La sombra de la masacre
La muerte del m¨²sico Moon Martin nos recuerda el problem¨¢tico legado racial de Oklahoma
A este ritmo, esta peste ¨Ccomplicada con una racha de mala suerte¨C va a acabar con dos o tres generaciones de m¨²sicos. Nos llegan tantas defunciones que ni siquiera es posible lo m¨ªnimo: una despedida adecuada. De ah¨ª el retraso en informar sobre el deceso de una figura de culto como Moon Martin y, me temo, de escaso eco.
Les refresco los datos: John Moon Martin, 69 a?os, natural de Oklahoma. A partir de 1978, este okie edit¨® cinco palpitantes ¨¢lbumes en el sello Capitol (con distribuci¨®n internacional: algunos se publicaron en Espa?a). Consigui¨® ¨¦xitos menores tipo Rolene o Bad News, aunque sus mayores ingresos procedieran de interpretaciones de temas suyos como Bad Case Of Lovin¡¯ You (Doctor, Doctor), por Robert Palmer, y Cadillac Walk, por Mink DeVille, la banda de Willy DeVille.
En su carrera posterior, detectamos paralelismos con Willy DeVille. Aprovechando la querencia gala por los perdedores estadounidenses, los dos trabajaron en Francia, grabando incluso para el mismo sello (Fnac). En el caso de Martin, desdichadamente, sin impacto comercial ni desarrollo en pa¨ªses lim¨ªtrofes. Ambos desaparecieron del radar de los medios brit¨¢nicos y estadounidenses, que son los que establecen el canon del pop y el rock.
A Moon Martin se le encaj¨® como artista de power pop. Luego, cuando us¨® sintetizadores, le pasaron al m¨¢s c¨®modo caj¨®n de la new wave. Pero sonaba a artista sure?o, con ra¨ªces en el blues. Dir¨¦ m¨¢s: Moon Martin me parec¨ªa una versi¨®n anfetam¨ªnica de otro gran okie: J. J. Cale. Tanto Cale como Martin se instalaron en Los ?ngeles, donde grabaron los sonidos de moda antes de lograr la autonom¨ªa para hacer lo que sent¨ªan como profundamente propio. Cierto que la emigraci¨®n hacia California fue una salida natural para los okies, como recordaran los lectores y/o espectadores de Las uvas de la ira.
Seg¨²n cuentan los nativos, Oklahoma siempre goz¨® de una potente escena musical, particularmente en Tulsa, la llamada ¡°capital mundial del petr¨®leo¡±. Okies fueron Chet Baker, Bob Wills, Woody Guthrie, Leon Russell, Wanda Jackson, David Gates, Jimmy Webb o Charlie Christian. Si se fijan en esa lista, notaran una anomal¨ªa, inimaginable en estados vecinos como Texas o Arkansas: solo hay un m¨²sico negro reconocido universalmente, el guitarrista Christian. All¨ª no prosperaron las bandas mixtas. Y fueron okies blancos los que se beneficiaron del patrocinio de Eric Clapton en los a?os setenta.
Tuvo algo de guerra civil: aseguran que avionetas privadas sobrevolaron Greenwood, lanzando bombas incendiarias. Ardi¨® pr¨¢cticamente todo el barrio y los supervivientes se dispersaron
Antes de convertirse oficialmente en estado, Oklahoma era un territorio que atrajo abundante poblaci¨®n afroamericana buscando tierra y libertad. De hecho, Tulsa contaba con Greenwood, que se autoproclamaba ¡°la comunidad negra m¨¢s floreciente de Estados Unidos.¡±
Hasta 1921, cuando ocurri¨® lo que los historiadores denominan ¡°los peores disturbios raciales¡± del pa¨ªs. Tan brutales que todav¨ªa se discute la cifra de muertos: entre 36 y 300. Tuvo algo de guerra civil: aseguran que avionetas privadas sobrevolaron Greenwood, lanzando bombas incendiarias. Ardi¨® pr¨¢cticamente todo el barrio y los supervivientes se dispersaron. Es un trauma que ni siquiera los m¨²sicos locales ¨Ccon excepci¨®n del jazzman Brian Haas- se han atrevido a exorcizar.
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