Causas y efectos de la arquitectura en la era digital
La exposici¨®n ¡®Architecture Effects¡¯ en el Museo Guggenheim de Bilbao ahonda en la actual relaci¨®n entre arte y arquitectura
La apertura en 1997 del Museo Guggenheim Bilbao, de Frank Gehry, supuso toda una convulsi¨®n en el debate sobre la arquitectura como forma de ¡°hacer ciudad¡±. Despu¨¦s de dos d¨¦cadas, aquel efecto Bilbao es hoy d¨ªa el modelo de su propio ¨¦xito antes que un ejemplo a seguir por urbanistas, planificadores y pol¨ªticos. Esta exposici¨®n trata ahora de actualizar la siempre espinosa relaci¨®n entre arte y arquitectura partiendo de la fecha inaugural de tan singular construcci¨®n. Veinte a?os despu¨¦s del hito, las im¨¢genes de la inau?guraci¨®n del museo, rescatadas en un archivo en una zona de acceso, parecen viejas, con pol¨ªticos ya fuera de juego y vestuario pasado de moda. El edificio, sin embargo, no ha perdido ni un ¨¢pice de su originalidad; su inc¨®lume apariencia reflectante del entorno circundante contrasta con las im¨¢genes del solar y los aleda?os tomadas por el artista y fot¨®grafo Mikel Eskauriaza entre 1995 y 1997.
En este lapso de tiempo, las relaciones entre arte y arquitectura se han multiplicado y diversificado, aunque el objeto com¨²n de su nexo e interacci¨®n ha girado por completo. A aquella ¨¦poca experimental y neovanguardista del propio Gehry, Peter Eisenman, Zaha Hadid y Greg Lynn que subrayaba los pliegues, torsiones, rotaciones deconstructivas y sem¨¢nticas, y en la que el dibujo por ordenador marcaba la pauta, le ha seguido una coyuntura en la que la arquitectura funciona como un crisol donde se refunden los m¨¢s variopintos discursos: dise?o y dom¨®tica, la teor¨ªa cr¨ªtica, la sociolog¨ªa, el feminismo y tambi¨¦n el arte contempor¨¢neo y su ¡°giro performativo¡±. Esta exposici¨®n funciona como una muestra, una cata o prueba, en la que los arquitectos ya no necesitan exhibir ¡°arquitectura¡± porque ¨¦sta se ha disuelto en una mir¨ªada de indisciplinas orgullosas de serlo. Cuando las causas trascienden el orden disciplinar y las necesidades cambian, tambi¨¦n lo hacen sus efectos.
Es una exposici¨®n de laboratorio, modesta en su aspecto e inusual en el lugar, su principal virtud
Por contextualizar: aquella fusi¨®n arquitectura-arte de hace dos d¨¦cadas tuvo en el programa de ordenador CATIA uno de sus principales ?argumentos, utilizado, adem¨¢s de por ?Gehry, por Richard Serra en sus monumentales elipses y espirales que componen La materia del tiempo y que permanecen d¨®cilmente situadas a unas decenas de metros de la exposici¨®n que nos ocupa. En El complejo arte-arquitectura (Turner, 2013), el cr¨ªtico de arte Hal Foster se?alaba el momento en el que la arquitectura comenzaba a competir con el arte desde el punto de vista de la iconicidad escultural. Sin embargo, ya no estamos en ese ¡°momento¡±: la cr¨ªtica al capitalismo global y a sus ¡°arquitectos estrella¡± ha reconducido un debate en el que conceptos como forma, imagen e iconicidad ceden ante un principio general: la ¨¦tica por encima de la est¨¦tica.
