Elmer Mendoza: ¡°Solo puedo crear asesinos y narcos idealiz¨¢ndolos¡±
El padre de la narcoliteratura vuelve con la quinta entrega de la serie de Edgar 'El Zurdo' Mendieta
Al ver y o¨ªr hablar a Elmer Mendoza (Culiac¨¢n, 1949) nadie dir¨ªa que es el uno de los grandes diseccionadores literarios de la cloaca en la que anda metido M¨¦xico. Afable, de gestos suaves y una voz que reproduce la extra?a musicalidad con la que su prosa cuenta los hechos m¨¢s brutales, Mendoza es el padre de la narcoliteratura y responsable de la serie del polic¨ªa Edgar El Zurdo Mendieta, cuya quinta entrega, Asesinato en el Parque Sinaloa (Literatura Random House) acaba de llegar a Espa?a. Mendoza est¨¢ en Madrid promocionando la novela y como estrella de Getafe Negro, festival en el que M¨¦xico es el pa¨ªs invitado.
El Zurdo es un polic¨ªa de alma melanc¨®lica que investiga un asesinato, crimen que sirve a su creador para abrir el foco y presentarnos con realismo el mundo del narco. ¡°El peque?o delito es la puerta de entrada a la inmensa cloaca que es la realidad de mi pa¨ªs y que tardar¨¢ tiempo en arreglarse¡±, cuenta Mendoza a EL PA?S tras una breve pausa para reflexionar que repetir¨¢, al igual que su ritmo cadencioso, durante toda la charla.
Personaje sobre el que no se pueden aplicar an¨¢lisis groseros, El Zurdo es un polic¨ªa que lucha por la justicia, pero tambi¨¦n acepta un soborno o es amigo ¨Cy siempre queda la duda de si algo m¨¢s¨C de Samantha Vald¨¦s, la capisa, la jefa del narco, un personaje poderoso, atractivo y destructor. ?No le da miedo idealizar a asesinos y narcotraficantes? ¡°F¨ªjate que no, porque solo los puedo crear idealiz¨¢ndolos. Nunca he negado cierta admiraci¨®n por estos personajes. Lo importante del asunto es crear seres memorables que se conviertan en entra?ables para el lector. Ella solo puede ser la jefa siendo muy fuerte, es una forma radical de feminismo, muy contempor¨¢nea ¡±, confiesa el autor de Besar al detective.
No es Samantha Vald¨¦s el ¨²nico personaje femenino fuerte de una serie que tiene en Ger ¨Cla figura maternal que cuida de la casa de El Zurdo¨C y en Gris Toledo ¨Ccompa?era del detective, ejemplo de integridad y brillante investigadora¨C dos pilares de la narraci¨®n. ¡°Todas son modelos de mujer que tengo en mi familia. Mi madre, mi t¨ªa, mi abuela, mi esposa, mi hija¡ son mujeres de car¨¢cter fuerte que resuelven y que no reclaman nada por hacerlo porque ven que ese ese es su papel¡±, cuenta con una sonrisa.
Todo sigue igual. El mercado sigue abierto al otro lado de la frontera. Hasta donde tenemos noticia los narcos siguen haciendo su trabajo
En Asesinato en el Parque Sinaloa el lector sabe desde el inicio qu¨¦ ha pasado con el crimen que da t¨ªtulo a la obra y ven c¨®mo los detectives se acercan a la resoluci¨®n, se equivocan, se pierden. Una estructura que Mendoza reconoce que utiliz¨® por buscar algo nuevo, por autrotransgredirse, ¡°por el placer de volver a empezar cada vez¡±.
Hay otros dos aspectos marcan radicalmente la obra de Mendoza: el lenguaje y la frontera. El primero, lleno de resonancias de la calle y regado con los vocablos del habla sinaloense, es esencial para que el lector viaje hasta ese M¨¦xico tan cerca de EE UU, donde todo tiene su origen. ¡°Todo sigue igual. El mercado sigue abierto al otro lado de la frontera. Hasta donde tenemos noticia los narcos siguen haciendo su trabajo. Los adictos necesitan sustancias y ellos se las llevan¡±, analiza.
El peque?o delito es la puerta de entrada a la inmensa cloaca que es la realidad de mi pa¨ªs
Escritor que reconoce que tarda m¨¢s en corregir que en escribir, con esta quinta entrega de la serie, que no ser¨¢ la ¨²ltima, Mendoza completa su relato m¨¢s melanc¨®lico y muestra, de paso, otras caras del narco, lo aburrido o estresante que puede llegar a ser, los excesos megaloman¨ªacos de algunos, las miserias de otros. Cuando ya ten¨ªa la novela casi terminada, el Chapo fue detenido en Los Mochis, la misma localidad donde est¨¢ situada Asesinato en el Parque Sinaloa. ¡°Fue algo que me sacudi¨®, pero ya ten¨ªa casi terminada la novela y soy novelista, no polic¨ªa, as¨ª que segu¨ª. Son trampas que te pone la vida¡±, cuenta divertido.
Ahora prepara la segunda entrega de otra serie, la del Capi Garay, una inmersi¨®n fant¨¢stica en el mundo juvenil que le sirve tambi¨¦n para explorar su lenguaje y tomarse un respiro del Zurdo sin olvidar, nunca, el retrato de un pa¨ªs devastado.
El Zurdo y Pedro P¨¢ramo
Van ya cinco entregas de la serie de Edgar El Zurdo Mendieta pero no sabemos mucho de ¨¦l. S¨ª d¨®nde y con qui¨¦n vive, que le gusta el Nescaf¨¦, que dej¨® la carrera de letras a medias, que es enamoradizo y que adora a su hijo. Elmer Mendoza culpa a Juan Rulfo y su Pedro P¨¢ramo, un personaje ¡°diluido¡± que fascina a Mendoza y del que se qued¨® prendado hace tiempo. En esta novela, Mendieta se la juega por amistad, pero ha perdido un poco el control de todo, arrastrado por el alcohol y la pena. No estamos, sin embargo, ante el final inminente del personaje. ¡°Tengo claro que no lo voy a matar pero no quiero que termine retirado y siendo un alcoh¨®lico. Tiene que retirarse y volverse un hombre decente para que no le pase como a esos deportistas que no saben qu¨¦ hacer cuando lo dejan. ?Y si vuelve a la universidad?¡±.
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