Paco de Luc¨ªa, el hombre detr¨¢s de la guitarra
Juan Jos¨¦ T¨¦llez publica la biograf¨ªa ?Paco de Luc¨ªa. El hijo de la portuguesa? (Planeta). ¡°El Conservatorio de M¨²sica Paco de Luc¨ªa estar¨¢ en los cuarteles donde iban a fusilar a su padre¡±, dice.
La ma?ana del 25 de febrero del a?o pasado, Paco de Luc¨ªa (1947-2014) cogi¨® su guitarra y, durante un buen rato, estuvo tocando varios acordes. Tambi¨¦n puso en orden su estudio de grabaci¨®n, pues ten¨ªa el firme prop¨®sito de comenzar a preparar su nuevo disco (?con los Van Van?, ?con Rub¨¦n Blades?). Por la tarde se fue a la playa y, mientras jugaba al f¨²tbol con su hijo Diego, murmur¨®: ¡°siento un fr¨ªo muy raro en la boca.¡± Al llegar a casa se duch¨® y, poco despu¨¦s, comenz¨® a sentirse mal. ¡°Ll¨¦vame al hospital¡±, le dijo a Gabriela, su mujer. Apenas cruzaron la puerta de Urgencias del centro sanitario de Playa del Carmen (Canc¨²n), ¨¦l se sent¨® en una camilla y se desmay¨® de inmediato. Nadie pudo reanimarlo. Su coraz¨®n se hab¨ªa detenido. ¡°Paco volvi¨® a Algeciras como nunca nadie volviera, inm¨®vil y sin aliento, truncada su picarona sonrisa de galop¨ªn de La Bajadilla¡±, dice Juan Jos¨¦ T¨¦llez (Algeciras, 1958) en Paco de Luc¨ªa. El hijo de la portuguesa (Planeta), la biograf¨ªa que ha publicado a poco m¨¢s de un a?o de la muerte del guitarrista.
"En este libro el ¨²nico morbo que probablemente encuentren los lectores sea el de reconocer a vuela pluma a uno de los mayores genios de la historia de la m¨²sica, que se encarn¨® en una persona fascinante y t¨ªmida¡±, sostiene Juan Jos¨¦ T¨¦llez.
T¨¦llez es un periodista y escritor que, aunque cercano, no se considera uno de los grandes amigos del hombre que grab¨® sus primeros discos como parte del conjunto Los chiquitos de Algeciras. ¡°Paco era muy selectivo a la hora de elegir amigos. Los tuvo y buenos, un pu?ado de ¨ªntimos que, en algunos casos, le acompa?¨® desde la infancia. Creo que ¨¦l y yo nos ten¨ªamos ley, pero no llegamos a ser amigos entra?ables. Como periodista, de lo que s¨ª me precio es de ostentar probablemente la plusmarca de entrevistas que jam¨¢s le hicieron, m¨¢s de veinte, desde 1982. Nos ve¨ªamos de pascuas a ramos y con cierta regularidad habl¨¢bamos por tel¨¦fono. De otros allegados, de muertes dolorosas o de libros, porque ¨¦l era un lector empedernido¡±, dice desde Sevilla el autor de dos libros m¨¢s sobre el artista andaluz (Paco de Luc¨ªa: retrato de familia con guitarra y Paco de Luc¨ªa en vivo).
¡°Ambos libros est¨¢n descatalogados, por lo que podr¨ªa haberme limitado a reeditar alguno de ellos. Sin embargo, ten¨ªa que cerrar el ciclo sobre Paco. En cierta medida, se trataba de pagar una deuda moral que ten¨ªa contra¨ªda con ¨¦l. Y un alivio de luto, al mismo tiempo, una catarsis privada tras su muerte. Y lo hice con este libro que tiene un marcado tono narrativo: su vida y su obra tienen aspectos novelescos y he pretendido narrarlos con amenidad y rigor. Ojal¨¢ los lectores piensen lo mismo¡±, explica T¨¦llez, quien para hacer esta biograf¨ªa de casi 500 p¨¢ginas, adem¨¢s de revisar sus entrevistas con el protagonista y su c¨ªrculo m¨¢s cercano, se zambull¨® en bibliotecas, hemerotecas y videotecas.