En este contexto, el peque?o formato de Architecture Effects es una exposici¨®n ¡°de laboratorio¡±, modesta en su aspecto, inusual en un lugar donde predomina la tematizaci¨®n y el espect¨¢culo: posiblemente ¨¦sta sea su principal virtud y, como cualquier prueba de ensayo en un laboratorio, los resultados pueden resultar frustrantes o insuficientes. Por ello mismo, los efectos a los que alude el t¨ªtulo tal vez tengan que ser le¨ªdos en clave psicoanal¨ªtica, como s¨ªntoma, y no de manera literal. Mucho menos a partir del gusto. Comisariada por Manuel Cirauqui, del Guggenheim Bilbao, y Troy Conrad Therrien, curator de arquitectura e iniciativas digitales en la sede de Nueva York, no hay aqu¨ª rastro de algoritmos ni del programa CATIA (m¨¢s all¨¢ de una leve menci¨®n). No se imaginan edificios o casas del futuro; m¨¢s bien se se?alan potencialidades de pr¨¢cticas. Al contrario, este car¨¢cter de mutaci¨®n de la imagen t¨¦cnica aparece ejemplificado en un artista, Oliver Laric, cuyas esculturas y animaci¨®n en v¨ªdeo alegorizan esta virtualidad de la tecnolog¨ªa.
Una prueba de fuego aqu¨ª consiste en tratar de distinguir, sin mirar las cartelas, qu¨¦ piezas son de artistas y cu¨¢les de arquitectos. Frida Escobedo al lado de Nina Canell: ?qui¨¦n la arquitecta y qui¨¦n la escultora? Escobedo es la arquitecta autora del pabell¨®n de verano de la Serpentine Gallery en Londres, y para esta ocasi¨®n ha extra¨ªdo los vidrios de un edificio deca¨ªdo perteneciente a una modernidad de su ciudad y los ha transportado en un gesto de descontextualizaci¨®n escult¨®rica que examina una nunca-del-todo modernidad universal. A su lado, las esculturas cuidadosamente colocadas en el suelo de Canell hechas de cable de fibra ¨®ptica funcionan como met¨¢fora de la digitalizaci¨®n del mundo desde el retorno a la m¨¢s pura materialidad escult¨®rica (del cableado). El franco-portugu¨¦s Didier Faustino ejerce de arquitecto y escultor, y presenta una arquitectura de troncos de eucalipto, mosquitera y luz en un fr¨¢gil y precario equilibrio que no responde a ninguna funci¨®n; como una celda o vivienda m¨ªnima, ef¨ªmera y po¨¦tica. No pod¨ªa faltar el lado de performance arquitect¨®nica, que recae sobre las ir¨®nicas columnas flotantes de helio de MAIO Architects, entre Barcelona y Nueva York, cuya pr¨¢ctica expandida incluye la academia, edici¨®n de textos y el dise?o de displays.
Pero incluso para aquellos estudios que construyen a gran escala, las exposiciones en museos son una oportunidad para la diversificaci¨®n y la estratificaci¨®n de una profesi¨®n con riesgo de osificaci¨®n. Una mirada a las webs de MOS Architects (Michael Meredith y Hillary Sample) y Leong Leong, ambos de Nueva York, muestran importantes edificaciones en geograf¨ªas y latitudes muy diversas. Los primeros presentan aqu¨ª una especie de tienda n¨®mada cibermilitarizada donde el textil repele las se?ales de telefon¨ªa m¨®vil; los segundos, una ba?era con sal de las salinas de A?ana¡
Una prueba de fuego consiste en distinguir qu¨¦ piezas son de artistas y cu¨¢les de arquitectos
Refiri¨¦ndose al estudio Diller Scofidio + Renfro, Hal Foster escribi¨®: ¡°?Ser¨¢ que la interdisciplinareidad, que alguna vez se consider¨® transgresora, se ha convertido en algo casi rutinario, no solo en el mundo art¨ªstico y acad¨¦mico, sino tambi¨¦n en la arquitectura y hasta en una norma del ¡®nuevo esp¨ªritu del capitalismo¡¯ que hoy campea ¡ªo sea, una econom¨ªa en la que se nos invita (de hecho se nos insta) a conectar, a colaborar, a formar redes, etc¨¦tera¡ª?¡±. Habr¨ªa que a?adir ser artistas o creativos. Cabe preguntarse por ello en una era donde entre academia (discurso y teor¨ªa) y performance (acci¨®n y activismo) se abre un espacio para la diferencia.
Architecture Effects. Museo Guggenheim. Bilbao. Hasta el 29 de abril 2019.
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