Cuando Hern¨¢n Cort¨¦s intent¨® rescatar a Elcano
El V centenario de la primera vuelta al mundo recupera el recuerdo de dos misiones militares de liberaci¨®n donde murieron 600 marinos
En la memoria de las operaciones militares navales, pocas han sido tan espectaculares y tan infructuosas como la que involucr¨® en los a?os veinte del siglo XVI a dos grandes personajes de la historia de Espa?a: Hern¨¢n Cort¨¦s, conquistador de M¨¦xico, y Juan Sebasti¨¢n Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo. En una doble misi¨®n de socorro, el primero deb¨ªa rescatar al insigne marino que, a su vez, hab¨ªa partido hacia las islas Molucas (en la actual Indonesia) para hacer lo mismo con sus compa?eros de la nao Trinidad.?Estos hab¨ªan quedado all¨ª atrapados tres a?os antes y no se ten¨ªa noticia de ellos. De los cerca de 600 hombres que embarcaron en ambas expediciones, solo terminaron regresando a Espa?a 24. ¡°Ninguna pel¨ªcula ni serie de televisi¨®n ha podido imaginar nunca unas haza?as semejantes y, sin embargo, son reales¡±, asegura Tom¨¢s Maz¨®n, autor de la web rutaelcano.com.
Carlos V hab¨ªa colmado de honores y dinero a Elcano tras su haza?a (al completar la expedici¨®n iniciada bajo el mando de Fernando de Magallanes), de la que el pr¨®ximo 10 de agosto se cumple el V centenario. Pero el de Getaria (Gipuzkoa) ten¨ªa una espina clavada: volver a las Molucas, las islas de las Especias, para rescatar a sus compa?eros. El emperador se lo concedi¨®.
As¨ª, la Corona organiz¨® en 1525 dos armadas que partir¨ªan con un doble objetivo: asentarse en ese archipi¨¦lago del Pac¨ªfico, en pugna con los portugueses, y rescatar a los compa?eros de Elcano en la expedici¨®n de la primera vuelta al mundo, as¨ª como a Juan Serrano, otro de los miembros de la armada de Magallanes, que hab¨ªa quedado en la isla de Ceb¨² (Filipinas). La primera flota de rescate (Expedici¨®n Loaysa) estaba compuesta por siete naves y 450 hombres. Fue capitaneada por Garc¨ªa Jofre de Loaysa, mientras que el guipuzcoano ocupaba el cargo de piloto mayor. La segunda quedar¨ªa al mando de Sebasti¨¢n Caboto, con unos 150 tripulantes.
En 1526, cinco a?os despu¨¦s de la toma de Tenochtitl¨¢n, Hern¨¢n Cort¨¦s hab¨ªa terminado de levantar el puerto de Zihuatanejo, en el Pac¨ªfico, y de construir cuatro naves. Escribi¨® al emperador: las naos estaban a su disposici¨®n para nuevos descubrimientos. Carlos V le respondi¨® el 20 de junio de 1526 que esa nueva armada mexicana tendr¨ªa un doble objetivo: acudir¨ªa a las islas de las Especias para rescatar a los supervivientes de la Trinidad, si los hab¨ªa, y apoyar militarmente a las expediciones de Loaysa y Caboto, porque hab¨ªa recibido noticias de que los portugueses tambi¨¦n se dirig¨ªan all¨ª. Sin embargo, Caboto, finalmente, decidi¨® regresar a Espa?a cuando navegaba a la altura de R¨ªo de la Plata (entre lo que actualmente es Argentina y Uruguay).
Cort¨¦s nombr¨® entonces capit¨¢n de la expedici¨®n a su primo ?lvaro de Saavedra. Pero mientras armaban las naves y se buscaban tripulantes, lleg¨® a las costas del Pac¨ªfico de Nueva Espa?a (actual M¨¦xico) uno de los barcos de Loaysa, el patache Santiago. Una tormenta lo hab¨ªa alejado del resto de la expedici¨®n y al ser de peque?o tama?o no podr¨ªa alcanzar nunca las Molucas, ya que deb¨ªa ser abastecido por la capitana. Es decir, acudi¨® a Nueva Espa?a esperando encontrar ayuda y que la tripulaci¨®n no muriese de hambre y sed en mitad del oc¨¦ano.
