El restaurador del v¨¦rtigo
Franco Blumer trabaja a 110 metros de altura para recuperar el esplendor dorado de la 'Madonnina' que domina el Duomo de Mil¨¢n
¡°Lo m¨¢s complicado fue superar el v¨¦rtigo¡±. El restaurador italiano Franco Blumer se subi¨® en 2012 a un andamio para dorar la escultura que corona la aguja de la catedral de Mil¨¢n. Desde que colocaron a la Madonnina all¨¢ arriba, en 1774, se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la ciudad. Mir¨® abajo y descubri¨® los casi 110 metros de altura que lo separaban del suelo. Era octubre y hac¨ªa un tiempo de mil demonios. Eso no pone las cosas f¨¢ciles a una restauraci¨®n que podr¨ªa pasar por un espect¨¢culo del Circo del Sol. La estatua de cuatro metros y medio est¨¢ hecha de bronce y hojas doradas, y hab¨ªa dejado de brillar. Blumer deb¨ªa recuperar su esplendor usando 6.750 hojas de oro puro, muy parecidas a una calcoman¨ªa... en medio de la tormenta.
El restaurador invent¨® un contenedor de medio metro de altura para refugiarse del viento y poder adherir las l¨¢minas de oro, para que el preciado pigmento no saliera volando. Aplic¨® por la cabeza, la cara, el cuello, los hombros y los brazos, las zonas m¨¢s afectadas y en las que m¨¢s pegatinas doradas us¨® ¡°para garantizar una resistencia mayor¡±. Blumer habla con este peri¨®dico y se muestra orgulloso por haber sido ¡°el primero en intervenir en la estatua in situ¡±. Las tres restauraciones previas de la obra de Giuseppe Bini se llevaron a cabo en el mes agosto y desmontaron la pieza.
Blumer encontr¨® una Madonnina que se corroe por dentro. El cobre no aguant¨® estar tan expuesto y seguir vivo, impecable. El dorado se hab¨ªa destruido y deteriorado. Se estaba desmigando y ajando. Como en toda restauraci¨®n que se precie, hubo sorpresa y no fue agradable: el restaurador de 1967 pint¨® la figura con una capa protectora sint¨¦tica (¡°zapan¡±), para hacer del oro un escudo indestructible. Sin embargo, el producto no fue ant¨ªdoto, sino veneno y aceler¨® el proceso de degradaci¨®n. Abri¨® grietas, p¨²stulas, telara?as y sales corrosivas. Un panorama desolador. As¨ª que Blumer tuvo que raspar a mano, all¨¢ arriba, todas las ¨¢reas ruinosas. Una vez limpi¨® la enorme escultura, tras eliminar los residuos y secar la superficie, comenz¨® el proceso del dorado.
¡°Las hojas de oro son calcoman¨ªas producidas manualmente, a petici¨®n nuestra, por Marino Menegazzo, del taller Mario Berta, en Venecia, el ¨²ltimo orfebre de Italia¡±. Y quiz¨¢ de Europa. Cerca del puente Rialto se encuentra su estudio, el mismo lugar donde vivi¨® Tiziano hace m¨¢s de cinco siglos. Con Marino trabajan su mujer y sus dos hijas (desde 1969), creando las l¨¢minas de oro a base de golpes de martillo sobre m¨¢rmol, hasta convertirlas en las finas escamas con las que Blumer cubri¨® la Madonnina.
Para llegar a lo m¨¢s alto de la estatua dedicaba unos 20 minutos. Tomaba dos ascensores, caminaba por los techos, sub¨ªa cuatro pisos de andamios y, por ¨²ltimo, la escalera que le llevaba hasta la punta de la aguja. All¨ª est¨¢ la escultura de la Asunci¨®n, la Madonnina, la mirada y los brazos abiertos, pidiendo protecci¨®n para la ciudad a Dios. Hasta 1954 no pod¨ªa haber nada m¨¢s alto en Mil¨¢n que ella, ning¨²n edificio ten¨ªa derecho a superarla, hasta que la Torre Breda se levant¨® sobre 117 metros del suelo. El restaurador cuenta que el peor d¨ªa de sus escaladas a la cumbre del Duomo fue aquel en que se encontr¨® completamente envuelto en la niebla.
En octubre de 2012 perdi¨® su miedo a las alturas y se convirti¨® en el especialista en recuperar el patrimonio en el abismo. ¡°Nunca he vuelto a trabajar en una situaci¨®n tan dif¨ªcil¡±, dice, pero sus encargos en las alturas se han multiplicado y ha recuperado otras figuras en el norte de Italia como la estatua de san Miguel Arc¨¢ngel, en la c¨²pula del santuario de Madonna de Tirano, o el campanario de la parroquia Paladina, para devolverle la vida a un san Alejandro.
Blumer es el claro ejemplo de que la restauraci¨®n no es para cualquiera: ¡°No se puede improvisar en un sector tan importante y delicado. Es un trabajo para el que necesitamos formaci¨®n, compromiso y actualizaci¨®n continua¡±. En Italia, los restauradores aguardan la lista de profesionales cualificados para la restauraci¨®n que publicar¨¢ el Ministerio de Bienes y Actividades Culturales.
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