Tr¨¢fico de libros en el territorio de la Camorra
La Scugnizzeria, que acoge dos editoriales, talleres, escuela de teatro y mucho m¨¢s, ofrece a los ni?os alejarse del crimen en el barrio napolitano de Scampia
Una ni?a camina por la calle con su madre y, de repente, se detiene. Le intriga un tabl¨®n de anuncios del que cuelgan varios libros. Y una frase: ¡°C¨®gelo. Es gratis¡±. Tras un r¨¢pido vistazo, elige uno. Rosario Esposito La Rossa, editor de 31 a?os y propietario de la librer¨ªa, la mira desde lejos y susurra: ¡°Esta es magia¡±. Un rato despu¨¦s, llegan otras dos peque?as, visitantes habituales de la tienda. Como cualquier cliente, pueden elegir entre dos opciones. Y ninguna necesita la cartera: las obras que el librero rescat¨® antes de que fueran destruidas se ofrecen gratuitamente; para todas las dem¨¢s, la cuenta ya est¨¢ pagada. Los llaman libros suspendidos.
La idea se inspira en la tradici¨®n napolitana del caff¨¨ sospeso. Desde hace m¨¢s de un siglo, en los bares de la ciudad se suele consumir un expreso y pagar otro m¨¢s; tarde o temprano, alg¨²n desconocido se acercar¨¢ a la barra a preguntar y podr¨¢ disfrutarlo. En La Scugnizzeria ¡ªla palabra dialectal scugnizzo se podr¨ªa traducir como ¡°mocoso¡±¡ª ocurre lo mismo con la literatura: quien quiera dona 10 euros y compra un libro que, alg¨²n d¨ªa, se llevar¨¢ un muchacho del barrio.
Hasta hace poco, todo esto resultaba imposible, porque esas ni?as viven en la periferia norte de N¨¢poles, territorio de la Camorra y de sus guerras. La b¨²squeda de una librer¨ªa obligaba a viajar hasta el centro, a unos 10 kil¨®metros y ocho paradas de metro. En esta ¨¢rea en la que viven 200.000 personas olvidadas, solo hab¨ªa espacio para la violencia. Hoy, en cambio, La Scugnizzeria no trafica con droga sino con libros y adem¨¢s acoge una escuela de teatro, un laboratorio para construir juguetes, una radio, dos editoriales, talleres y muchas otras actividades. Un trabajo que pretende mostrar el camino hacia otro tipo de futuro, lejos de la criminalidad.
El centro cultural surgi¨® hace casi dos a?os y medio en una calle en la frontera entre Scampia, el barrio que Roberto Saviano cont¨® en Gomorra, y Melito. Separa por un lado el clan de los Di Lauro y por el otro el de los Scissionisti (separatistas), que en 2004 libraron una batalla por el control de la zona, conocida como primera guerra de Scampia. Dej¨® alrededor de 70 muertos, incluido el primo discapacitado de Rosario Esposito, asesinado por error durante un acto de intimidaci¨®n.
Dedicarse a difundir la cultura en la tierra peligrosa donde ha crecido es el reto que este librero se ha impuesto desde el asesinato que afect¨® a su familia. El crecimiento y el ¨¦xito de sus iniciativas han sido tan asombrosos que sus colaboradores tienen grandes aspiraciones para el futuro:
¡°Aqu¨ª antes no hab¨ªa nada. Ahora nosotros somos el centro y tenemos la ambici¨®n de convertirnos en la editorial m¨¢s grande del sur de Italia¡±, dice Fabio Marino, redactor.
¡°Espera, con calma. De momento, nos conformamos con conquistar la Campania [regi¨®n de N¨¢poles]¡±, le responde Maurizio Vicedomini, editor jefe.
La lucha por la inocencia
De peque?o, Rosario jugaba en las categor¨ªas juveniles del N¨¢poles. El f¨²tbol le salv¨® la vida, dice, porque lo manten¨ªa ocupado y alejado de lo que suced¨ªa en su barrio: ¡°Crecimos en un lugar criminal sin darnos cuenta, en el sentido de que est¨¢bamos acostumbrados a vivir en un ¨¢rea militarizada donde se traficaba con cualquier tipo de droga. Habitaba en un edificio de drogadictos, por lo que ten¨ªa que pedir permiso para entrar en mi casa y me avergonzaba decir a mis amigos que proced¨ªa de Scampia¡±.
