Cinco series documentales que te dejar¨¢n en ¡®shock¡¯
Una recopilaci¨®n de producciones televisivas que demuestran que la realidad supera (con creces) a la ficci¨®n
El pasado 16 de marzo Netflix estren¨®, casi a hurtadillas, Wild Wild Country, una serie documental que permanece adherida a la retina tiempo despu¨¦s de las cortinillas de cierre. Un producto cuyo ruido va en aumento gracias al fiable boca-oreja que amenaza con convertirlo en la sensaci¨®n documental del curso y en una de las experiencias audiovisuales m¨¢s demenciales y magn¨¦ticas que pueda deparar el 2018.
Dirigida por los hermanos Way (Chapman y Maclain), y producida por los hermanos Duplass (Jay y Mark), sus seis cap¨ªtulos destapan una de esas historias que dif¨ªcilmente encajar¨ªan en los marcos de la ficci¨®n por mucho "basado en hechos reales" que saludara tras los t¨ªtulos de cr¨¦dito. Lo m¨¢s se?alado en su caso, como puntualiz¨® el propio Mark Duplass en su cuenta de Twitter, es dejarse llevar por el carrusel de hechos inveros¨ªmiles y alucinantes desinformado, sin spoilers. Solo, y a modo de tentempi¨¦ con el que incitar a su visionado, reproducir lo que reza su argumento: Wild Wild Country cuenta la aventura de un gur¨² de la India (Bhagwan Shree Rajneesh) y su grupo de adinerados seguidores cuando deciden instalarse en una ciudad construida a modo de comuna en medio de una zona despoblada de Oreg¨®n. Un traslado que contar¨¢ con la oposici¨®n de la cincuentena de habitantes locales molestos con unos nuevos vecinos seguidores del amor libre y los rituales extra?os.
Wild Wild Country se encarrila en esas series documentales, normalmente las inscritas en el true crime (un subg¨¦nero que tambi¨¦n ha salpicado nuestras costas con Muerte en Le¨®n o Lo que la verdad esconde: Caso Asunta), que, dado el disparate ins¨®lito que cuentan, ponen al espectador ante la tesitura de forzarlo a creer en las im¨¢genes pese a que el raciocinio se incline por desmentir lo expuesto, derivando en una especie de estupor generalizado, seguido de un ¨¦xtasis enrarecido, lo que coloquialmente se entiende como "volar la cabeza".
M¨¢s f¨¢cil que intentar expresar ese cosquilleo mental a cada nueva sacudida, resulta lanzarse a otros exponentes televisivos del "stranger than fiction" ¡ªurge acu?ar una etiqueta en espa?ol para describir este tipo de documental¡ª emparentados con las sensaciones que provoca la nueva llegada de Netflix.
- The Jinx (HBO)
A?o: 2015
El aterrador relato de Robert Durst se erigi¨® en el nuevo paradigma de lo que deber¨ªa ser el true crime mod¨¦lico, y a su vez, en el desencadenante del boom por el subg¨¦nero que a¨²n se vive. Andrew Jarecki, quien ya cort¨® el riego sangu¨ªneo ocular con el devastador documental Capturing the Friedmans, no solo tuvo la habilidad de dar con un relato criminal fascinante y lleno de preguntas inc¨®modas sin esclarecer, sino de poner delante de c¨¢mara la g¨¦lida mirada de su protagonista, un t¨¦trico millonario neoyorquino de sonada ascendencia que se hab¨ªa ido de rositas de dos cr¨ªmenes que lo situaban muy cerca del lugar del asesinato. Sin embargo, lo que distingui¨® esta pieza, por encima del rol de Jarecki de documentalista detective, fue su espeluznante giro final. Una serie documental que desencaden¨®, durante la filmaci¨®n y su desarrollo (como un work in progress imprevisible), el destino de su principal objeto de estudio. Nunca antes HBO hab¨ªa entregado una prueba incriminatoria tan irrefutable.