La portuguesa es Luzia Gomes, a quien no le gustaba el flamenco ni el fado, porque prefer¨ªa las canciones de Manolo Escobar y los chistes verdes. ¡°El libro abre con la pesquisa de Luz¨ªa, acompa?ada por su primera hija, Mar¨ªa, de muy corta edad, que intenta que liberen a su marido, Antonio S¨¢nchez Pecino, del calabozo en donde estuvo detenido durante los primeros d¨ªas del golpe de estado fascista de 1936, acusado de ser rojo. Lo liber¨® uno de los guardianes, que era amigo suyo, poco antes de que sus compa?eros de presidio fueran ejecutados. Si ¨¦l hubiera corrido la misma suerte, probablemente usted y yo no estar¨ªamos hablando de Paco, porque sencillamente no habr¨ªa existido. Curiosamente, por causa del azar, dichos cuarteles abandonados, en la calle Fuentenueva de Algeciras, han sido ahora elegidos como futura sede del Conservatorio de M¨²sica Paco de Luc¨ªa. ?Qu¨¦ cosas!¡±, comenta el tambi¨¦n libretista de espect¨¢culos flamencos.
En las p¨¢ginas de esta biograf¨ªa vemos al ni?o gordo que fue Paco de Luc¨ªa, a quien el profesor le pegaba en el colegio, hasta que un d¨ªa su madre fue a reclamarle: ¡°si le pega m¨¢s, le saco lo ojos¡±, le dijo, y no volvi¨® a ocurrir. No obstante, seg¨²n le cont¨® Mar¨ªa S¨¢nchez, hermana de Paco, a Juan Jos¨¦ T¨¦llez, un d¨ªa esta mujer tuvo la intenci¨®n de que el ni?o no naciera. ¡°A mi hermano Paco, mi madre intent¨® abortarlo. Mi padre siempre le dijo, de broma, que al mejor de todos iba a carg¨¢rselo. Pero lo del aborto s¨®lo fue un menjunje que se prepar¨®. Ella ten¨ªa ya cuatro hijos y pasaba muchas fatigas. As¨ª que mezcl¨® aguardiente con azafr¨¢n en rama, clavo y otras cosas. Se lo tom¨® a media noche y yo cre¨ª que se iba a morir, pues se hab¨ªa muerto una mujer en la Fuentenueva porque se provoc¨® un aborto, pero se meti¨® perejil. Lo que mi madre ten¨ªa, con tanto aguardiente, era una taj¨¢ como un piano. Ese menjunje lo recomiendo yo mucho porque naci¨® el ni?o m¨¢s lindo que he visto.¡±
Luego est¨¢ el adolescente t¨ªmido que se negaba a cantar, por m¨¢s que su padre insist¨ªa en que lo hiciera, porque daba mucha verg¨¹enza y por eso se refugiaba detr¨¢s de la guitarra. El artista, cuyos discos se venden al p¨²blico japon¨¦s junto a los de Sinatra y Pavarotti, nunca se desprender¨ªa de la timidez. T¨¦llez cuenta que los escenarios siempre pon¨ªan nervioso a su paisano. ¡°Me pongo un foco en la cara para no ver a la gente. Porque si les veo las caras, no estoy a gusto. Me pongo muy tenso.¡± Recorri¨®, sin embargo, un mont¨®n en varios del mundo. Con un foco delante, sal¨ªa y se sentaba con las piernas cruzadas, las u?as bien limadas y barnizadas, las manos bien colocadas, a tocar la guitarra. Y de esta manera se hizo famoso, muy a su pesar.
