Grecia invent¨® la novela, que sigue tan campante
Garcia Gual ingresa en la RAE con un viaje al origen de la ficci¨®n
A Carlos Garc¨ªa Gual se le ha escuchado esta noche de domingo en la Academia, donde ha pronunciado su discurso de ingreso, como si viniera de un viaje reciente a la antigua Grecia en la que se invent¨® la ficci¨®n. Isle?o de Mallorca, donde naci¨® en 1943, Gual ha tenido siempre a las islas griegas, sus realidades y sus mitos, como el lugar en el que su pasi¨®n po¨¦tica e intelectual se ha encontrado con sus sue?os. El resultado de esa aventura propia son sus numerosos libros, incluidas traducciones que en s¨ª mismas son cl¨¢sicas interpretaciones de ese universo al que viaja.
Su discurso parec¨ªa tambi¨¦n una novela, cuyo arranque es la ocurrencia del emperador Juliano de prohibir a los sacerdotes que leyeran aquellas primeras aventuras de ficci¨®n, ¡°relatos de amor¡± que pod¨ªan excitar sus pasiones. Era el a?o 363.
Ahora las novelas, dijo Garc¨ªa Gual, que desde esta noche ocupa el sill¨®n J de la Academia, son distintas pero en el efecto, de intriga, pesar o contento, en los lectores es igual que en el fondo de los tiempos. Es igual, incluso, el efecto del happy end, cuando se produce.
Como en una de las citas que aport¨®, de Franz Altheim, en el mundo narrativo griego ¡°lo proteico de la novela se expresa por medio del viaje¡±, y esa es la sustancia que Gual destaca en su estudio. En esas novelas, los hombres y las mujeres viajan, y en ambos casos a cada uno le sucede algo con otro que no es precisamente su compa?ero.?
Como todo lo prohibido, el g¨¦nero prosper¨®. Hasta hoy. Claro, dice, Miguel de Cervantes reh¨ªzo para siempre el g¨¦nero, ¡°dando de s¨ª lo que llamamos la novela moderna¡±. Por eso, en conversaci¨®n con este peri¨®dico antes del discurso, el nuevo acad¨¦mico parafraseaba a Mark Twain (cuando desminti¨® su muerte): ¡°La noticia de la muerte de la novela es francamente prematura¡±. Y es posible, adem¨¢s, ¡°que esa noticia no se produzca jam¨¢s¡±.
Los griegos, pues, pusieron en marcha el invento que moderniz¨® Cervantes. ¡°Es el g¨¦nero m¨¢s proteico y m¨¢s libre, m¨¢s informal¡± y, como en aquella antig¨¹edad griega, ¡°se puede consumir en la soledad, est¨¢ lleno de vida y en ¨¦l se puede hablar de todo¡±.
Alborea un nuevo tipo de ficci¨®n que, con algunos residuos de la vieja literatura, avanza desbocado y prosaico, por una senda er¨®tica de inagotables horizontes, hacia su inmensa descendencia en la modernidad
En esa antig¨¹edad griega en la ficci¨®n que asustaba a Juliano hace casi dos mil a?os, dice Gual que se halla ¡°el preludio rom¨¢ntico de la gran novela a la que dio forma Cervantes¡±. Pero Cervantes bebi¨® tambi¨¦n de esa fuente que ¨¦l refresc¨® anoche ante sus nuevos colegas de inmortalidad, ¡°pues, como se ve en Persiles, don Miguel fue un admirador de Heliodoro, uno de aquellos fabulistas¡±.
La novela es como una selva, seg¨²n el acad¨¦mico, donde lo cl¨¢sico batalla con rupturas de lo moderno. Como la Academia. ?l entra en el sill¨®n J que una vez ocup¨® Antonio Tovar, un latinista que, como ¨¦l, tradujo y visit¨® cl¨¢sicos, y a ¨¦l lo encomend¨® a la Academia otro helenista al que dedic¨® c¨¢lidos elogios en su discurso de ingreso, Francisco Rodr¨ªguez Adrados. (Carmen Iglesias, que respondi¨® a su discurso, Juan Luis Cebri¨¢n, Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron y Miguel S¨¢enz fueron tambi¨¦n los padrinos de su candidatura).
