?Hoy hay cada cad¨¢ver!
El universo de la comedia del disparate, actualizado, y con la electricidad y la fontaner¨ªa cambiadas. Su t¨ªtulo, evoca otro de Jardiel Poncela, rematado tambi¨¦n por un vocativo: Esp¨¦rame en Siberia, vida m¨ªa; sus personajes podr¨ªan pasearse por cualquier escena de Los ladrones somos gente honrada sin desentonar, y los procedimientos humor¨ªsticos que usa Carlota P¨¦rez-Reverte, su autora, no cesan de evocar los que sol¨ªan los autores de la Otra generaci¨®n del 27: el asesino en serie de Perdona si te mato, amor, es primo hermano del Olegario de Madre, el drama padre; el agente PIT (Prudencio Ignacio Tadeo) parece sacado de Carlota, la comedia polic¨ªaca de ambiente brit¨¢nico de Mihura, y la facilidad ingenua con la que la casera va tirando de la manta que envuelve a los criminales recuerda la despistada actitud con la que Sor Mar¨ªa hace lo propio en Melocot¨®n en alm¨ªbar.
Perdona si te mato, amor
Autora: Carlota P¨¦rez-Reverte. Int¨¦rpretes: Rafa Blanca, Juli¨¢n Ortega¡ Espacio sonoro: David Angulo. Video: Manuel Vicente. Vestuario: Arantxa Ezquerro. Direcci¨®n: Alberto Castrillo-Ferrer. Madrid, Matadero, hasta el 18 de enero.
En este thriller humor¨ªstico, la ambientaci¨®n y la utiler¨ªa son los propios de una novela de Agatha Christie, pero las alusiones pol¨ªticosociales est¨¢n de plena actualidad: por ejemplo, cuando el asesino le da su correo electr¨®nico a PIT, que lleva 20 a?os trabajando en la polic¨ªa con contratos en pr¨¢cticas de tres meses, este lo teclea en una Hispano Olivetti, como los esp¨ªas rusos desde que se destap¨® el control masivo de las telecomunicaciones internacionales que lleva a cabo la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.
Como en Tres sombreros de copa, el absurdo de cuanto acontece en ciertas escenas de esta comedia (las de la comisar¨ªa) es, en ¨²ltima instancia, cabal expresi¨®n de la realidad. As¨ª, por ejemplo, que PIT despache al asesino m¨²ltiple dici¨¦ndole: ¡°Sus cr¨ªmenes quedan fuera de nuestra jurisdicci¨®n¡±, es una conducta cercana ¨¦ticamente a la de ciertos polic¨ªas que, en la madrile?a plaza de Isabel II, pasaban ol¨ªmpicamente del turista al que unos cacos acababan de abrir la cabeza, porque estaban all¨ª en otra misi¨®n. Y las trabas que en la funci¨®n ponen los agentes a una denunciante, no son mayores que las que he visto poner en una biblioteca p¨²blica a un lector que pretend¨ªa donar un mont¨®n de libros.
Alberto Castrillo-Ferrer, su director, ha punteado los gags con exactitud y ha orquestado una eficac¨ªsima coreograf¨ªa de ademanes y de acciones, ejecutada con precisi¨®n por un elenco eficac¨ªsimo, en el que se singularizan el doblete de Javi Coll en el papel de PIT (cuando dice: ¡°Todo un profesional¡±, uno cree estar oyendo a L¨®pez V¨¢zquez en Atraco a las tres) y en el del comerciante jud¨ªo que tiene cuantas herramientas le piden tan a mano como Mortadelo sus disfraces; la voluptuosa Madeleine de Silvia de P¨¦, la gracia de Antonia Paso y el grouchesco Homero de Nacho Rubio, encerrado en el despachito del Doctor Cataplasma. La escenograf¨ªa de Manuel Pellicer recrea con iron¨ªa los ingredientes de ¨¦poca y soluciona admirablemente las localizaciones m¨²ltiples.
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