Groucho: si no les gusta, no hay otro
Hoy se cumplen 40 a?os de la muerte de uno de los c¨®micos m¨¢s ic¨®nicos del mundo
?Cu¨¢l es su cita favorita de Groucho Marx? En este planeta en que todo parecen haberlo dicho ¨¦l y Winston Churchill, esa es una buena pregunta para retratar a quien la responde. La m¨ªa es la de ¡°estos son mis principios; si lo les gustan, tengo otros¡±. Supongo que eso me retrata de la peor de las maneras, pero la frase tambi¨¦n nos viene al pelo para ilustrar el problema gordo de asignar la autor¨ªa de una idea a una personalidad tan abrumadora y magn¨¦tica como la de Groucho.
?La cita de los principios es de Sopa de ganso, tal vez la gran pel¨ªcula de los hermanos Marx (y con seguridad su gran fracaso de taquilla), y eso implica que la frase fue escrita probablemente por Arthur Sheekman, un cr¨ªtico teatral, dramaturgo y columnista reconocido por el propio Groucho como ¡°el ingenio m¨¢s r¨¢pido del Oeste¡±. Sheekman es solo uno de los cuatro guionistas de Sopa de ganso, pero es al que m¨¢s le pega esa l¨ªnea. ?l tambi¨¦n ten¨ªa su cita favorita de Groucho, que era: ¡°El mundo ser¨ªa un lugar m¨¢s feliz si los padres se comieran ellos mismos las espinacas¡±. Esa s¨ª que es de Groucho, si hemos de creer al ingenio m¨¢s r¨¢pido del Oeste.
En 1999, cuando muri¨® Luis S¨¢nchez Polack, la mitad m¨¢s alta de Tip y Coll, el elogio f¨²nebre m¨¢s com¨²n fue despedirle como el Groucho Marx espa?ol. Su apenado compa?ero Jos¨¦ Luis Coll puntualiz¨® que esa alabanza se quedaba corta, porque Groucho ten¨ªa la ayuda de grandes guionistas, mientras que Tip era ¨¦l y nada m¨¢s. Me impresion¨® aquel comentario (ya ven que me acuerdo de ¨¦l 18 a?os despu¨¦s). Pero Arthur Sheekman no era un simple guionista puesto ah¨ª por la productora. Era un gran cerebro, un alma gemela de Groucho y su mejor amigo. Era Coll.
No man is an island, ning¨²n hombre es una isla, que dijo el poeta metaf¨ªsico ingl¨¦s John Donne en 1624. Julius Henry Marx (Nueva York, 1890- Los ?ngeles, 1977), alias Groucho, muri¨® tal d¨ªa como hoy hace 40 a?os. Unos a?os menor que sus hermanos Chico y Harpo, aunque algo mayor que el secundario Zeppo, form¨® con ellos el grupo c¨®mico m¨¢s famoso durante tres d¨¦cadas, primero en los escenarios de Broadway y despu¨¦s en el creativo y pujante Hollywood de la ¨¦poca.
Desde ni?o me he partido de risa con ellos, pero conozco gente muy inteligente que no los soporta, as¨ª que no voy a hacer apolog¨ªas. Hay que decir, en cualquier caso, que los amantes de los hermanos Marx siempre hemos apreciado su cr¨ªtica pol¨ªtica corrosiva, su destrucci¨®n de la ley y el orden de los tiranos, su reducci¨®n al absurdo de las convenciones sociales, los sesgos irracionales y el prejuicio de los poderosos. Si Hitler se cabre¨® con Chaplin por El gran dictador, Mussolini prohibi¨® Sopa de ganso al considerarla un insulto personal. No puede descartarse que el fascista tuviera raz¨®n en esto y, de hecho, los Marx se mostraron encantados por sus declaraciones. Ojal¨¢ los ciudadanos italianos hubieran podido ver la peli en los a?os treinta, cuando todo estaba a punto de estallar por los aires. Pero eso queda para los novelistas de pol¨ªtica ficci¨®n. El efecto del arte en la historia es un buen tema para ese g¨¦nero, ?no creen?
Groucho era menor que Chico y Harpo, pero fue el primer hermano que sali¨® a un escenario, cuando solo ten¨ªa 14 a?os. Por entonces formaba parte de un tr¨ªo vocal. Sus hermanos se unieron a ¨¦l para formar un grupo de vodevil que triunf¨® en Broadway en los a?os veinte con sus canciones sat¨ªricas, n¨²meros de baile, humor absurdo y la inevitable ejecuci¨®n de Harpo al arpa y de Chico al piano. Fue precisamente el director de Sopa de ganso, el gran Leo McCarey, el primero que se atrevi¨® a cargarse los numeritos musicales de Harpo y Chico. Eso ayud¨® a hacer la pel¨ªcula m¨¢s din¨¢mica y narrativa, m¨¢s centrada en la corrosi¨®n vitri¨®lica del fascismo y de la guerra.
Pero, ya en sus comedias musicales del Broadway de los a?os veinte, los Marx gozaron del elogio de la cr¨ªtica de ceja alta, y fueron acogidos con entusiasmo por las ¨¦lites intelectuales de Nueva York. Groucho fue desde el principio el alma y el cerebro, la lengua viperina y el pensamiento agudo de aquel equipo rompedor.
Las cejas y el bigote pintados con bet¨²n, el frac, las gafas y el puro habano, se convirtieron de inmediato en un clich¨¦ o un icono. Y sobe todo esa extra?a manera de andar con la bisagra doblada, que nunca ser¨ªa superada en el cine hasta la de John Wayne, sigue siendo a¨²n hoy un enigma digno de consideraci¨®n por cualquier semi¨®logo del cine. Y, cr¨¦anme, esta es una especie de enorme ¨¦xito biol¨®gico. Hay tebeos y p¨®steres, pines y camisetas que siguen vendiendo kilos y toneladas de textil a costa del c¨®mico fallecido hace cuatro d¨¦cadas.
¡°Recuerden, muchachos¡±, dijo Groucho en Sopa de ganso, ¡°estamos luchando por el honor de esta mujer, lo que seguramente es m¨¢s de lo que nunca hizo ella¡±. Y s¨ª, ya sabemos que esa l¨ªnea la debi¨® de escribir ¡°el ingenio m¨¢s r¨¢pido del Oeste¡±, pero en el fondo nos da igual. Suena muy de Groucho, ?no es cierto? Seguimos inspir¨¢ndonos en ti, Groucho Marx. Eres el m¨¢s grande.
Babelia
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