en Madrid. Eduardo Alaminos, el director de los museos de arte contempor¨¢neo de la ciudad de Madrid, nos dijo que abr¨ªa muy gustoso las salas a esta iniciativa "porque la gente tiene que saber cu¨¢nto esfuerzo hubo que hacer para que un hombre solo tuviera la generosidad de trabajar de esta manera a favor de una idea, la del arte para todos". Esa fue la esencia de la donaci¨®n que ahora halla este eco.
![Andr¨¦ Breton, en el centro de la imagen, junto a los miembros de la Facci¨®n Surrealista de Tenerife, formado por intelectuales republicanos espa?oles.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/57UT7JTZ4JRSQIA25DYQVXKJGY.jpg?auth=8bfa14744e235b1bd2e077d7c5dab51ad741607870d5c3128c91e91b9a7f1ead&width=414)
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