Prodigios del chandalismo ilustrado
Gecko Turner resume quince a?os de itinerancia con 'Soniquete'
Hablemos de m¨²sica, por favor. Estas semanas son temporada alta para el negocio discogr¨¢fico y ya est¨¢n llegando oleadas de novedades que buscan atraer el dinero caliente navide?o. Como siempre, unas pocas ser¨¢n celebradas hasta el delirio ¨Cno s¨¦ si saben que Rosal¨ªa ha lanzado un ¨¢lbum- y otras muchas pasar¨¢n inadvertidas. Estoy pensando, por ejemplo, en Soniquete, el recopilatorio de Gecko Turner en el sello Lovemonk. Cada una de sus 14 canciones contiene m¨¢s m¨²sica creativa que toda una gala de Operaci¨®n Triunfo pero ya sabemos, o deber¨ªamos saber, que ese reality show poco tiene que ver con el arte de Euterpe.
En verdad, Gecko Turner no se parece a nadie en el panorama espa?ol. Por su swing sonoro y por su fabulosa tenacidad. Aqu¨ª, hasta los m¨¢s talentosos terminan rebajando su repertorio con arreglos sinf¨®nicos o parodi¨¢ndose en discos hechos con desgana; acostumbrados a las vacas gordas de las discogr¨¢ficas, algunos de nuestros genios llevan un quinquenio o m¨¢s sin grabar. Gecko sabe que nuestro tiempo es corto y que los discos son el indispensable legado: produjo el ¨²ltimo ¨¢lbum de Fernando Terremoto y le pasmaba que aquel cantaor pudiera haber pasado una d¨¦cada sin pisar un estudio.
Desde hace quince a?os, Gecko funciona con una br¨²jula misteriosa, viajando para grabar en diferentes pa¨ªses. Cuesta imaginar la econom¨ªa de esa forma de producir. De hecho, mejor no pensar en las realidades pr¨¢cticas de la profesi¨®n tal como la entiende Gecko. El hombre tiende a fantasear con una paleta multicolor y eso le obliga a buscar instrumentistas, t¨¦cnicos, estudios que aporten autenticidad a ritmos africanos, brasile?os, antillanos. Cuidado, no piensen en mestizajes quir¨²rgicos: finalmente domina su querencia expresiva por el soul y el funk, cimentada en una educaci¨®n de rock y flamenco. Eso supone, supongo, mucho volar en aerol¨ªneas low cost con el Mac debajo del brazo.
Soniquete confirma que el resultado final es m¨²sica org¨¢nica, coherente a pesar de tanto desplazamiento. De hecho, el principal impedimento del profano ante Gecko reside en su particular¨ªsima expresi¨®n vocal: cuando canta (le gusta ceder el micro a otros vocalistas), lo hace en diferentes idiomas, retorciendo su garganta; requiere habituarse a esas peculiaridades. Igualmente, su lenguaje puede acercarse a la opacidad. Dif¨ªcil que alguien pille, de primeras, que 45.000 $ (Guapa pasea) retrata el drama de la explotaci¨®n sexual de tantas nigerianas en Europa o que el truculento final de Little Sonny refleja exactamente el suicidio de Sam Brown, el vocalista principal de The Intruders, aquel sedoso grupo de Filadelfia.
Tiene Gecko cuatro vigorosos discos largos, m¨¢s Manipulado, una colecci¨®n de remezclas que no ha sido utilizada para esta antolog¨ªa. Dado el actual imperio de la est¨¦tica blandita en la m¨²sica espa?ola, Soniquete est¨¢ pensado para la exportaci¨®n, con notas en ingl¨¦s. Supone un alivio comprobar que han sido incapaces de traducir el t¨ªtulo de su segundo ¨¢lbum, Chandalismo ilustrado. Nada que ocultar: se trata de una broma privada de sus disqueros, derivada del gusto del artista por la ropa informal y, quiero pensar, su amplia cultura musical.
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