En busca de Homero
Cada generaci¨®n cuenta con su nueva traducci¨®n de los cl¨¢sicos para que ocupen un lugar en la cadena de transmisi¨®n cultural
En Sodoma y Gomorra (cuarto volumen de En busca del tiempo perdido), la abuela de Proust declaraba su rechazo a una Odisea en la que los nombres de los dioses no aparecieran en su forma latina en vez de la correspondiente griega. Hoy d¨ªa una traducci¨®n de las obras de Homero en la que figurara Minerva en lugar de su hom¨®loga griega Atenea har¨ªa que la mir¨¢semos con recelo, pero para la abuela de Proust ese era el rasgo que la reconfortaba frente a modernos traslados que apostaban por emplear la versi¨®n griega de los nombres de los dioses: audacias de los nuevos tiempos y de unas traducciones que no le proporcionaban la confianza de aquella cuya lectura la acompa?aba desde siempre, porque cada generaci¨®n cuenta con su propia traducci¨®n de los cl¨¢sicos.
El hecho traductor es tan antiguo como las ruinas de Babel, pero la traducci¨®n art¨ªstica naci¨® en Roma all¨¢ por el siglo III a. C. de manos de un prisionero de guerra llamado Andr¨®nico procedente de las ciudades griegas del sur de Italia. Convertido en liberto con el nombre de Livio, Andr¨®nico puso en lat¨ªn los versos de la Odisea, cuyos primeros compases sonaban as¨ª: ¡°Virum mihi, Camena, insece versutum¡± (¡°Dime de aquel var¨®n suave Musa¡±, seg¨²n la Ulyxea del siglo XVI debida al secretario de Felipe II, Gonzalo P¨¦rez; o ¡°H¨¢blame, Musa, del hombre de m¨²ltiples tretas¡±, en la versi¨®n de Carlos Garc¨ªa Gual).
Con la Odisea de Livio Andr¨®nico comenz¨® no solo la historia de la traducci¨®n art¨ªstica, sino tambi¨¦n de la ¨¦pica latina, que tuvo su cumbre en otro gran cl¨¢sico de la literatura universal: la Eneida de Virgilio, que beb¨ªa en la forma y en el fondo de la Iliada y la Odisea hom¨¦ricas. Gracias a Virgilio, el prestigio del viejo Homero lleg¨® intacto al Renacimiento, pero no as¨ª su obra, que a duras penas pod¨ªa ser reconocida a trav¨¦s de las narraciones sobre Troya que atravesaron el medievo. Dante pod¨ªa ensalzar a Beatriz mediante el verso hom¨¦rico ¡°No parec¨ªa hija de un hombre mortal, sino de Dios¡± y presentar a Homero como ¡°poeta soberano¡± en el primer c¨ªrculo infernal de su Divina comedia, pero no pod¨ªa leer ni en original ni en traducci¨®n la obra del aedo ciego. La misi¨®n de devolver los poemas de Homero a la cultura europea fue asumida por Petrarca y Boccaccio, quienes tras conseguir una copia manuscrita de los poemas se pusieron en contacto con Leoncio Pilato, un monje calabr¨¦s que se hac¨ªa pasar por griego. A ¨¦l se debe la prima traslatio europea ¡ªal lat¨ªn¡ª de la Iliada y la Odisea. Aunque conscientes de las deficiencias de la versi¨®n del impostor calabr¨¦s, Petrarca y Boccaccio se arrogaron el redescubrimiento del verdadero Homero, y durante todo el Quattrocento la traducci¨®n al lat¨ªn de sus dos obras se convirti¨® en objetivo del humanismo. Ello supuso el despegue de las aladas palabras hom¨¦ricas a las diversas lenguas nacionales, convirti¨¦ndose en una presencia constante en sus literaturas.