El punto de inflexi¨®n en la carrera del hombre al que le gustaba bucear, pescar y jugar al f¨²tbol (siempre fue hincha del Real Madrid), ocurri¨® el d¨ªa en que conoci¨® a Camar¨®n de la Isla. Porque entonces de dio ¡°la conjunci¨®n de Urano con Saturno.¡± En esa ¨¦poca, ¡°Paco, como muchos j¨®venes de su generaci¨®n, hab¨ªa consumido hach¨ªs y hab¨ªa coqueteado con otras sustancias, pero se retir¨® a tiempo.¡± Camar¨®n, en cambio, un d¨ªa se baj¨® del caballo (EL PA?S dixit) pero volvi¨® a la coca. En el ¨ªnterin, llegar¨ªa el momento en que el cantaor de quej¨ªo brav¨ªo y aspecto leonino quiso ser independiente. ¡°La separaci¨®n fue profesional. Les agradaba encontrase en cualquier sitio¡±, puntualiza T¨¦llez quien, por cierto, un d¨ªa le pregunt¨® a otro de los grandes del falmenco, Enrique Morente, por qu¨¦ nunca hab¨ªa colaborado con Paco de Luc¨ªa. ¡°S¨ª hemos hecho algo juntos¡±, le respondi¨® el cantaor. ¡°En el disco El peque?o reloj, cuando llegu¨¦ al estudio para trabajar sobre las grabaciones de la guitarra de Manolo de Huelva, me encontr¨¦ con que Paco las hab¨ªa editado ya. No s¨¦ por qu¨¦ no lo puse en la carpeta del disco, con el tir¨®n comercial que hubiera tenido. Pero as¨ª fue.¡±
No hay en Paco de Luc¨ªa. El hijo de la portuguesa esc¨¢ndalos de dinero y amor. ¡°Si hablas de otra persona, de sus relaciones familiares o personales, traspasas el umbral de lo ¨ªntimo, pero no hay que cruzar las l¨ªneas rojas de aspectos mucho m¨¢s privados que no tienen por qu¨¦ trascender p¨²blicamente. Paco, como muchas otras personas, vivi¨® un proceso de separaci¨®n con su primera esposa, Casilda Varela, y se cas¨® luego con su viuda, Gabriela Canseco. Ignoro a qu¨¦ se refiere con los problemas de amor¨ªos. Tuvo una relaci¨®n pasional, mucho antes de conocer a Casilda, con una modelo argentina que fue miembro de los montoneros y a la que violaron y asesinaron los golpistas. Pero en este libro el ¨²nico morbo que probablemente encuentren los lectores sea el de reconocer a vuela pluma a uno de los mayores genios de la historia de la m¨²sica, que se encarn¨® en una persona fascinante y t¨ªmida¡±, sostiene Juan Jos¨¦ T¨¦llez.
¡ª?Podr¨ªamos decir entonces que esta es una ¡°biograf¨ªa autorizada¡±? ?La revis¨® la familia de Paco de Luc¨ªa antes de ser publicada?
¡ªEnvi¨¦ el original a su viuda, a algunos de sus hijos, a su hermano Pepe y a otros familiares y amigos. Me hicieron algunas precisiones sobre cuestiones diversas pero ni la autorizaron ni la desautorizaron. Sigo llev¨¢ndome bien con todos ellos, as¨ª que no debe haberles desagradado.
Si se aborda aqu¨ª la relaci¨®n que Paco de Luc¨ªa ten¨ªa con su padre. ¡°Antonio S¨¢nchez Pecino fue su primer maestro. Severo y cascarrabias, pero recto. Se qued¨® hu¨¦rfano con ocho a?os y tuvo que pegar bocados para que la vida no se lo tragara. Entre otros trabajos, se dio cuenta de que pod¨ªa medio ganarse la vida con un puesto en la plaza de abastos y tocando de noche la guitarra en las fiestas con que los exportadores de pescado y los transportistas cerraban sus negocios. En la Algeciras de entonces, sobraban cantaores y faltaban guitarristas, as¨ª que comprendi¨® que el toque pod¨ªa ser una buena formaci¨®n profesional para que sus hijos pudieran salir adelante. Sin embargo, Paco sent¨ªa una devoci¨®n sin l¨ªmites por su madre, Luz¨ªa. A pesar de ser portuguesa, dec¨ªa que parec¨ªa mucho m¨¢s andaluza que su padre.¡±
¡ª?Y c¨®mo llevaba Paco de Luc¨ªa eso de que ninguno de sus hijos hubiera seguido sus pasos en la m¨²sica? (dos de sus sobrinos s¨ª contin¨²an con la tradici¨®n).
¡ªRam¨®n, el hijo de su hermano Ram¨®n de Algeciras, comenta que debe tener un componente freudiano el hecho de que los hijos de los tocaores de la familia no hayan seguido los pasos de sus padres y, en cambio, lo hayan hecho los hijos varones de Pepe, de Antonio y el de Mar¨ªa S¨¢nchez, la hermana mayor. A Paco lo que le dol¨ªa no haber pasado m¨¢s tiempo con sus tres primeros hijos, Curro, Luc¨ªa y Casilda, con quienes manten¨ªa una estupenda relaci¨®n, pero por eso no le gustaba despegarse de Antonia y de Diego, los m¨¢s peque?os.
No se despeg¨® de ellos el hombre que hasta el ¨²ltimo d¨ªa de su vida rasg¨® su guitarra. Pero tampoco dej¨® de buscar la soledad creativa, alejado del bullicio art¨ªstico. Y as¨ª muri¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.