Pero, aparte del helenista Adrados y el latinista Tovar, en esa selva docta en la que lo reciben ocup¨® tambi¨¦n el sill¨®n de la J, justo antes que ¨¦l, Francisco Nieva, un fabulador ¡°de im¨¢genes sensuales, candentes, rompedoras, un renovador del teatro, un hombre en el que se transparenta el surrealismo que marc¨® su pasi¨®n de escritor¡±.
Fue un viaje apasionado por el origen cl¨¢sico de la novela que expresaba sentimientos que asustaban (o estimulaban) al clero. Y como tal, como un estimulante recuerdo de lo que es la novela, fue el discurso de Garc¨ªa Gual. Pero al final no pudo evitar unos renglones de melancol¨ªa: ¡°Ni mitos ni gestas resonantes ni forma po¨¦tica le interesan ya al fr¨ªvolo lector de novelas. Al p¨²blico helen¨ªstico, a ese p¨²blico de lectores ociosos y desarraigados, los novelistas les prometen un nuevo mundo ficticio y sentimental". "Alborea¡±, contin¨²a el discurso de Gual, ¡°un nuevo tipo de ficci¨®n que, con algunos residuos de la vieja literatura, avanza desbocado y prosaico, por una senda er¨®tica de inagotables horizontes, hacia su inmensa descendencia en la modernidad¡±.
Esa melancol¨ªa tambi¨¦n fue rabia cuando nos habl¨®, antes de su discurso, sobre lo que la sociedad se pierde por el abandono actual del griego y del lat¨ªn en los estudios. "Es una p¨¦rdida del horizonte que proporciona el mundo antiguo, su imaginaci¨®n y su mitolog¨ªa, y tambi¨¦n su expresi¨®n de modernidad. Y eso produce pobreza de experiencia sentimental e intelectual".
Gual, catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Griega, especialista en el mundo antiguo, profesor muy celebrado por sus alumnos, autor de estudios que son referencia popular o acad¨¦mica entre sus colegas y el publico, es un hombre muy querido. Y eso se not¨® anoche en los aplausos y en la muy variada composici¨®n de la concurrencia.?
¡°El descubrimiento del happy end¡±
Al responder al discurso de Garc¨ªa Gual, Carmen Iglesias se fij¨® el descubrimiento del ?happy end` por parte de las novelas helen¨ªsticas puesto de manifiesto por ¡°nuestro autor¡±. ¡°Y ese final feliz, sentimental¡±, dijo Iglesias, ¡°(¡) puede pasar como precedente de un cine de entretenimiento superficialmente sentimental, tiene de todas formas un sesgo hel¨¦nico propio. ?Frente a la voluptuosidad oriental, carnal, los pensadores griegos?, se?ala Garc¨ªa Gual, ?antes del cristianismo, han descubierto que el amor, en su forma m¨¢s alta, era el principio mismo de la vida espiritual`. Este es el h¨¦roe rom¨¢ntico¡±.
Carmen Iglesias resumi¨® las miles de palabras del impresionante curriculum de su nuevo compa?ero. La palabra que apura ese resumen tambi¨¦n la puso ella: ¡°Un sabio¡±.
En el estrado o entre el p¨²blico estaban algunos heridos felices de las artes de la antigua Grecia ¨CEmilio Lled¨®, Clara Jan¨¦s, Fernando Savater, ?lvaro Pombo¡--, y entre sus compa?eros estaba el nuevo director, Santiago Mu?oz Machado, que se estrenaba en esta lid de presidir un ingreso, y antecesores suyos como V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, Jos¨¦ Manuel Blecua y Dar¨ªo Villanueva.
Estaba, tambi¨¦n, entre las varias autoridades invitadas, el arzobispo de Madrid. Nadie puede decir que Carlos Soros hiciera gesto alguno cuando Garc¨ªa Gual record¨® que Juliano el Ap¨®stata prohibi¨® a los sacerdotes de su siglo que leyeran las novelas hel¨¦nicas de amor y erotismo, tuvieran o no el happy end en el que se detuvo Carmen Iglesias.
Esta, adem¨¢s, record¨® rasgos sobresalientes de los personajes de esas novelas: "juventud (a veces son apenas adolescentes, sobre todo las mujeres, belleza y fidelidad en el amor, puesta a prueba a trav¨¦s de los numerosos peligros, asechanzas, raptos violentos, incluso muertes que no resultan tales". Y happy end tambi¨¦n.
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