Los bajos humores de la sociedad del siglo XVII
Un historiador zaragozano bucea en los cr¨ªmenes y delitos de una ¨¦poca a trav¨¦s de los documentos de la justicia eclesi¨¢stica
En una c¨¦ntrica calle de Zaragoza?hab¨ªa una casa con las ventanas siempre cerradas por la que desfilaban aut¨¦nticas romer¨ªas de monjes franciscanos entrando y saliendo con llave propia. En una de las estancias, varios de ellos, incluso, llegaban a encerrarse a la vez con una mujer de nombre Francisca. Hasta que los vecinos dijeron basta y pusieron fin a ese "lupanar especializado". Una simple denuncia de un residente en esa misma calle acab¨® con el prost¨ªbulo preferido de los franciscanos en el siglo XVII.
Si este proceso no qued¨® enterrado en siglos de historia es porque lleg¨® a los tribunales con todos los detalles. Los archivos judiciales eclesi¨¢sticos recogen cientos de relatos de amores prohibidos, terribles agresiones sexuales, prostituci¨®n, la entonces vetada homosexualidad e incluso reyertas en plena misa. El historiador Juan Postigo se sumergi¨® durante meses en el archivo diocesano de Zaragoza para rastrear los bajos fondos de la sociedad de los siglos XVII y XVIII.
"Los documentos son realmente expl¨ªcitos. Como no hab¨ªa pruebas forenses, los investigadores hac¨ªan interrogatorios muy exhaustivos que han quedado completamente registrados", afirma el investigador, cuyo trabajo ha quedado recogido en el libro El paisaje y las hormigas (Universidad de Zaragoza). Como explica Postigo, muchas de las pr¨¢cticas consideradas ilegales eran aceptadas por la sociedad, hasta que un punto de inflexi¨®n las convert¨ªa en insostenibles y llegaban a los tribunales. En el caso del prost¨ªbulo de los franciscanos, el detonante fue la discusi¨®n de uno de los vecinos con el due?o de la vivienda.
Los procesos judiciales muestran peque?as fotograf¨ªas de las costumbres de la ¨¦poca. Uno de ellos narra la tormentosa relaci¨®n entre un noble y una criada, que acab¨® con el embarazo de esta. Cuando la mujer fue a reclamarle ayuda al hombre para mantener al beb¨¦, este eludi¨® sus responsabilidades, por lo que ella recurri¨® a una hechicera morisca. Un criado escuch¨® a la mujer en plena conversaci¨®n con la supuesta bruja y se lo cont¨® al noble, que sugestionado por las pr¨¢cticas m¨¢gicas empez¨® a tener problemas para mantener relaciones sexuales y decidi¨® ayudar a la madre de su hijo.
El g¨¦nero femenino tuvo que entrar dentro de los c¨¢nones moralistas de una vida dependiente del marido. Si quer¨ªan mantener idilios amorosos ten¨ªan que entrar en el mundo de la ilegalidad
En las leyes morales de la ¨¦poca, lo p¨²blico y lo privado se confunden. Los escritos muestran denuncias contra nobles por acostarse con alguna de sus sirvientas. O, por ejemplo, una acusaci¨®n contra la mujer de un posadero por mantener una relaci¨®n con un hu¨¦sped. "La sexualidad solo pod¨ªa tener lugar dentro del matrimonio, todo lo dem¨¢s deb¨ªa perseguirse. Adem¨¢s, las personas de diferentes estratos no pod¨ªan juntarse y constantemente nos encontramos con hombres y mujeres que se saltaban estas normas", apunta Postigo.
El historiador define a la mujer como un "agente de transgresi¨®n permanente" por las estrictas reglas en las que estaban encorsetadas. "El g¨¦nero femenino tuvo que entrar dentro de los c¨¢nones moralistas de una vida dependiente del marido. Si quer¨ªan mantener idilios amorosos ten¨ªan que entrar en el mundo de la ilegalidad". Tambi¨¦n se detallan numerosos casos de malos tratos a mujeres, que llegaban a ser asunto p¨²blico ¨²nicamente cuando alcanzaban cotas especialmente crueles, como en el caso de Agust¨ªn Pintor, un hombre que obligaba a su mujer a prostituirse, le pegaba cuando los clientes se cansaban y dejaban de pagar y se paseaba por el mercado con su amante abiertamente. "La pobreza hac¨ªa a las mujeres dependientes de los hombres", describe Postigo.
M¨¢s all¨¢ del chascarrillo de barrio hecho juicio, los documentos ofrecen detalladas descripciones de hechos atroces, como disparos en mitad de la noche, madres que prostituyen a sus hijas o agresiones sexuales a ni?as. El escritor recoge el asesinato dentro de la bas¨ªlica del Pilar del platero Tom¨¢s Teller, que al acabar sus oraciones recibi¨® un carabinazo de alguien que hab¨ªa preparado cuidadosamente el lugar y el modo en el que iba a acabar con su vida. Sucedi¨® la noche del 29 de agosto de 1687. "Como los templos eran los lugares donde la sociedad cristiana hac¨ªa la mayor parte de su vida, tambi¨¦n se convirtieron en escenario de los cr¨ªmenes", explica Postigo.
La vecina catedral de La Seo tambi¨¦n alberg¨® reyertas, como la impresionante pelea a pu?etazos que enfrent¨® a dos religiosos en plena misa el 2 de noviembre de 1747. Todo se desencaden¨® porque uno hizo notar al otro que se hab¨ªa olvidado de leer un vers¨ªculo.
Postigo extrae una conclusi¨®n del an¨¢lisis de los cr¨ªmenes pasados: "Las rigideces impositivas solo llevan a que las personas tengan que encontrar fisuras para satisfacer sus instintos. En muchas ocasiones puede ser contraproducente atar demasiado estrecho a la gente".
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