El suizo que compr¨® un terreno en X¨¤bia para huir de la guerra y lo mantuvo virgen un siglo
El grabador Andr¨¦ Lambert lleg¨® al pueblo valenciano huyendo de la devastaci¨®n de la Gran Guerra
La cala del franc¨¦s, uno de los rincones de moda en X¨¤bia, guarda en el nombre el recuerdo de la intervenci¨®n de Andr¨¦ Lambert, el hombre que mantuvo virgen el tramo de costa que rodea la peque?a ensenada del pueblo valenciano. El paraje constituye, con la vecina bajada a la isla del Portitxol ¡ªcuya urbanizaci¨®n fue impedida por Guillermo Pons, coet¨¢neo de Lambert¡ª, una excepci¨®n id¨ªlica en la edificaci¨®n intensiva del litoral de Alicante.
A pesar de que siempre ser¨¢ recordado como tal, el reconocido grabador Andr¨¦ Lambert no era franc¨¦s, sino suizo, aunque naci¨® en Stuttgart (Alemania) en 1884. En una carta escrita a un amigo a principios de los a?os veinte en lat¨ªn, una de las lenguas que dominaba, Lambert contaba que descubri¨® X¨¤bia "huyendo de los horrores del invierno de Par¨ªs" y que el lugar le pareci¨® rec¨®ndito y "feliz, protegido y adornado maravillosamente por los beneficios de la naturaleza".
Lambert ¨Cque se libr¨® de la Gran Guerra por ser nacional de Suiza, un pa¨ªs neutral¨C?compr¨® 10 hect¨¢reas de terreno junto al mar con el dinero que le dej¨® su amigo Hans Diefenbach. Heredero de un comerciante enriquecido en India, Diefenbach, acogido por la familia de su amigo tras quedar hu¨¦rfano, socialista, pr¨®ximo a Rosa Luxemburgo y pacifista, particip¨® en la contienda como m¨¦dico militar y muri¨® al ser alcanzado por una granada, explica Josep Montes en el libro Los Lambert, entre Par¨ªs y X¨¤bia.
La devastaci¨®n f¨ªsica y moral causada por la I Guerra Mundial empujaron a Lambert a X¨¤bia despu¨¦s de que un conocido le recomendara, cuando se hallaba de paso por Valencia, visitar el peque?o pueblo de agricultores y pescadores situado a la sombra de la monta?a del Montg¨®, que le pareci¨® buc¨®lico.
"Reina por todas partes la tranquilidad y el reposo: la villa parece dormir en un lecho de flores y frutas. En el puerto, donde numerosos nav¨ªos ven¨ªan a cargar pasas y toda clase de mercanc¨ªas, raramente un peque?o bote surca el agua. En los grandes almacenes no encontrar¨¢s nada m¨¢s que ratones (...) y pensar¨¢s con tristeza en la abundancia de los tiempos pasados: todo se ha traslado a D¨¦nia. Hay personas disgustadas por este estado y que, so?ando con la prosperidad pasada, forman grandes proyectos para restablecer el comercio y aumentar los negocios. A m¨ª, por el contrario, me parece que todo eso ha resultado as¨ª por la voluntad del cielo y por efecto de la singular benevolencia divina", escribi¨® en la misma carta de los a?os veinte, rescatada en 2014 por la Fundaci¨®n Cirne.
El enamoramiento de Lambert y su esposa Raquel por el paraje donde fundaron su hogar, situado en el extremo sur de la bah¨ªa de X¨¤bia, en la conocida como zona del Portitxol, que entonces quedaba lejos del n¨²cleo urbano y a la que sol¨ªan subir en burro, atrajo al padre del primero. Andr¨¦ Lambert Jordan, arquitecto, hab¨ªa nacido en 1851 en Chaux-de-Fonds ¡ªel pueblo de Le Corbusier¡ª, y fue autor entre otros edificios del Museo Hist¨®rico de Berna, concebido inicialmente como museo nacional suizo. El hombre dedic¨® buena parte de los ¨²ltimos a?os de su vida a retratar sistem¨¢ticamente y con maestr¨ªa el paisaje urbano y rural, los monumentos, los objetos cotidianos y la arquitectura de X¨¤bia.
"Unos dibujos, acuarelas y descripciones literarias de huertos y villas de recreo en los que reflej¨® con gran detalle ese mundo mediterr¨¢neo de los jardines y la cultura del agua, del elogio de la sombra y del control microclim¨¢tico que en tantas ocasiones relacionaba con las ra¨ªces isl¨¢micas de la otra orilla del mar", escribe en la obra X¨¤bia, la mirada de un arquitecto (1922-1928) Vicent Garcia.
Pese a que la zona no ha dejado de revalorizarse desde mediados de los a?os cincuenta, Andr¨¦ Lambert, fallecido en 1967, y su hija Mila, pintora y autora de libros de arte para ni?os ¡ªgan¨® el Premio Internacional de Ilustraci¨®n de Bolonia¡ª, que sigue viviendo all¨ª, han mantenido el lugar pr¨¢cticamente como estaba hace un siglo.
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