Monika Zgustova: ¡°El Gulag sigue existiendo de forma no oficial¡±
Escritora.?En ¡®Vestidas para un baile en la nieve¡¯, la periodista checa ha recabado los estremecedores recuerdos y testimonios de mujeres supervivientes de los campos
La lectura de Vestidas para un baile en la nieve (Galaxia Gutenberg) da un fr¨ªo atroz, y no s¨®lo el que viene de la tundra, sino por el que procede del espanto. La escritora, traductora y periodista Monika Zgustova (Praga, 1957) reconstruye a golpe de recuerdo y confesi¨®n el horror vivido por las mujeres en los campos de prisioneros de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Para ello visit¨® a las supervivientes del infierno en sus hogares de Mosc¨², Par¨ªs y Londres y les arranc¨® un libro que cambi¨®, asegura, su vida. Es el otro Archipi¨¦lago Gulag.
PREGUNTA. ?C¨®mo le dej¨®, en el plano personal, la escritura del libro?
RESPUESTA. Entrevistar a estas supervivientes del Gulag y conocer de primera mano sus experiencias me cambi¨® la vida. Cuando hablas con ellas sobre lo que les pas¨®, cuando ves que hay ciertos detalles que no te quieren revelar, sus silencios¡
P. ?Qu¨¦ le ense?aron aquellos encuentros?
¡°A los viejos leninistas, mao¨ªstas, estalinistas o seguidores de Sartre en Europa les cuesta desdecirse y ocupan puestos clave¡±
R. Antes de aquello, yo daba importancia a cosas que no la ten¨ªan, peque?as incomodidades de la vida que me enfadaban, porque estamos demasiado bien acostumbrados. Ca¨ª en la cuenta de que no tengo derecho a quejarme de nada. Y de que soy capaz de superarlo todo. A aquellas personas les destrozaron la vida. Algunas pudieron rehacerla. Otras no.
P. Cuente alg¨²n caso.
R. Pues, por ejemplo, Valentina ?evleva me cont¨® c¨®mo el resto de su vida lo pas¨® sola, leyendo y perdi¨¦ndose en otras vidas porque la suya ya no le serv¨ªa.
P. En 2013, cuando ya preparaba Vestidas para un baile en la nieve, novel¨® el caso particular de Valentina ?evleva en La noche de Valia. ?C¨®mo se desdobl¨® para hacer realidad y ficci¨®n sobre un asunto as¨ª?
R. Son caminos que al final convergen. Hasta ahora he dedicado casi todas mis novelas a los horrores del comunismo, que viv¨ª con mi familia. Por eso este libro est¨¢ dedicado a mi madre, que es una superviviente de esos horrores. Tambi¨¦n mi padre fue perseguido en los a?os cincuenta y luego otra vez, despu¨¦s de la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia. Generalmente las novelas son verdad, aunque est¨¦n transfiguradas por la imaginaci¨®n. En cambio, en este nuevo libro no he utilizado la imaginaci¨®n, no hac¨ªa falta.
P. Entre el ¡°Esto tambi¨¦n pasar¨¢¡± del anillo del Rey Salom¨®n y el ¡°No olvidar¨¦¡± del poema de Anna Ajm¨¢tova¡ ?d¨®nde se sit¨²an las mujeres del Gulag?
R. Aquella tragedia les cambi¨® para siempre. Todas tuvieron grandes problemas para reincorporarse a la vida normal. No pod¨ªan entender la frivolidad de la gente normal que iba a los caf¨¦s, a los restaurantes, al cine o a los clubes de jazz¡ Quienes pudieron, por ejemplo, estudiar en la universidad, se obsesionaron con llenar su existencia a cada minuto con algo muy importante.
