Orhan Pamuk: ¡°Estoy contento de tener miedo¡±
El premio Nobel de Literatura de 2006, estaba escribiendo una novela sobre las pandemias cuando sobre el mundo se desat¨® esta atroz amenaza del siglo XXI
Orhan Pamuk (Estambul, 1952), premio Nobel de Literatura de 2006, estaba escribiendo una novela sobre las pandemias cuando sobre el mundo, y sobre Estambul tambi¨¦n, donde tiene su casa, se desat¨® esta atroz amenaza del siglo XXI. Ante el B¨®sforo que habita las mejores p¨¢ginas del libro que escribi¨® sobre su ciudad ha visto pasar el tiempo de la enfermedad, a¨²n con la novela en la cabeza y, ahora, en la realidad. Desde all¨ª escribi¨® un art¨ªculo que public¨® Babelia en el que relata todas las consecuencias hist¨®ricas y literarias de las sucesivas pandemias. Ah¨ª no ten¨ªa por qu¨¦ hablar del miedo que ¨¦l mismo ha sufrido desde que comenz¨® a caer cerca de ¨¦l, en la acera de todas las casas del mundo, la peor amenaza que el g¨¦nero humano ha sufrido este siglo. Desde su cuarto de trabajar, confinado a¨²n, habl¨® con EL PA?S por FaceTime.
Pregunta. ?Ha temido por su propia salud actualmente?
Respuesta. No he tenido muchos problemas de salud en mi vida, y los que he contra¨ªdo son propios de los ni?os, como cuento en Estambul. En relaci¨®n con el coronavirus tengo miedo y no salgo. S¨ª, tengo miedo. El miedo est¨¢ bien. El miedo hace que obedezcas las normas de aislamiento o de lavarse las manos. Estoy contento de tener miedo. El problema es que a veces no puedes controlarlo, a veces es demasiado. Hay momentos malos en los que piensas que esto no va a desaparecer, al contrario que Trump, que piensa que desaparecer¨¢¡ Y eso me da miedo. Un miedo irracional. No lo tengo generalmente, pero s¨ª tengo miedo de la muerte, de la soledad, de que la vida no tenga sentido. Todo esto est¨¢ relacionado con el miedo a la muerte. Siento eso, pero no es un sentimiento muy fuerte, gracias a Dios. No entro en p¨¢nico. Mi mente est¨¢ bajo control¡ Pienso firmemente que debemos tener miedo, pero no debe hacernos irracionales, no debemos dejar que el miedo nos domine. Pero lo necesitamos, necesitamos el miedo. Hay gente a la que no le importa. Creo que todas las cuarentenas funcionan si la gente tiene miedo. Es necesaria la cooperaci¨®n de la gente, que coopere con las normas de la cuarentena, sean cuales sean. Si la gente tiene miedo, si cree que las normas de la cuarentena las establece alguien justo y racional, la cuarentena funciona.
Una plaga entre dos mundos, por Orham Pamuk
P. Percibe desde su casa dos protagonistas muy reales de su libro sobre su ciudad: el murmullo y el aire de Estambul. ?C¨®mo son?
R. Supongo que todas las ciudades tienen sus propios sonidos y olores. Cada sonido se mete de manera muy profunda en la memoria, pero nunca hablamos de estas cosas. Creo que la tarea del escritor es descubrir estos sonidos concretos. En el libro que usted menciona hay ejemplos. Est¨¢n los barcos del B¨®sforo, sus estructuras de madera, sus ruedas. Tienen un sonido particular. Cada rueda tiene su propio sonido. O los sonidos del metro... Londres tiene un sonido de metro diferente. O los autobuses, los camiones, las calles¡ Todos los sonidos son distintos. Los sonidos de los anuncios¡ En las ciudades portuarias est¨¢n las sirenas de los barcos, que son distintas en cada ciudad, est¨¢n los sonidos de los barcos locales. Y pasa lo mismo con el olor. Yo puedo hablar del olor del B¨®sforo cuando hay viento sur¡ Sientes la humedad, sientes el olor del mar¡
Si me preguntas si es como una c¨¢rcel te dir¨ªa que no. Es una jaula hermosa. ?Estoy en una casa con 20.000 libros, puedo ver pel¨ªculas y leer todo el tiempo!
