En tierra extra?a
La noticia de que Andrew Stanton adaptar¨ªa al cine las aventuras de John Carter, h¨¦roe de space-opera pulp creado por Edgar Rice Burroughs, gener¨® un comprensible entusiasmo entre los iniciados. Talento de la escuder¨ªa Pixar, Stanton se revel¨® profundo conocedor de la tradici¨®n cinematogr¨¢fica de la ciencia-ficci¨®n en Wall.E (2008). Que un animador se encargase del proyecto ¡ªaunque fuese en imagen real o, por lo menos, en clave de cine h¨ªbrido¡ª cerraba un c¨ªrculo: a finales de los a?os treinta, Bob Clampett, maestro de la animaci¨®n Warner, le hab¨ªa propuesto a Burroughs la posibilidad de adaptar el personaje en una serie de cortos que podr¨ªan haberse batido con los posteriores trabajos de los hermanos Fleischer protagonizados por Superman. Quiz¨¢ las expectativas eran tan altas que John Carter (2012), la pel¨ªcula resultante, parece condenada al juicio severo. Despu¨¦s de asimilar que Andrew Stanton no ha materializado el sue?o h¨²medo de todo aficionado adulto a la ciencia-ficci¨®n, quiz¨¢ sea necesario explicar qu¨¦ tipo de objeto es John Carter y por qu¨¦ est¨¢ tan lejos de ser la pel¨ªcula perfecta como de ser una mala pel¨ªcula.
JOHN CARTER
Direcci¨®n: Andrew Stanton.
Int¨¦rpretes: Taylor Kitsch, Lynn Collins, Mark Strong, Dominic West, Willem Dafoe, Samantha Morton, Ciar¨¢n Hinds.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. EE UU, 2012.
Duraci¨®n: 132 minutos.
Si el imaginario de Burroughs se hipersexualiz¨® en el ciclo de las cr¨®nicas de Gor de John Norman ¡ªun corpus literario que inspir¨® su propia subcultura BDSM¡ª, Stanton procede a disneyizarlo: aqu¨ª estamos m¨¢s cerca de Prince of Persia: las arenas del tiempo (2010), de Mike Newell, con su est¨¦tica de pedrer¨ªa poligonera de parque tem¨¢tico, que de una fantas¨ªa l¨²bricoextraterrestre. La pel¨ªcula reivindica su condici¨®n de aventura ligera, bienhumorada y superficial, con sus puntuales apuntes negros ¡ªlos disparos sobre el nido de reto?os, los dioses como arquitectos del mal¡ª y una celebraci¨®n del movimiento perpetuo que alcanza alg¨²n que otro pico ¨¦pico: el combate de un solitario Carter contra una legi¨®n marciana, mientras la m¨²sica de Giacchino aplica un efecto Perdidos sobre la situaci¨®n. Con todo, lo que convierte la labor de Stanton en grata excepci¨®n en el mundo blockbuster es otra cosa: su dominio del lenguaje visual como narrativa sint¨¦tica. La secuencia del interrogatorio con el personaje encarnado por Bryan Cranston o la primera aparici¨®n de la princesa reivindican un uso del montaje para generar sentido, lejos del habitual (y pirot¨¦cnico) golpe de efecto.
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