¡°Cada pel¨ªcula deber¨ªa desafiar la manera en que est¨¢ hecho el cine¡±
El director L¨¢szl¨® Nemes, tras el triunfo de su ¨®pera prima, 'El hijo de Sa¨²l', regresa con 'Atardecer' y vuelve a pegar la c¨¢mara al rostro de su protagonista
Aguant¨® menos de un a?o. Dice que no le gustaba, que era ¡°demasiado convencional¡±. As¨ª que, en 2007, L¨¢szl¨® Nemes dej¨® de estudiar direcci¨®n de cine (en la Escuela de Arte Tish de la Universidad de Nueva York) y se fue por su camino. Al fin y al cabo, hab¨ªa precedentes ilustres: Steve McQueen o Paul Thomas Anderson tampoco duraron mucho en ese curso. El segundo, en concreto, se cans¨® a los dos d¨ªas. Pero el h¨²ngaro (Budapest, 1977) no abandon¨® el s¨¦ptimo arte: tan solo decidi¨® hacerlo a su manera. ?Cu¨¢l? Qued¨® claro en 2015, cuando el autodidacta rebelde estren¨® su ¨®pera prima, El hijo de Sa¨²l. El metraje segu¨ªa de cerqu¨ªsima a un prisionero recluido en Auschwitz: la c¨¢mara enfocaba solo su cara y sus reacciones, para ense?ar as¨ª el horror a su alrededor. Y la pel¨ªcula mostr¨® al mundo de qu¨¦ era capaz Nemes. Gan¨® el Oscar y tantos galardones que hasta la web Imdb, considerada una biblia del sector, perdi¨® la cuenta: ¡°Es probablemente el debut m¨¢s premiado de la historia mundial del cine¡±.
A saber el n¨²mero exacto de reconocimientos. Suficientes, en todo caso, para explicar la expectaci¨®n que rodeaba Atardecer, segundo largometraje de Nemes, que se estren¨® ayer viernes en Espa?a. ¡°He sufrido tantas limitaciones y frustraciones con El hijo de Sa¨²l que necesito aire fresco, que no ligereza¡±, contaba hace tres a?os el cineasta. Pero, mientras, debe de haberse olvidado de sus palabras. Nada es comparable con el Holocausto, pero desde luego Atardecer tampoco es precisamente ligera.
Nemes cambia de tema, pero no de m¨¦todo. Esta vez, su c¨¢mara se pega a una joven en busca de su hermano y de s¨ª misma, en la ca¨®tica Budapest de 1913. Una caza de certezas imposible, en un mundo que se desmoronaba y corr¨ªa hacia la Primera Guerra Mundial. ¡°Quer¨ªa centrarme en una mujer fr¨¢gil en medio de las turbulencias de una civilizaci¨®n. Su b¨²squeda es una invitaci¨®n tambi¨¦n al p¨²blico para que se aventure en un viaje personal¡±, relataba el cineasta a un grupo de periodistas en el pasado festival de Venecia, donde el filme se estren¨®. Con alg¨²n grito de ¡°?obra maestra!¡± pero bastantes m¨¢s de decepci¨®n: el experimento que encumbr¨® El hijo de Sa¨²l castiga Atardecer. Para la mayor¨ªa de cr¨ªticos, la ocurrencia de Nemes ya no provoca escalofr¨ªos, sino alguna duda.
El cineasta, de todos modos, reivindica su experimento: ¡°Creo que cada pel¨ªcula deber¨ªa desafiar la manera en que est¨¢ hecho el cine. En su esencia, hay inventiva y riesgo. Siempre asumo la posibilidad del fracaso, pero al menos lo intento¡±. Nemes cree que el s¨¦ptimo arte fue atrevido y desequilibrante hasta los setenta, y poco a poco perdi¨® el gusto de explorar territorios desconocidos: fue apart¨¢ndose de la senda del valor, para caminar hacia el refugio de la repetici¨®n. ¡°La gente est¨¢ asustada de que no se les presente una historia con la estructura y los c¨®digos habituales. Creo que tiene que ver con las televisiones: cuando empezaron a financiar el cine, lo alienaron de los impulsos hacia nuevos caminos, porque despu¨¦s el filme se deb¨ªa emitir tambi¨¦n en la pantalla peque?a. As¨ª de simple¡±.
El asunto parece apasionar a Nemes, que vuelve a ello una y otra vez. Frente al confort, a lo plano, su manifiesto f¨ªlmico defiende justo lo contrario: arrojarse al abismo. ¡°Hay una tendencia muy peligrosa a simplificar la experiencia del espectador. Las secuencias son cada vez m¨¢s cortas y lo muestran todo. Lo imponen los productores, aterrados de que el p¨²blico se aburra, y cuanto m¨¢s ocurre m¨¢s se cansan los cineastas de resistir¡±, agrega Nemes. Aunque ¨¦l, de momento, est¨¢ dispuesto a luchar.
Tanto que aplic¨® para Atardecer lo que define como ¡°m¨¦todo suicida¡±. Sostiene que los productores piden rodar siempre los mismos planos ¡°estandarizados¡±: algunos cerca, otros lejos, y ¡°luego se dirige en la fase de montaje¡±. ?l, en cambio, se lanz¨® a bailar con la c¨¢mara. Le pidi¨® malabarismos, as¨ª como a sus actores. Con una media de entre ocho y 10 tomas por secuencia, los int¨¦rpretes hab¨ªan de repetir complej¨ªsimas ¡°coreograf¨ªas¡± medidas al mil¨ªmetro, que la protagonista vive y atraviesa. ¡°Lo conceb¨ª como el movimiento de los planetas, una extra?a danza entre luz y oscuridad, belleza y falta de esperanza¡±, a?ade Nemes.
¡°Me interesa m¨¢s la experiencia subjetiva y m¨¢s limitada, respecto a un cine que quiere presentar las cosas de forma objetiva y poner al espectador en un punto de vista omnisciente¡±, contin¨²a Nemes. Por eso tambi¨¦n filma con celuloide, en 35 mm. ¡°Vamos hacia un mundo cada vez menos f¨ªsico, pero si ya no se puede tocar es vac¨ªo. No tenemos una conexi¨®n emotiva real con todas estas cosas virtuales¡±, defiende el h¨²ngaro. Sabe y asume que puede sonar ¡°como un abuelo¡±. Y eso que tiene 41 a?os. Nada convencional, una vez m¨¢s.
Babelia
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