Estrellas sin firmamento
La eclosi¨®n de escritores del ?frica subsahariana contrasta con la situaci¨®n material del sector del libro en la regi¨®n
¡°No podemos entender el mundo si seguimos pretendiendo que una peque?a fracci¨®n es representativa del mundo entero (...) las historias deben mirar al mundo a la cara: es el momento de decir que la superioridad econ¨®mica no significa superioridad moral. Es el momento para nuevos narradores¡±, asegur¨® la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, paradigma de la rutilante voz literaria y de pensamiento que emerge imparable del ?frica subsahariana, en su parlamento inaugural de la 70? Feria del libro de Fr¨¢ncfort hace 15 d¨ªas. La industria da la raz¨®n a la autora de Americanah o Todos deber¨ªamos ser feministas: la cita mundial m¨¢s importante del sector promovi¨®, bajo un significativo ep¨ªgrafe a dos lenguas, Lettres d¡¯Afrique: changing de narrative, una veintena de actos donde 34 exhibidores de 19 pa¨ªses, de Benin y Burundi a Togo o Zimbawe, diseccionaron la situaci¨®n del libro en su regi¨®n. Ah¨ª hay ya una mina al aire libre. Pero la esquizofrenia es total. Mientras en el estand de la exquisita Editions du Seuil francesa luc¨ªa una fotograf¨ªa gigante del congole?o Alain Mabanckou como su gran apuesta para la rentr¨¦e literaria, en el foro se constataban los problemas de los editores subsaharianos para encontrar (y pagar) papel para sus libros.
Salir del estante
¡°Cuentan historias universales, de la familia a la guerra, de la maternidad al genocidio, del amor a la angustia vital o de la muerte, pero con el poso de una po¨¦tica nacida de la tradici¨®n oral que ahora ya se ha consolidado en la escritura al pasar por el conocimiento, la lectura y la pr¨¢ctica de una tradici¨®n escrita occidental por parte de unos autores que se han formado en EE UU o Europa; y eso les ha dado una potencia literaria de la que antes su relato carec¨ªa¡±, apunta Anna Soler-Pont, licenciada en Filolog¨ªa ?rabe, que hace 26 a?os cre¨® la agencia literaria Pontas con la intuici¨®n de dar a conocer autores africanos en Occidente. ¡°Al poco lo tuve que dejar y ampliar el ¨¢mbito porque no hab¨ªa demanda, era riesgo puro: los editores no los quer¨ªan; mandan los n¨²meros¡±, dice. Por eso hoy ya tiene una decena, tres de los cuales (la ghanesa Ayesha Harruna Attah, la sudafricana Kopano Matlwa y la nigeriana Minna Salami) formar¨¢n parte de la antolog¨ªa New daughters of Africa, que aparecer¨¢ en marzo pr¨®ximo en EE UU, heredera de la seminal Daughters of Africa (Virago), de 1992, y que recoge tanto las grandes voces del continente como de la di¨¢spora intelectual.
¡°Las editoriales occidentales s¨®lo publican valores seguros, que usan una de las cuatro lenguas coloniales, ingl¨¦s, franc¨¦s, portugu¨¦s o espa?ol, cuando el patrimonio africano oral y escrito y, por tanto, su cosmovisi¨®n, es vast¨ªsimo; hay voces en lengua yoruba, por ejemplo, pero, claro, viven en una di¨¢spora entre Nigeria, Togo, Benin, Somalia... que hace dif¨ªcil su conocimiento¡±, admite Raphael Thierry, de la plataforma EditAfrica y uno de los dinamizadores del foro de Fr¨¢ncfort. No hay muchas cifras de nada y tampoco son seguras, pero se calculan en unas dos mil las lenguas habladas en el continente. Thierry enmarca a¨²n en ¡°cierta l¨®gica colonial¡± el trato editorial del Norte con relaci¨®n a la ?frica subsahariana: ¡°Los anglosajones, como Penguin Random House o Pan Macmillan, tienen filiales en algunos pa¨ªses, como Sud¨¢frica; los franceses son m¨¢s verticales y lo centralizan todo en Par¨ªs, pero en ambos casos la estrategia es vender mayormente sus autores occidentales a las nacientes clases medias africanas¡±. Soler-Pont matiza. ¡°Por vez primera, el proceso se est¨¢ revirtiendo; se trata de consolidar y normalizar la literatura subsahariana; de momento, mayormente con escritores que usan las lenguas coloniales, lo otro tardar¨¢ un poco m¨¢s; aqu¨ª lo importante es que no est¨¦n ya en un peque?o estante que ponga ¡®Literatura africana¡¯ sino ¡®Literatura¡¯, a secas¡±.