Cuando explot¨® la primera guerra (faida) de Scampia en 2004 fue como un baldazo de realidad. Hasta ese momento, Paolo Di Lauro gobernaba la criminalidad incuestionablemente. Sin embargo, cometi¨® un error: abrir el control de la organizaci¨®n a sus hijos. Raffaele Amato, otrora fiel aliado que acababa de volver de Espa?a, se rebel¨® junto a otros miembros del clan insatisfechos con el nuevo tipo de gesti¨®n. Los ¡°separatistas¡±, al final, acabaron derrocando al viejo r¨¦gimen.
Muchas de las v¨ªctimas que caus¨® ese conflicto eran inocentes, como Antonio Landieri, primo de Rosario Esposito La Rossa. En la noche del 6 de noviembre, una bala le alcanz¨® la espalda tras rebotar sobre el asfalto. Otras cinco personas quedaron heridas, pero ¨¦l falleci¨®. No pudo escapar como los dem¨¢s: ten¨ªa parte del cuerpo paralizada y se mov¨ªa en silla de ruedas. Al d¨ªa siguiente, algunos medios lo presentaron como narcotraficante. Hasta le negaron un funeral p¨²blico, como se hace con un boss mafioso.
¡°Mi familia se desintegr¨®, muchos se fueron y vi a mi padre llorar. Se avergonzaba de hacerme vivir en un contexto como este¡±, cuenta Esposito La Rossa. El editor abandon¨® el f¨²tbol y emprendi¨® una larga lucha por la inocencia de su primo. En 14 a?os ha logrado que el Estado italiano le reconociera como tal, que los ejecutores materiales fueran condenados a 123 a?os de c¨¢rcel y que el estadio de Scampia, construido con 77 toneladas de neum¨¢ticos reciclados, se consagrara a la memoria de Antonio Landieri.
La pasi¨®n cultural de Esposito La Rossa surgi¨® precisamente tras escribir un libro dedicado a su primo, que el editor entendi¨® como un instrumento de lucha. Al di l¨¤ della neve (M¨¢s all¨¢ de la nieve, 2007) recog¨ªa una serie de relatos sobre el d¨ªa a d¨ªa en Scampia y lleg¨® a vender m¨¢s de 12.000 ejemplares.
La editorial de la obra, Marotta&Cafiero, ten¨ªa su sede en Posillipo, uno de los barrios m¨¢s ricos de N¨¢poles. En 2010, sus due?os se mudaron a Francia y se les ocurri¨® intentar reconectar el centro con la periferia dejando la actividad en manos de Esposito La Rossa. Gratis. ?l acept¨®, pese a las reticencias de sus padres (¡°Algo malo habr¨¢, si te la quieren regalar¡±). Recaud¨® fondos para publicar el primer libro impreso en Scampia, Mostri (Monstruos, 2010), y junto a su pareja, la actriz Maddalena Stornaiuolo, fund¨® la compa?¨ªa de teatro VoDiSca (Voces de Scampia).
Mientras, la actividad editorial segu¨ªa en el centro hist¨®rico de la ciudad. Esposito La Rossa obtuvo la gesti¨®n de la librer¨ªa y del caf¨¦ literario del Teatro Bellini, que le sirvi¨® de escuela para aprender el oficio. Pero faltaba seguir con su compromiso: ¡°Cedimos la librer¨ªa porque nuestro deseo era estar en Scampia, en el centro era demasiado f¨¢cil¡±. Entonces, con las ganancias de esos a?os, adquiri¨® un espacio que antes era un centro est¨¦tico de ¡°dudosa procedencia¡± llamado Manos de hada y hoy es La Scugnizzeria.
¡°Cada ladrillo de este sitio es un libro. Lo hemos comprado vendiendo libros en las escuelas, por lo tanto vale m¨¢s¡±, afirma el empresario mirando su creaci¨®n.
