La actriz espa?ola que influy¨® en la Segunda Guerra Mundial
El escritor Javier Moro publica 'Mi pecado', libro que relata la vida de Conchita Montenegro, la int¨¦rprete que conquist¨® Hollywood
En una sala de pesadas alfombras verdes, de paredes cubiertas de madera antigua que seguro podr¨ªan relatar todo tipo de historias jugosas del pasado, de estanter¨ªas acristaladas repletas de car¨ªsimas botellas de ginebra y whisky, el autor Javier Moro se abre paso. El entorno parece evocar a la ¨¦poca dorada de Hollywood, justo el momento en el que est¨¢ ambientada su ¨²ltima novela, Mi pecado, que recrea la vida de Conchita Montenegro (San Sebasti¨¢n, 1911 - Madrid, 2007), la actriz espa?ola que conquist¨® la meca del cine, pero que quiso caer en el olvido. "Tenemos que recuperar la historia, recordar los mitos, porque muestran unos valores que todos compartimos y eso refuerza el v¨ªnculo social", explica Moro y recuerda que la actriz desempe?¨® un papel fundamental en el estatus de Espa?a durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando hace 12 a?os el autor se top¨® con la historia de Mar¨ªa de la Concepci¨®n Andr¨¦s Picado, como realmente se llamaba, qued¨® prendado de aquella truculenta vida que parec¨ªa sacada de la ficci¨®n. Su amigo Jos¨¦ Rey-Ximena hab¨ªa estado entrevistando a la int¨¦rprete para escribir El vuelo de Ibis, novela que trata sobre la repentina muerte de Leslie Howard, el eterno Ashley Wilkes de Lo que el viento se llev¨® y el amante de Conchita durante muchos a?os. "Aunque no quiso dejar a su mujer, siempre se comport¨® como un caballero conmigo", confesaba ella poco antes de morir.
Montenegro comenz¨® en el cine siendo a¨²n una adolescente. Con tan solo 16 a?os apareci¨® completamente desnuda, bailando en un tablao y reflejada en una botella en la pel¨ªcula La mujer y el pelele, de Jacques de Baroncelli. Aquello llam¨® la atenci¨®n de Hollywood y la joven cruz¨® el charco en 1930. Era el momento de transici¨®n del cine mudo al sonoro y, como a¨²n no exist¨ªa el doblaje, las grandes productoras contrataban a actores de toda Europa para que interpretaran el mismo filme pero en su idioma.? "As¨ª manten¨ªan la cuota de mercado que hab¨ªan conseguido con las pel¨ªculas mudas", explica el autor.
En poco tiempo, Los ?ngeles se convirti¨® en una torre de babel, en un epicentro de multiculturas y los espa?oles ten¨ªan un lugar privilegiado entre los pesos pesados de la meca del cine. "Garantiz¨¢bamos un cierto nivel de alboroto y diversi¨®n, por eso nos invitaban", record¨® el actor espa?ol Julio Pe?a en una ocasi¨®n. Desde Espa?a hab¨ªan acudido Luis Bu?uel, que se dedic¨® a "hacer el vago", seg¨²n sus propias palabras, Enrique Jardiel Poncela o Edgar Neville, quien, junto a Charles Chaplin, ense?¨® ingl¨¦s a Conchita.
En el ambiente de Hollywood, la actriz espa?ola era conocida por ser "la chica que abofete¨® a Clark Gable", una distinci¨®n que se gan¨® en la primera audici¨®n en la que mostr¨® su car¨¢cter indomable frente a un Clark Gable, que "quiso aprovecharse y besarla con lengua", algo que siempre se respetaba en el gremio. Al verlo, Buster Keaton la quiso contratar como protagonista femenina de su filme De frente marchen.
Un a?o despu¨¦s de aterrizar en tierras californianas, Conchita coincidi¨® con?Leslie Howard en Prohibido, t¨ªtulo en el que ella hac¨ªa de una bailarina polinesia y ¨¦l, de un americano que se enamoraban perdidamente. "Se creyeron sus papeles y comenzaron un apasionado romance", comenta Moro. Ella ten¨ªa 19 a?os, ¨¦l m¨¢s de cuarenta. Estaba casado, con hijos y no pensaba cambiar su vida por ella. Sin embargo, fue una de sus amantes m¨¢s importantes. "Abordar esta relaci¨®n fue un reto para mi porque me di cuenta de que en los libros siempre se contaba la historia de un affaire de est¨¢s caracter¨ªsticas desde el punto de vista del hombre maduro, pero nunca desde la jovencita", apunta.
Howard, aparte de representar el t¨ªpico gal¨¢n ingl¨¦s en las pantallas, ten¨ªa una faceta poco conocida: era un destacado activo en el Gobierno de Winston Churchill y un esp¨ªa al servicio de la corona inglesa, sobre todo, durante la Segunda Guerra Mundial. Simult¨¢neamente, Montenegro, cansada de esperarle, hab¨ªa dejado la vida de los focos y el glamur para convertirse en embajadora de asuntos exteriores de la Espa?a franquista junto a su prometido Ricardo Gim¨¦nez-Arnau, mano derecha del dictador espa?ol.
Era 1943, hab¨ªa habido un cambio de fuerzas en el frente y los Aliados comenzaban a registrar importantes victorias. Espa?a se manten¨ªa en un estatus de no beligerancia, pero para Churchill, que ve¨ªa cercano el fin de la guerra, no era suficiente. Quer¨ªa conseguir que Franco se declarar¨¢ neutral y los servicios de inteligencia brit¨¢nicos se enteraron de que el Jefe de Estado, firme amante del cine, hab¨ªa visto la pel¨ªcula Lo que el viento se llev¨® y le hab¨ªa conmocionado tanto que acab¨® llorando. Con Howard ten¨ªan a la persona id¨®nea para acercarse al falangista, solo faltaba que el actor pudiera reunirse con ¨¦l sin levantar sospechas. De esto se encarg¨® la actriz, que gracias a su buena posici¨®n, consigui¨® concertar una cita sobre la marcha.
Dos meses despu¨¦s de esta reuni¨®n, Franco declaraba Espa?a un pa¨ªs neutral en la guerra, aunque se desconoce cu¨¢nta influencia tuvo el actor sobre esta decisi¨®n. No obstante, y como si de un final de pel¨ªcula se tratase, a los pocos d¨ªas de producirse el encuentro, Howard se subi¨® a un avi¨®n para volver a Reino Unido y seis bombarderos alemanes lo derribaron. Los restos cayeron a la altura de Cedeira, localidad de Galicia, donde a d¨ªa de hoy hay un monumento dedicado al artista. "Conchita siempre se sinti¨® culpable de su muerte y sol¨ªa decir que si ella no hubiera entrado en su vida, Leslie seguir¨ªa vivo", afirma el autor.
Tras este hecho y al ocupar un cargo relevante en la vida pol¨ªtica espa?ola, con 37 pel¨ªculas en su haber, 18 de ellas en Hollywood, Montenegro "quiso cerrar esa etapa totalmente y caer en el olvido". Seg¨²n cuenta Moro, poco antes de fallecer, la actriz pidi¨® a Emilio, su portero, que le acompa?ara a la caldera. Frente al fuego, fue quemando todas las fotos y recuerdos que le un¨ªan a esa vida de diva del celuloide. "El portero cuenta c¨®mo vio desaparecer entre las llamas im¨¢genes de la actriz con Clark Gable, Gary Cooper, Johnny Weissmuller... Ella quiso borrar el pasado, ese pasado por el que su gran amor hab¨ªa muerto".
Babelia
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