Esperando a Cecilia
La ¨²ltima novela de Antonio Mu?oz Molina, ¡®Tus pasos en la escalera¡¯, que tiene algo de latente distop¨ªa y bastante de relato de misterio, est¨¢ narrada en una prosa rica y fluida
Todas las novelas de Antonio Mu?oz Molina cuentan la historia de un protagonista y un destino, y todas tienen en cuenta que en cada destino hay una mezcla convergente de empe?osa voluntad que lo elige y de fatalidad que se cumple. En una primera etapa de su narrativa, el ¨¢mbito de ese encuentro del protagonista y su sino era el de la historia, ya fuera por la necesidad de entender la del pasado cercano de su pa¨ªs o por la de apropiarse de las claves del m¨¢s confuso relato del presente. La plasmaci¨®n m¨¢s conocida del primer prop¨®sito qued¨® en Beatus Ille y El jinete polaco, mientras que la sospecha de que la realidad hist¨®rica hab¨ªa empezado a ser un sumidero de horrores privados anduvo en las p¨¢ginas de Plenilunio, uno de sus relatos m¨¢s conmovedores. Luego se hizo m¨¢s obviamente patente en el reportaje Ventanas de Manhattan y el relato autobiogr¨¢fico El viento de la Luna. El mundo no es igual despu¨¦s de septiembre de 2001, cuando empez¨® a escribir la historia del delirio de los iluminados y el aturdimiento de los pol¨ªticos incapaces. Hoy Mu?oz Molina no es el ¨²nico gran escritor europeo que explora ese cambio de escenarios y le busca su expresi¨®n adecuada; hasta ahora hab¨ªa preferido el relato caudaloso, entretejido de varias historias, pero esta vez ha optado por la concisi¨®n. El mundo sigue siendo m¨²ltiple, pero el h¨¦roe es ¨²nico.
La magn¨¦tica y sostenida andadura de Tus pasos en la escalera tiene algo de latente distop¨ªa, bastante de novela de misterio con base psicol¨®gica (como las mejores de Georges Simenon) y se hace anteceder de un t¨ªtulo que nos hace pensar en un cl¨¢sico de la novela negra. La frase que abre el relato ¡ª¡°Me he instalado en esta ciudad para esperar el fin del mundo¡±¡ª lo anticipa todo. Un hombre acongojado ha llegado a Lisboa desde Nueva York para hacer m¨¢s grata la espera de la cat¨¢strofe. Le han echado de un trabajo burocr¨¢tico en el que no cre¨ªa demasiado y espera a su mujer, Cecilia, mientras reconstruye exactamente el apartamento que ambos ocuparon en Nueva York, con sus libros, sus objetos y los fetiches de su convivencia. Es un conjuro de una felicidad pret¨¦rita que, sin embargo, parece veros¨ªmil y coherente, aunque no sepamos muy bien de d¨®nde salen el servicial Alexis y sus ayudantes, capaces de lograr el milagro de la reconstrucci¨®n. Y es que, desde aquella primera frase categ¨®rica, todo este relato disemina las sospechas de que algo no es como parece en la ceremonia de restituci¨®n del pasado. Y cuyos preparativos interrumpen a menudo las noticias de temperaturas abrasadoras, incendios forestales o huracanes devastadores en alg¨²n lugar del planeta. Y confirmaciones de la deriva pol¨ªtica de un mundo distinto y peor. En los ¨²ltimos d¨ªas neoyorquinos, el narrador ha visto c¨®mo los clientes de Granmercy Tavern ¡ªdonde ¨¦l est¨¢ tomando una copa con su mujer¡ª aplauden a Michelle Obama, que ha salido de un comedor reservado, con su ¡°majestad de velero, muy alta¡± y ¡°con una sonrisa que no era del todo esc¨¦nica¡±, halagada por los suyos mientras ¡°una parte peor vestida y educada y alimentada de sus conciudadanos acababa de elegir presidente a Donald Trump¡±.
La esperada Cecilia trabajar¨¢ en Lisboa en lo que era su ocupaci¨®n en Estados Unidos. Se dedica a unos estudios de neurolog¨ªa que buscan el fundamento fisiol¨®gico de la memoria y los or¨ªgenes del miedo. Y no deja de ser revelador que el autor esparza aqu¨ª y all¨¢ las noticias de los conocimientos de Cecilia para dinamitar lo que, en el fondo, ha sido el principio vital de sus novelas anteriores: el poder clarificador y ordenador de la memoria. El cap¨ªtulo XX de este relato ¡ªdonde el protagonista experimenta la inminente desintegraci¨®n y la poca fiabilidad de la suya¡ª marca la p¨¦rdida de la confianza del lector, que empieza a barruntar el inicio del caos. La visita de Dan Morrison ¡ªhomosexual, refinado, triunfador¡¡ª hace patente ese cambio que se confirma, unos cap¨ªtulos m¨¢s all¨¢, en la fiesta de un palacio dieciochesco reci¨¦n restaurado, al que ha sido invitado el protagonista por su amigo, en un atardecer que decora un espectacular eclipse de luna. Las p¨¢ginas que narran el festejo son una carnavalesca burla de la mezcla de despilfarro y zafiedad que asociamos hoga?o a ciertas comparecencias de la palabra ¡°cultura¡±. Y recuerdan en alg¨²n momento aquellas fantas¨ªas caricaturescas del glorioso final de Roma, de Federico Fellini, que ha revisitado 40 a?os despu¨¦s ¡ªcon menos poder¨ªo¡ª Paolo Sorrentino en La grande bellezza (2014). En ese momento comienza la deriva del protagonista: ¡°Soy un aspirante a Montaigne y a Robinson Crusoe y al capit¨¢n Nemo equipado en mi retiro con una biblioteca excelente, una conexi¨®n wifi, un port¨¢til y una smart TV. Cierro la puerta de mi casa al volver cada noche (¡) con la tranquilidad de que nadie m¨¢s tiene llave, como cerraba el capit¨¢n Nemo la escotilla de su submarino y el almirante Byrd la de su caba?a bajo la tierra congelada¡±. Y as¨ª avanzamos en derechura a un final que no lo es, sino una suspensi¨®n del discurso de quien narra: una inminente llegada y un augurio que presentimos nada feliz.
Tus pasos en la escalera es una novela intensa, bien medida en su extensi¨®n y narrada en una prosa rica y fluida (pero nunca profusa), sabia en la administraci¨®n de sus silencios y transiciones, siempre oportuna en la utilizaci¨®n de los inquietantes descubrimientos m¨¦dicos que tanto tienen que ver con el relato. Recomiendo vivamente leerla de un tir¨®n.
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Autor:?Antonio Mu?oz Molina
Editorial: Planeta (2019).
Formato: tapa blanda y versi¨®n Kindle (320 p¨¢ginas).
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