Barbara Hepworth, la brillante escultora de los agujeros
La artista brit¨¢nica, autora de m¨¢s de seiscientas obras, es considerada una de las m¨¢s importantes del siglo XX
La vocaci¨®n y la obra de cualquier artista vienen marcadas siempre por su infancia, y la de Barbara Hepworth tuvo dos elementos que decantaron su pasi¨®n por la escultura desde ni?a: los paseos con su padre por la campi?a inglesa y una clase de arte egipcio que recibi¨® en el colegio y de la que dijo que ¡°hab¨ªa sido como una bomba¡±.
A partir de aqu¨ª: estudios de arte, becas para viajar al extranjero y la influencia de un gran compa?ero y amigo desde el inicio de sus estudios, Henry Moore, quien influy¨® y a quien influy¨® en su trayectoria. Hepworth viaj¨® a Par¨ªs, Roma, Florencia y Siena, se cas¨® y se divorci¨® dos veces, tuvo cuatro hijos -trillizos con su segunda pareja-, super¨® la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de los vaivenes y reveses que tambi¨¦n sufri¨® en la vida, su apariencia siempre fue la de una mujer feliz, capaz de transmitir paz en su rostro.
Las m¨¢s de seiscientas esculturas que Hepworth realiz¨® a lo largo de su carrera contin¨²an siendo un legado del poder ¨²nico que posee el arte para reflejar los valores atemporales del humanismo y la belleza natural con la sencillez de las formas y su armon¨ªa con el entorno natural, donde est¨¢n ubicadas la mayor¨ªa.
Jocelyn Barbara Hepworth naci¨® el 10 de enero de 1903 en Wakefield, en el condado brit¨¢nico de West Yorkshire. Fue la hija mayor de Herbert, un ingeniero civil que en 1921 se convirti¨® en inspector del condado, y de Gertrude. De ni?a disfrutaba en los viajes en coche que realizaba su padre por todo el condado de Yorkshire debido a su trabajo y, como luego reconocer¨ªa, el contacto con la naturaleza y los paisajes la marc¨® profundamente su vocaci¨®n y el estilo de su obra.
Asisti¨® a la escuela secundaria de ni?as de Wakefield, donde logr¨® una beca de m¨²sica en 1915. All¨ª le impact¨® una clase de arte egipcio que recibi¨® y que le hizo optar por el arte y, concretamente, por la escultura. Al graduarse se matricul¨® en la Escuela de Arte de Leeds, donde conoci¨® a Henry Moore, compa?ero de estudios con quien fragu¨® una gran amistad, y a veces tambi¨¦n rivalidad profesional.
Entre 1921 y 1924 Barbara Hepworth se especializ¨® en escultura en el Colegio Real de Arte de Londres. A pesar de su juventud, junto a Moore y otros estudiantes del colegio, realiz¨® viajes ocasionales a Par¨ªs, donde se empap¨® de las tendencias de la ¨¦poca. Barbara obtuvo su diploma de Arte en el verano de 1923, pero decidi¨® quedarse un a?o m¨¢s para competir por el Prix de Roma, en el que John Skeaping, a la postre su primer marido, resulta ganador.
Barbara obtuvo una beca de un a?o en el extranjero y viaj¨® a Italia. Se estableci¨® en Florencia, donde pas¨® los primeros meses estudiando arte y arquitectura romana y del Renacimiento, pero tambi¨¦n viaj¨® a Siena y a Roma. En el Palazzo Veccio de Florencia se cas¨® con el escultor John Skeaping en mayo de 1925. La pareja se traslad¨® a vivir en la Escuela Brit¨¢nica de Roma, donde Skeaping era un estudioso de escultura en Roma, y Hepworth aprendi¨® a tallar m¨¢rmol con el maestro Giovanni Ardini. Sin embargo, regresaron a Londres un a?o despu¨¦s debido a la mala salud de Skeaping.
Las exposiciones conjuntas de la pareja empezaron a ser habituales y los coleccionistas comenzaron a adquirir sus obras. Pero en los siguientes a?os, dos acontecimientos cambiaron la vida de Barbara. En 1929 naci¨® su primer hijo, Paul Skeaping, y en 1931 conoci¨® al pintor Ben Nicholson, de quien se enamor¨® y con quien tuvo trillizos tras divorciarse de su primer marido. Sin embargo, no fue hasta 1938 cuando contrajo matrimonio con ¨¦l.