Cartas de amistad
La tripulaci¨®n del Santiago, a pesar de las desventuras, se enrol¨® casi en su totalidad en la nueva expedici¨®n de Saavedra-Cort¨¦s. El 31 de octubre de 1527 zarparon tres nav¨ªos: Nuestra Se?ora de la Florida, Santiago y Esp¨ªritu Santo. El conquistador de M¨¦xico, antes de partir, les entreg¨® cartas de amistad para los se?ores de Ceb¨² (Filipinas) y de Tidore (Molucas), donde explicaba que estaba buscando a los espa?oles atrapados en aquellos lugares. ¡°A vos el honrado ¨¦ buen Rey de la isla de Tidori, que es en las partes del Maluco, yo D. Hernando Cort¨¦s. Porque puede haber siete ¨¦ ocho a?os que por mandado del Emperador, nuestro Se?or, fue en esas partes un capit¨¢n suyo cuyo nombre era Hernando de Magallanes...[sic]¡±.
Saavedra, tras numerosos infortunios, consigui¨® arribar al archipi¨¦lago con una sola nave: La Florida. All¨ª encontr¨® a la nao Victoria de la expedici¨®n de Loaysa, pero este ya hab¨ªa muerto, al igual que Elcano, que de hecho nunca lleg¨® a tierra porque hab¨ªa muerto en altamar. Los supervivientes, que se hab¨ªan unido a los de la nao Trinidad (el objetivo original de la operaci¨®n de rescate), llevaban tiempo luchando con los portugueses. Las tribus locales se alineaban, alternativamente, con uno y otro bando, con lo que la guerra se alarg¨® cuatro a?os.
Saavedra intent¨® entonces volver a Nueva Espa?a para conseguir refuerzos, pero fracas¨® dos veces en el intento. En la segunda tentativa muri¨® y sus hombres terminaron recalando por tercera y ¨²ltima vez en las Molucas. Finalmente, los 24 marinos espa?oles que quedaron de las tripulaciones de Loaysa y de Saavedra no tuvieron m¨¢s remedio que claudicar ante los lusos. Estos los mantuvieron en la India hasta su liberaci¨®n y traslado a Espa?a, 11 a?os despu¨¦s de su partida.
Tres a?os ha tardado Maz¨®n en recabar toda la informaci¨®n que ofrece en su web, recomendada por los organizadores del V centenario. ¡°Es el relato de una historia apasionante y pr¨¢cticamente desconocida, algo que debemos cambiar¡±, remata.
Saber que vas a morir
Se desconoce con exactitud cu¨¢l fue la causa de la muerte de Juan Sebasti¨¢n Elcano: si? el escorbuto o por la ingesti¨®n de un pez t¨®xico. Pero s¨ª se sabe que el 26 de julio de 1526, pocos d¨ªas antes de fallecer, en mitad del Pac¨ªfico, pidi¨® hacer testamento. Dejaba 24 ducados (al cambio actual unos 15.000 euros) al monasterio de la Santa Faz, en Alicante, ¡°por no poder ir en romer¨ªa¡±. "Allende de ello mando que le sean dados al dicho romero veinte ¨¦ cuatro ducados para que los d¨¦ ¨¢ la iglesia de la Santa Ver¨®nica, ¨¦ traiga f¨¦ del prior ¨¦ los mayordomos que recibieren los dichos veinte ¨¦ cuatro ducados", test¨®.
Sorprendentemente el testamento lleg¨® a Espa?a, aunque diez a?os despu¨¦s de ser redactado, pero qued¨® en el olvido y sus deseos tardaron siglos en cumplirse. Hasta que la Armada espa?ola, en 1944, hizo entrega de ese dinero al cenobio y se colocaron unos azulejos en recuerdo de su gesta.
?Y que un¨ªa al vasco con Alicante? Las cr¨®nicas dicen que particip¨® en la expedici¨®n de Francisco Jim¨¦nez de Cisneros, en Argel, en 1509 y en las campa?as de Gonzalo Fern¨¢ndez de C¨®rdoba en Italia. Alicante era la ciudad donde estas operaciones se preparaban.
En cuanto a Juan Serrano, el superviviente de la isla de Ceb¨², nunca pudo ser rescatado. La primera flota de Magallanes-Elcano se acerc¨® a la isla a recogerlo tras su captura. Los ind¨ªgenas lo llevaban hasta la playa para que los espa?oles lo viesen. Ped¨ªan hierro y todo tipo de objetos por su rescate. Pero luego se quedaban con el bot¨ªn y desaparec¨ªan entre las selvas. Se intent¨® dos veces entregando todo el hierro de las naves. Las naos terminaron partiendo sin ¨¦l entre l¨¢grimas.
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