Educar a ¡°los hijos de los enemigos¡±
La presencia de un centro cultural tan exitoso en territorio camorrista no le asusta: ¡°Nunca me amenazaron. Primero, porque yo tambi¨¦n vivo aqu¨ª, no me ven como el h¨¦roe que viene a salvar a la gente desde fuera. Y, segundo, porque t¨² no puedes decirles a los chavales que la mafia es ¡®una monta?a de mierda¡¯ [cita Peppino Impastato, v¨ªctima de la Cosa Nostra siciliana en los setenta]. No vendr¨ªa nadie. Nosotros intentamos no juzgar, decimos que no nos importa qui¨¦n es el padre del chaval, nos interesa lo que podemos construir juntos. Nuestro objetivo es intentar transformar ¡®una guerra contra¡¯, porque siempre te la ponen en t¨¦rminos de buenos contra malos, en una ¡®batalla por¡¯¡±, sostiene.
La historia de La Scugnizzeria y el trabajo del equipo de Esposito La Rossa han atra¨ªdo el inter¨¦s de la pol¨ªtica. Ah¨ª han llegado de visita la expresidenta de la C¨¢mara de Diputados, Laura Boldrini; la presidenta del Senado, Maria Elisabetta Casellati, y el ministro de Cultura, Dario Franceschini. Un d¨ªa, el librero recibi¨® la llamada de la secretaria del presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, que le anunciaba la decisi¨®n de concederle el t¨ªtulo honor¨ªfico de cavaliere. ¡°Fue un rescate para la adolescencia que no he vivido, que vale a¨²n m¨¢s porque entregado fue por el hermano de una v¨ªctima de mafia¡±, relata el librero.
La escuela de teatro de Esposito La Rossa y Stornaiuolo ha ense?ado a m¨¢s de 80 ni?os y llegado a dar trabajo a algunos de ellos. A menudo acuden actores de Gomorra o de otras series para impartir talleres gratuitos. Incluso llegaron a presentar un cortometraje, Sufficiente, en el Festival de Cine de Venecia. Cada mi¨¦rcoles prestan su voz para un programa radiof¨®nico, Radio Traficantes de Libros, nacido como proyecto para ayudar a los disl¨¦xicos a expresarse. Quien pueda aportar algo econ¨®micamente lo hace, para quien no pueda han ideado una estratagema: ¡°Decimos al chaval que ha ganado una beca, que es muy diferente que decir ¡®ven gratis porque no tienes dinero¡¯. La familia siente que alguien cuida de ¨¦l¡±.
Detr¨¢s de sus dos editoriales, Marotta&Cafiero y Coppola ¡ªun sello siciliano que su fundador y anterior due?o, Salvatore Coppola, dedic¨® a la lucha por la legalidad¡ª, hay una identidad definida. Con el crecimiento de las ventas, ahora se dedican a la publicaci¨®n de autores del ¡°sur del mundo¡±, con una atenci¨®n particular hacia escritores locales. Todo el material utilizado es sostenible y Esposito La Rossa se planea empezar a imprimir libros con un sobre que contiene semillas de abedul, para que pueda enterrarse y florecer.
La Scugnizzeria ser¨¢ en breve tambi¨¦n una de las primeras librer¨ªas en Italia que permitir¨¢ a los clientes imprimir su propio libro. Esposito La Rossa lo define como ¡°el hospital de los libros¡±, porque ser¨¢n capaces de crearlo desde el principio hasta el final, permitiendo la elecci¨®n del tipo de letra, de la carta y de una dedicatoria especial.
Pero lo que m¨¢s cuenta para el librero es intentar ofrecer a los ni?os de Scampia y alrededores una rutina que no est¨¢n acostumbrados a vivir. A La Scugnizzeria acuden hijos de criminales que pueden finalmente mirar el mundo desde otra perspectiva: ¡°Durante a?os ha venido el hijo del asesino de mi primo. Pero cuando su padre mataba, ¨¦l ten¨ªa un a?o. ?Por qu¨¦ tiene que pagar por las culpas de su padre? Se puede hacer la diferencia cuando te ocupas de los hijos de tus enemigos, cuando te das cuenta de que nadie es inocente¡±.
Babelia
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