- Making a Murderer (Netflix)
A?o: 2015
A rebufo del ¨¦xito de HBO con The Jinx, y clave para consolidar el true crime drama junto al podcast Serial, Netflix se aproxim¨® a finales de 2015 a la historia de Steven Avery, un hombre encarcelado injustamente durante 18 a?os por un crimen que no cometi¨®. Laura Ricciardi y Moira Demos encontraron en este caso su Paradise Lost (otro documental incre¨ªble sobre otro caso que engrosa el largo historial de inocentes en correccionales del pa¨ªs de las barras y estrellas). Un minucioso trabajo desplegado a trav¨¦s de 10 episodios con oscuros y asombrosos recovecos y giros desgarradores en una historia que a¨²n no se ha archivado. Otro fen¨®meno televisivo que trascendi¨® la pantalla, se instal¨® en la luz de la opini¨®n p¨²blica y lleg¨® incluso al despacho oval de Obama.
- Wormwood (Netflix)
A?o: 2017
Una de las muestras m¨¢s recientes de relatos peculiares la suministr¨® la plataforma de Reed Hastings bajo la prestigiosa lente de un pope en la materia. Errol Morris se responsabilizaba de reconstruir la pista de Frank Olson, un cient¨ªfico que participaba en un programa secreto de armas biol¨®gicas de la CIA (el Project MKUltra) hasta que salt¨® por la ventana de un rascacielos de Nueva York. Un docudrama, mitad periodismo de investigaci¨®n con el hijo de la v¨ªctima en el rol de detective-periodista, y la otra mitad con vi?etas ficcionadas que recrean los oscuros secretos ocultados a la opini¨®n p¨²blica, que vuelve a sembrar dudas al espectador, esta vez, no sobre la verosimilitud de lo que se narra, sino sobre esa versi¨®n oficial empaquetada, especialmente, si la CIA anda involucrada en el asunto.
- The Staircase: el caso de la escalera (Filmin y Youtube)
A?o: 2004
Esta miniserie francesa sent¨® un precedente moderno para el true crime cuando fue estrenada en 2004. La c¨¢mara de Jean-Xavier Lestrade se interes¨® por la muerte de Kathleen Peterson en su domicilio de Durham (Carolina del Norte). Lo que parec¨ªa una ca¨ªda por las escaleras se inclina hacia un macabro retrato de la monstruosidad cotidiana en el momento que las pruebas apuntan al marido de esta, un escritor llamado Michael Peterson. Tras ganar el Oscar al mejor documental un a?o antes con Murder on a Sunday Morning, Lestrade puso de relieve el potencial que se escond¨ªa en la serialidad de un asesinato lleno de misterios con esta serie documental que gozar¨ªa a?os despu¨¦s, en 2013, de un documental secuela y que a¨²n podr¨ªa tener una tercera vista con una tv movie que prepara el propio realizador franc¨¦s.
- Paradise Lost / Para¨ªso perdido (HBO Espa?a)
A?o: 1996
Aunque se aparta, estrictamente, del formato elegido para este art¨ªculo, Paradise Lost (en Espa?a, Para¨ªso perdido) merece su inclusi¨®n no solo por ser obra can¨®nica del drama criminal, sino que, adem¨¢s, su serialidad alcanz¨® una dimensionalidad medi¨¢tica que hizo traspasar su relevancia fuera de la pantalla. Esta trilog¨ªa de documentales servidos por HBO sigue los casos de los tres de West Memphis, tres j¨®venes de Arkansas apasionados por la m¨²sica heavy y con look g¨®tico convertidos en cabeza de turco de un espeluznante rito sat¨¢nico que acab¨® con la vida de tres peque?os de ocho a?os. Un may¨²sculo retrato sobre las deficiencias del sistema judicial, los prejuicios al outsider, y en definitiva, una cr¨®nica de una caza de brujas moderna asentada en la Am¨¦rica profunda mediante uno de los relatos m¨¢s escalofriantes del historial criminal norteamericano. El fen¨®meno, adem¨¢s de las tres citadas partes actualizando los avances en el caso, tambi¨¦n fue tratado por Amy J. Berg (y producido por Peter Jackson) en el documental West of Memphis y trasladado a la ficci¨®n de forma muy err¨¢tica por Atom Egoyan en la olvidable Condenados; demostrando que hay relatos que, de tan inveros¨ªmiles, resulta m¨¢s certero no cederlos al terreno de la ficci¨®n.
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