Hijo de qui¨¦n, padre de qu¨¦
En el nuevo libro de Marcos Giralt Torrente, Tiempo de vida (editorial Anagrama), nos volvemos a dar de bruces contra la verdadera naturaleza de la escritura: su capacidad de representaci¨®n. Aparentemente estamos ante la memoria personal de una experiencia ¨ªntima y familiar, la muerte de los nuestros, y sin embargo la novela, porque hay que hablar de novela y no de biograf¨ªa, transita por caminos universales.
?C¨®mo? De acuerdo a la capacidad del escritor, l¨®gicamente. La experiencia de ser hijo es com¨²n a todos nosotros, la experiencia de ser padre, com¨²n a muchos de nosotros, es la experiencia de la escritura, por lo tanto, la que debe impresionarnos y la que debe acompa?arnos en la lectura de este libro sorprendente. Giralt Torrente es uno de los escritores m¨¢s elegantes de este pa¨ªs y su elegancia le ha excluido de manera nada inocente de la vulgaridad de las disputas literarias al uso en la siempre revuelta marea de las letras nacionales. Digamos que alguien se hace con un lugar propio que no se enfrenta a otros territorios (al menos no de manera vulgar), pero que protege con delicadeza y vigor lo suyo, en esa posici¨®n envidiable, que no es valle ni atalaya, estar¨ªa Giralt frente a la muerte del posmodernismo y su consiguiente resurrecci¨®n, frente a la revuelta popular del gusto masivo, frente al criterio abusivo de la cr¨ªtica imprecisa pero docta, frente al entierro de la sardina de la pen¨²ltima vanguardia.
"El trabajo de Giralt es la escritura y a ello dedica lo mejor de s¨ª mismo"
Un espacio propio es todo lo que un autor reclama contra nadie y junto a su cultura y su voz, y eso parece ser, de hecho en mi opini¨®n es, lo que Giralt se hab¨ªa ganado ya y sigue gan¨¢ndose en este nuevo libro, sin negarle el pan ni la sal a cuantos cruzan disparos sobre el territorio peque?o de lo escrito.
Al fin y al cabo la libertad en la apreciaci¨®n de la escritura pasa por no condenar en juicio sumario la opini¨®n o el impulso divergentes, y al mismo tiempo pasa necesariamente por la capacidad de demostrar que se sujeta el cuerpo de lo propio.
Tiempo de Vida, pertenece al mundo que un s¨®lo escritor ha decidido acotar para la mejor disposici¨®n de su talento. Sus coordenadas, norte y sur de la experiencia, construyen a la vez un marco familiar y una zona no menos arriesgada y salvaje que, pongamos por caso, la aceleraci¨®n de part¨ªculas, la revisi¨®n de la novela g¨®tica, el choque cultural obligatorio que supone la amenaza fundamentalista o la desconexi¨®n entre alma y vida condicionada por las no tan nuevas tecnolog¨ªas, o sus no tan nuevas apreciaciones.
Giralt es un escritor, no un gur¨², ni un revisionista, ni una avanzadilla, ni un negacionista, ni un afirmador.
Su trabajo es la escritura y a ello dedica lo mejor de s¨ª mismo, y cada uno de sus desvelos.
No quedan muchos as¨ª.
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