P. ?Y c¨®mo son ahora, en silencio, el sonido y el olor de Estambul?
R. No son diferentes, en realidad. Muchas cosas no cambian. Lo que resulta sorprendente aqu¨ª es que todo es igual, en cierta manera, salvo que estamos dentro de casa. Nada ha cambiado. No hay terremotos, no hay incendios, pero, por supuesto, hay gente que muere en los hospitales. Tambi¨¦n se escuchan muchas ambulancias, voces, sonidos, como en Nueva York o en Madrid o en Italia, imagino. Cada sonido de ambulancia es diferente. En mi ciudad ha sido como si hubiese un toque de queda, y aqu¨ª se producen a veces toques de queda reales¡ Aqu¨ª, ahora, durante la cuarentena, todo el espacio que habito es mi espacio, me limita y yo me limito a ¨¦l. Es sorprendente, una nueva vida. Si me preguntas si es como una c¨¢rcel te dir¨ªa que no. Es una jaula hermosa. ?Estoy en una casa con 20.000 libros, puedo ver pel¨ªculas y leer todo el tiempo! En este sentido, tengo suerte. Pero hay ciudadanos a los que les piden que sobrevivan y que sostengan la econom¨ªa, en medio de la cuarentena, y que se preguntan ¡°?y c¨®mo hago eso? Mis problemas son limitados, pero esta situaci¨®n est¨¢ llena de problemas¡
P. En La mujer del pelo rojo dice que historias antiguas que uno va leyendo acaban pasando en la vida real. Y usted estaba escribiendo una novela sobre plagas¡ ?C¨®mo se sinti¨® cuando su propia met¨¢fora se hizo coincidencia?
R. Fue algo muy profundo. Lo primero que sent¨ª fue ¡°Dios m¨ªo, he escrito un libro sobre plagas durante estos cuatro a?os y mira lo que ocurre¡¡±. Pero es duro decir esto cuando la gente est¨¢ sufriendo. Para mis libros hago mucha investigaci¨®n, y as¨ª se encuentra informaci¨®n muy valiosa. Toda esa informaci¨®n valiosa la encuentro ahora en los peri¨®dicos. ?Todas las cosas que imagin¨¦ est¨¢n ahora tambi¨¦n en los peri¨®dicos! Es chocante y sorprendente, muchos me preguntan por esto. Me sent¨ª culpable durante un tiempo, porque sab¨ªa esto de antes. Conoc¨ªa los art¨ªculos de Bill Gates, que estimaba que se acercaba una nueva pandemia. Estaba preparado para esto. Y aunque estaba preparado, no estaba listo, y tambi¨¦n estaba sorprendido. Sent¨ªa que la realidad de mi ficci¨®n estaba pasando ahora, y entend¨ªa la gravedad de la realidad de lo que estaba haciendo mientras ven¨ªa la pandemia, y tambi¨¦n cre¨ªa que la urgencia y la dureza de la situaci¨®n era tal que no pod¨ªa ir por ah¨ª sin sentir verg¨¹enza diciendo ¡°Yo estaba escribiendo eso, yo estaba escribiendo eso¡±. Me da verg¨¹enza decirlo. Solo puedo decirlo a una persona de la literatura, pero a la gente normal que est¨¢ muriendo, o que tiene miedo a morir, no le puedo decir que pensaba en eso todo el tiempo. He tenido verg¨¹enza de la situaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ le ha ense?ado la realidad a este prop¨®sito?
R. Aprendo m¨¢s sobre la situaci¨®n, aprendo m¨¢s sobre el miedo, sobre mi propio miedo. Aprendo m¨¢s sobre las personas, si tienen virus o no¡ Cuando ocurri¨® todo esto estaba en Nueva York, dando mis clases en [la Universidad de] Columbia, todo estaba bien, y de repente se gener¨® el p¨¢nico. Y volvimos a Turqu¨ªa. En las dos primeras semanas sent¨ª que todos los s¨ªntomas eran mis s¨ªntomas. ?Tengo el coronavirus? Algunos d¨ªas he padecido esas inquietudes, hasta el punto de que a veces pensaba que esto iba a acabar con nosotros, y el miedo me hac¨ªa sentir pavor ante el hecho de que iba a dejar cosas sin hacer¡
P. En alguna parte usted cita a Mallarm¨¦ diciendo que ¡°todo existe en el mundo para terminar un libro". Algo as¨ª le ha sucedido¡
R. Al principio, todo estaba en mi libro, y eso luego ir¨ªa al mundo, a los lectores. La secuencia ha cambiado: he escrito el libro durante cuatro a?os y, de repente, el libro empieza a pasar en el mundo¡
P. Porque la literatura tiene algo de adivinatorio, de contar el futuro incluso cuando cuenta el pasado¡
R. Mis amigos dicen ahora que el haber escrito un libro sobre pandemias durante cuatro a?os es prof¨¦tico. No. Eso pasa con tanta frecuencia que lo que resulta sorprendente despu¨¦s de leer tanto sobre las plagas antiguas, que afectan por igual a toda la humanidad, es por qu¨¦ hay tan pocos libros sobre plagas. El m¨¢s importante en ese sentido es Diario del a?o de la peste, de Daniel Defoe, y creo que Los novios de Manzoni¡ Pero son novelas hist¨®ricas o fantas¨ªas, no los ha escrito alguien que haya vivido la plaga.