P. ?Qu¨¦ era ¡°algo importante¡±?
R. Para una de ellas era mantenerse fiel al esp¨ªritu de su primer novio, que fue disidente. As¨ª que sigui¨® siendo disidente el resto de su vida, fue una de las fundadoras del Memorial de Rusia. Otra, Elena, se puso a estudiar a los 40 a?os matem¨¢ticas y cibern¨¦tica, y se convirti¨® en una de las cient¨ªficas m¨¢s importantes de Rusia¡
P. ?Qu¨¦ fue lo que m¨¢s le impresion¨® de lo que le contaron?
R. Pues que algunas de ellas si pudieran repetir su vida, querr¨ªan volver a pasar por la experiencia del Gulag.
P. S¨ª, eso es una de las cosas m¨¢s impactantes, y dif¨ªcilmente explicables.
R. Hay que tener en cuenta que vivieron de una manera muy condensada lo m¨¢s importante de su existencia: el miedo, la humillaci¨®n, la ruptura con sus familias, la amistad, el cari?o, el amor¡
P. En una carta que le dirige Ariadna Efron-Tsvetaieva al escritor Boris Pasternak, amigo de su madre ¡ªla tambi¨¦n escritora, Marina Tsvetaieva¡ª escribe: ¡°Vivo en una tristeza sin expectativas¡±.
R. Terrible. Es un buen resumen de aquel infierno.
P. Puede que m¨¢s terrible sea el caso de Saf¨®nova, nacida en el Gulag.
R. Naci¨® y se crio en medio de la violencia. Habl¨¦ con su marido, que vive en Estados Unidos, y me cont¨® que su matrimonio no funcion¨®. Ella estaba tan tocada por lo que hab¨ªa vivido de ni?a que reaccionaba violentamente sin darse cuenta. Muchas se casaron con hombres que estuvieron presos en el Gulag que ten¨ªan problemas ps¨ªquicos, eran violentos, alcoh¨®licos¡ la vida no era f¨¢cil con ellos. Sin embargo, ellas les eligieron, porque con otros no se hubieran entendido.
P. Enemigas del pueblo, esposas o hijas de enemigos, conspiradoras¡ entre las razones por las cuales eran condenadas ?cabe incluir ¡°el mal por el mal¡±?
R. S¨ª. A Olga Iv¨ªnskaya, ¨²ltimo amor de Boris Pasternak, y a su hija Irina Emeli¨¢nova, las condenaron al Gulag en 1960, en plena era Jruschov. Aquello fue una venganza del KGB porque Pasternak se les hab¨ªa escapado, al morir apenas un a?o antes. Como no pudieron tenerle a ¨¦l, persiguieron a esta mujer. Otro escritor, Vitali Shentalinski, me dijo: ¡°Aqu¨ª en Rusia, la maldad es eterna¡±.
P. ?Por qu¨¦ se conoce el holocausto sovi¨¦tico mucho peor que el nazi? ?Cree que influy¨® cierta dejadez de los intelectuales izquierdistas europeos de los sesenta y los setenta?
R. Por supuesto. Aquellos viejos mao¨ªstas, lenininistas, estalinistas, seguidores de Sartre¡ Muchos todav¨ªa viven y les sigue costando mucho desdecirse. Algunos ocupan puestos claves en el periodismo, en la pol¨ªtica, en la econom¨ªa.
P. No pocos hicieron un extra?o viaje desde la izquierda extrema hasta la extrema derecha.
R. Es que es lo mismo, la extrema derecha y la extrema izquierda se tocan. Bueno, y nos olvidamos de algunas cosas, como que en 1945 EE UU y Reino Unido firmaron con Stalin un tratado seg¨²n el cual ten¨ªan que entregar a 2.000 rusos emigrados, muchos de los cuales ten¨ªan pasaporte americano o ingl¨¦s. Casi todos fueron enviados al Gulag y murieron all¨ª.
P. En Rusia hoy tampoco hay demasiado inter¨¦s en hablar del Gulag.
R. Intentan pintar el pasado como algo grande, hacen ver que no hubo p¨¢ginas negras, que ganaron la II Guerra Mundial. Pero de forma no oficial, el Gulag sigue existiendo en la Rusia de Putin, donde existen los trabajos forzados, las delaciones entre presos, las humillaciones¡ Rusia siempre ha sido as¨ª. Dostoyevski escribi¨® sobre lo que ¨¦l vivi¨® en Siberia. Jodorkovski cont¨® sus d¨ªas en la c¨¢rcel, las chicas de Pussy Riot¡ y Anna Politk¨®vskaya, a quien mataron el d¨ªa del cumplea?os de Putin.
Babelia
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