Hepworth y Nicholson fueron miembros claves en el movimiento de arte abstracto ingl¨¦s de la d¨¦cada de los a?os 30. Ambos revelaron su movimiento hacia el arte abstracto en exposiciones conjuntas que realizaron tanto en 1932 como en 1933, y donde Hepworth comenz¨® a experimentar con collages, fotogramas y grabados. Trabajaron los materiales tradicionales de manera cl¨¢sica en un primer momento, para hacerlo de manera innovadora despu¨¦s, sobre todo la madera y la piedra. La progresi¨®n de su obra se caracteriza por los espacios huecos que introdujeron dentro de las esculturas. Para ellos, las propiedades naturales del material deb¨ªan dar forma definitivamente a la obra.
Ella misma dec¨ªa que ¡°cada escultura debe ser tocada, es parte de la forma de hacerla y es realmente nuestra primera sensaci¨®n, es el sentido del tacto, el primero que tenemos cuando nacemos. Creo que cada persona que mire una escultura debe utilizar su propio cuerpo. No puedes mirar una escultura si vas a permanecer r¨ªgido, debes caminar alrededor de ella, inclinarte sobre ella, tocarla y alejarte de ella¡±.
La mayor¨ªa de las obras de Barbara Hepworth adquiere un sentido voluble, en el que, a pesar de sus sencillas formas, el hueco que contiene se convierte en el pulm¨®n de la escultura. La artista trabajaba sin esbozos previos, sino por la intuici¨®n que le transmit¨ªan los materiales, as¨ª que el resultado siempre fueron obras lisas, redondeadas, pulidas por los materiales usados de la piedra y la madera, que adquieren una gran armon¨ªa y belleza al juntarlos. Es lo que se conoce como talla directa, una t¨¦cnica por la cual el proceso de escultura est¨¢ influenciado por las cualidades de las materias primas m¨¢s que por un modelo preconcebido de la obra.
A mediados de los a?os 30 Barbara conoce a grandes artistas, como Mondrian y Kandinsky, y viaja por numerosas capitales invitada a inaugurar exposiciones. Est¨¢ interesada en ideas para obras a gran escala y muestra su simpat¨ªa por la causa antifascista que recorre Europa. Tal d¨ªa como hoy, 25 de agosto, hace 81 a?os, en 1939, el matrimonio Nicholson-Hepworth y sus trillizos llegaron a St. Ives, una ciudad costera al sur de Inglaterra, donde se establecieron antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En St. Ives estableci¨® su estudio, donde continu¨® su carrera hasta su fallecimiento en 1975. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial Barbara se convirti¨®, junto a su colega y amigo Henry Moore, en una de las revelaciones m¨¢s importantes de la escultura de su generaci¨®n, y sus obras, con los a?os, fueron alcanzando mayor tama?o; por ejemplo, el monumento a Dag Hammarskj?ld (1964) en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York (Estados Unidos), que es una de sus esculturas m¨¢s reconocidas.
Uno de los golpes emocionales m¨¢s duros que vivi¨® Barbara en su vida fue la muerte de su hijo mayor, Paul, que falleci¨® a los 19 a?os en un accidente de aviaci¨®n de la Fuerza A¨¦rea de Real cuando estaba destinado en Tailandia. La desgarradora muerte de su progenitor la impuls¨® a trabajar en la obra Madonna y el Ni?o, adem¨¢s de empujarla a realizar un viaje a Grecia en 1954.
Hepworth fue galardonada con el Gran Premio de la Bienal de S?o Paulo de 1959 y recibi¨® dos t¨ªtulos honor¨ªficos: Insignia de Comendador del Imperio Brit¨¢nico (1958) y Dama del Imperio Brit¨¢nico (1965). Su trabajo continu¨® exhibi¨¦ndose por Europa siempre con gran ¨¦xito de cr¨ªtica. Tambi¨¦n se le concedi¨® el Premio a la Libertad de St. Ives en 1968 como reconocimiento a su importancia para la ciudad.
Barbara Hepworth muri¨® all¨ª, en St. Ives, el 20 de mayo de 1975, despu¨¦s de una larga batalla contra el c¨¢ncer y en un incendio en su casa. Ten¨ªa 72 a?os.
Su estudio se convirti¨® en 1976 en el Museo Barbara Hepworth y en la actualidad su obra est¨¢ incluida en numerosas colecciones p¨²blicas y privadas de todo el mundo, entre las que se encuentran el Deutsche Bank y el Centro de Arte Brit¨¢nico de Yale.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.