?La tarea del escritor es la de ser realista realmente y ser un espejo o su oficio es manifestar los demonios que tiene dentro y no ser una copia de lo que pasa y sale en los peri¨®dicos?
P. Usted cita a Rousseau como el creador de la modernidad. Supongamos que esa ¨¦poca dura, ?estar¨ªamos al final de la modernidad? ?D¨®nde estamos ahora en este mundo global?
R. Para mi Rousseau es un grand¨ªsimo pensador que me ha influido, no por sus teor¨ªas pol¨ªticas, sino m¨¢s por sus confesiones y su autobiograf¨ªa. Es fant¨¢stico. Me asombra y me maravilla y admiro c¨®mo una persona como ¨¦l fue posible, c¨®mo volc¨® su personalidad en el mundo moderno. Creo que en el mundo moderno la primera persona que lee libros por s¨ª misma y que piensa por s¨ª misma es Rousseau. Pero yo no soy soci¨®logo. Para mi la modernidad es m¨¢s un estado mental o la libertad de juzgar el mundo con tus medios limitados. Hay ahora un tipo de clase media que lee libros y tiene la capacidad de ver y juzgar a trav¨¦s de su individualidad. Creo que eso es la modernidad. En cuanto al mundo¡
P. Usted regresa de Estados Unidos, vive en Estambul, desde aqu¨ª contempla el mundo moderno¡ ?C¨®mo ve que se afronta esta crisis global?
R. Plantear¨ªa una soluci¨®n pol¨ªtica, que es sin duda una utop¨ªa: es necesario un Gobierno mundial, capaz de decir: ¡°Cerrad el mundo durante dos semanas¡±. Y as¨ª terminar¨ªa todo contagio¡ Estamos perdiendo el tiempo, porque cada pa¨ªs ha cerrado cuando lo ha estimado oportuno, mientras el virus ya estaba en su suelo, o en su aire¡ Habr¨¢ nuevos virus, habr¨¢ mutaciones, y esto no puede controlarse si no hay un Gobierno fuerte encarg¨¢ndose de ello. Al final, todo es consecuencia de los viajes de avi¨®n. Y eso deber¨ªa controlarse, no hay otra manera. Y volver¨¢ a pasar, por ello debemos organizarnos. A veces soy optimista, y pienso que la humanidad tiene una inteligencia para resolver estos problemas, pero otras veces pienso que la humanidad tiene inteligencia pero las organizaciones y las grandes unidades son menos inteligentes que la humanidad, y en cierta manera estamos muriendo porque no hay un Gobierno mundial que pueda manejar esta situaci¨®n.
Al final, todo es consecuencia de los viajes de avi¨®n. Y eso deber¨ªa controlarse, no hay otra manera.
P. ?Ha abierto ahora la novela hacia la realidad?
R. Me planteo todo el tiempo la eterna pregunta del realismo y las alegor¨ªas, despu¨¦s de todos estos acontecimientos. Y la otra pregunta: ?la tarea del escritor es la de ser realista realmente y ser un espejo o su oficio es manifestar los demonios que tiene dentro y no ser una copia de lo que pasa y sale en los peri¨®dicos? La novela dar¨¢ la respuesta.
P. Dice de su ciudad, en alg¨²n momento: ¡°La fatiga, la debilidad, la cara humana de la pobreza¡±. ?Qu¨¦ siente hoy ante Estambul?
R. Ahora no veo a nadie en la calle. He perdido los rostros. Pero, mira, aqu¨ª estoy. Esta es mi mesa. Hab¨ªa una construcci¨®n all¨ª, se par¨®. Veo muchas cosas desde mi ventana. Hay una mezquita, que sol¨ªa estar abarrotada los viernes. Veo la puerta desde aqu¨ª. Hay un cartel que dice: ¡°Prohibido¡±. Veo un Estambul sin barcos, sin aviones, y sin helic¨®pteros volando. Es raro¡
P. Dijo al principio que ha tenido miedo¡
R. En esta ¨¦poca aprendo a respetar mi miedo. Mi miedo me ha ense?ado a ser modesto, me ha dado humildad, me ha llevado a pensar en los dem¨¢s, a sentirme solidario, en comunidad¡ Una plaga as¨ª enfurece a gente, que expresan su ira nacionalista. No soy como ellos. El esp¨ªritu de solidaridad es necesario. A veces pienso que me tomo tan en serio estas cosas que quiz¨¢ estoy perdiendo mi sentido del humor, y me preocupo. Es muy dif¨ªcil mantener el humor, la iron¨ªa, mucha gente tiene problemas. Estos tambi¨¦n son desaf¨ªos para un escritor.
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