Un papel muy fr¨¢gil
¡°Se presta atenci¨®n a los autores, pero nunca a la industria¡±, se lamenta Thierry. Y es que la cadena del libro es fr¨¢gil en ?frica. ¡°Es dif¨ªcil acceder al papel porque es muy caro, tanto fabricarlo como traerlo¡±, asegura el doctor en literatura y civilizaciones comparadas. Eso solo ya dificulta hacer grandes tirajes, acotados tambi¨¦n por el mercado, peque?o por razones culturales y econ¨®micas. La consecuencia es que buena parte de los editores africanos suelen hacer dos versiones de un libro: una m¨¢s econ¨®mica, con tapas blandas y muchas veces grapada, y otras encoladas, m¨¢s parecidas a las occidentales m¨¢s modestas. La distribuci¨®n es una tortura: ¡°Es dif¨ªcil por falta de infraestructuras terrestres en pa¨ªses muy extensos; suele ser por avi¨®n y eso lo encarece¡±, aclara Thierry. Las librer¨ªas son escasas y muy particulares. Las de Camer¨²n dan un poco la pauta: el 55% son de las que se llaman ¡°de poteau¡±, de segunda mano, en algunos casos, ambulantes; un 28% son peque?as papeler¨ªas con algo de libros; un 10%, quioscos, y s¨®lo un 7% son librer¨ªas profesionales.
¡°Las diferencias entre pa¨ªses son notables y dentro de cada uno, entre el campo y la ciudad tambi¨¦n; Sud¨¢frica es el m¨¢s parecido a un pa¨ªs occidental y Nigeria, por ejemplo, crece exponencialmente, pero es muy desigual. En Lagos, antigua capital, se ve esa clase media nacida con la industria del petr¨®leo, que ha enviado a sus hijos a estudiar al extranjero y que es la que compra libros; y eso contrasta con el campo, donde no hay librer¨ªas ni bibliotecas¡¡±, retrata Soler-Pont. Hace unos meses, estuvo en el Open Book Festival de Cape Town, en Sud¨¢frica, pa¨ªs con dos de los 14 grandes festivales literarios de todo el continente, apenas una docena si se quitan los de los pa¨ªses ¨¢rabes norteafricanos. Sud¨¢frica tambi¨¦n concentra un 25% de las 12 ferias del libro. El Open Book es muy joven: la primera edici¨®n es de 2011 y no llega al centenar de actos (la de Fr¨¢ncfort, cada vez m¨¢s festival, tiene m¨¢s de 4.000). Soler-Pont se encontr¨® con escasas agencias literarias: ¡°Aut¨®ctonas, hay pocas; la mayor¨ªa de autores est¨¢n con agentes de Nueva York o Londres, pero una buena parte no quieren estar representados por la metr¨®polis colonial¡±, apunta. A¨²n con todo, Sud¨¢frica es la segunda potencia editorial del continente tras Egipto; la tercera es Nigeria. Kenia, Uganda, Etiop¨ªa y Zimbabue cerrar¨ªan el ranking de los diez primeros, tras Marruecos, T¨²nez y Argelia.
Analfabetismo y m¨®viles
El drama del libro en el ?frica subsahariana es el analfabetismo: la regi¨®n tiene la tasa de alfabetizaci¨®n m¨¢s baja del mundo junto al sudeste asi¨¢tico. La media es de un 65%, con una notable diferencia entre hombres (72%) y mujeres (57%). Entre los j¨®venes, las cifras mejoran: un 75% en global, y s¨®lo siete puntos de diferencia entre chicos (79%) y chicas (72%). En 16 pa¨ªses de la regi¨®n, seg¨²n la Unesco, el analfabetismo alcanza a la mitad de la poblaci¨®n. La pir¨¢mide de edad, muy joven, permite crecer al sector por la v¨ªa de la literatura infantil y juvenil y por el programa escolar. Thierry alerta: ¡°El libro educativo permite vivir al editor africano, pero ese mercado, en buena parte por problemas materiales, est¨¢ copado en un 80% por las editoriales norteamericanas, francesas y canadienses; es una nueva colonizaci¨®n¡±. El ¨²nico oasis lo proporcionan las universidades: tienen alguna biblioteca, sus departamentos contactan con sus hom¨®logas internacionales difundiendo las nuevas voces literarias de sus pa¨ªses y poseen un buen servicio de internet. Porque el libro electr¨®nico tambi¨¦n va lento: La NENA (Nouvelles Editions Numeriques Africaines) se cre¨® hace apenas una d¨¦cada en Senegal y aun reuniendo a 35 editores africanos de diferentes pa¨ªses, tiene un cat¨¢logo de 1.100 t¨ªtulos. Doble problema: las redes de telefon¨ªa m¨®vil van despacio (ahora empieza a generalizarse el wifi en Camer¨²n, Senegal o la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo) y hay miedo a la pirater¨ªa: una vez acordada la digitalizaci¨®n de un t¨ªtulo, la media para iniciar el proceso es de 18 meses, admite el director general de NENA, Marc-Andr¨¦ Ledoux. O sea, la esperanza de que saltarse pasos (distribuci¨®n, librer¨ªas¡) gracias a la tecnolog¨ªa no ser¨¢ algo tan inmediato.
¡°?Usted cree en una ?frica de los libros? Nosotros tambi¨¦n¡±, reza el anuncio que la congole?a OAPE (Observatoire Africain des Professionals de l¡¯Edition) insert¨® hace tres meses en el segundo n¨²mero de la revista mensual Publishers & Books, dedicada al sector en ?frica. Quiz¨¢ por eso, a pesar de todo, Chimamanda Ngozi Adichie ha llegado ya a ser lectura de Secundaria en Suecia.
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