Cada traducci¨®n se inscribe necesariamente en un tiempo hist¨®rico concreto y pone de manifiesto el papel que un determinado cl¨¢sico puede desempe?ar en la cultura que lo recibe. Como la naturaleza oral de la poes¨ªa de Homero conllevaba la repetici¨®n de largas tiradas de versos o el empleo de ep¨ªtetos fijos en lugares determinados, estas caracter¨ªsticas fueron sentidas como flagrantes fallos de estilo en un periodo, el neocl¨¢sico, que se mostraba f¨¦rreamente estricto en los aspectos formales. A ello se sumaban las particularidades del universo hom¨¦rico, que contemplaba situaciones inaceptables para el guion cultural de la ¨¦poca: que un rey troceara con sus propias manos animales de corral o que los compa?eros de Odiseo, h¨¦roes de Troya, fueran transformados en cerdos por la maga Circe convert¨ªan a Homero en un autor literario sin go?t ni delicatesse, por lo que los traductores se sent¨ªan autorizados a embellecer sus traslados. Este fen¨®meno, conocido en Francia como el de les belles infid¨¨les, presidi¨® la mayor¨ªa de las versiones hom¨¦ricas entre los siglos XVII y XIX. En Espa?a, Antonio de Gironella sembr¨® su Odisea (1851) con notas como esta en la que justifica la traducci¨®n de ¡°lech¨®n¡± en lugar de ¡°cerdo¡± en el episodio de Circe: ¡°He procurado poner el nombre menos repugnante del animal escogido por Homero. ?Por qu¨¦ no tomar¨ªa el ciervo, la ardilla u otro de tantos seres agraciados de la naturaleza, sin ir a buscar el m¨¢s inmundo?¡±. ¡°Sagrada basura, aunque cocinada por Homero¡±, lleg¨® a escribir el conde de Roscommon en un ensayo sobre la traducci¨®n.
Las lenguas cl¨¢sicas deben ser rescatadas si no queremos convertirnos en un pa¨ªs de grandes traductores de traductores de Homero
Todo lo contrario va a ocurrir en el siglo del Ulises de Joyce, el siglo en el que Machado declaraba en sus Proverbios y cantares que en su infancia so?aba con los h¨¦roes de la Iliada, y Baroja modelaba sobre la escena de despedida entre H¨¦ctor y Andr¨®maca (canto VI de la Iliada) la despedida entre Catalina y el aventurero Zalaca¨ªn. En el siglo XX tanto el universo heroico de Homero como su lenguaje expresivo ten¨ªan cabida en un mundo que se rebelaba contra lo est¨¢tico y aspiraba a renovar el lenguaje emergiendo sobre las ruinas del lenguaje anterior. De esa pulsi¨®n surgieron en Espa?a las versiones en prosa de Luis Segal¨¢, que romp¨ªa con las traducciones del XIX y se caracterizaba por su lenguaje inusual y un acento modernista (¡°corn¨ªgero¡±, ¡°longividente¡±, ¡°torn¨¢tiles¡±, ¡°sol¨ªpedos¡±¡). El hecho de que estuviera en prosa ya marcaba distancias con toda la tradici¨®n anterior.
?Prosa o verso? Antes del siglo XX no exist¨ªa tal cuesti¨®n: la Iliada de Hermosilla o la Odisea de Baraibar estaban traducidas en endecas¨ªlabos. Pero a partir de la pasada centuria, la traducci¨®n de los poemas de Homero (poes¨ªa, s¨ª, pero narrativa) ha gozado en todas las lenguas de m¨²ltiples posibilidades de plasmaci¨®n: el empleo de prosa r¨ªtmica o de versos creados que remedan la versificaci¨®n original, el uso de metros consagrados por la tradici¨®n, prosa que respeta la disposici¨®n en verso del original, y as¨ª hasta conformar esa ¡°galer¨ªa internacional de obras en prosa y verso¡± que, gracias a su ¡°oportuno desconocimiento del griego¡± eran para Borges las versiones hom¨¦ricas.
Cada ¨¦poca cuenta, o deber¨ªa contar, con su traducci¨®n de los cl¨¢sicos, pues es a trav¨¦s de las traducciones como los lectores ocupamos el puesto que nos corresponde en la cadena de transmisi¨®n del humanismo que estos contienen. Otros pa¨ªses de cultura as¨ª lo entienden: es de envidiar que en lengua inglesa haya aparecido una decena de traducciones de la Odisea en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, siendo Emily Wilson la ¨²ltima en prestar la voz de nuestro tiempo al poeta que puso los cimientos de la literatura occidental. Pero para que en nuestro pa¨ªs se produzca la renovaci¨®n de estos motores del humanismo y del pensamiento es necesario que las lenguas cl¨¢sicas sean rescatadas del ostracismo, si no queremos convertirnos en un pa¨ªs de excelentes traductores de los traductores de Homero.
?scar Mart¨ªnez es traductor de Homero (La ¡®Iliada¡¯, en Alianza Editorial). Preside la delegaci¨®n de Madrid de la Sociedad Espa?ola de Estudios Cl¨¢sicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.