La BBC, en el punto de mira
El Gobierno de Boris Johnson revisa el sistema de financiaci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica
En la pared del ic¨®nico edificio central de la BBC en Londres, la Broadcasting House, se puede leer una cita de George Orwell: "Si la libertad tiene alg¨²n significado, es el del derecho a decir a la gente lo que no quiere o¨ªr". Como gran parte de la obra del escritor y periodista brit¨¢nico, la frase tiene la virtud de reconfortar posiciones contrarias. Los periodistas de la cadena p¨²blica han expresado libremente durante los ¨²ltimos tres a?os las contradicciones y errores de los euroesc¨¦pticos en su defensa del Brexit. A cambio, el ala dura de los conservadores ha cuestionado el anacronismo, seg¨²n su punto de vista, de una instituci¨®n que impone sus costes a los contribuyentes mientras sigue perdiendo peso y relevancia en un mundo controlado por las grandes plataformas digitales de contenidos por suscripci¨®n: Netflix, Disney o Amazon.
La BBC celebrar¨¢ su centenario dentro de dos a?os, y las futuras celebraciones se han visto eclipsadas por un ataque sin precedentes a sus fundamentos, su financiaci¨®n y su l¨ªnea editorial por el nuevo Gobierno de Boris Johnson. La ministra de Cultura, Nicky Morgan, contribuy¨® al actual estado de nervios del personal de la corporaci¨®n con su discurso de principios de mes, en el que utiliz¨® la comparaci¨®n de Blockbuster (la cadena de alquiler de pel¨ªculas en VHS y DVD que sucumbi¨® a la era del streaming) para expresar sus dudas sobre el futuro de la televisi¨®n p¨²blica. "Simplemente, el mundo en el que surgi¨® la BBC ¡ªy su financiaci¨®n a trav¨¦s del pago individual de una licencia¡ª ha cambiado hasta el punto de que ya no lo reconocemos. Debemos pensar cuidadosamente qu¨¦ queremos que sea en los pr¨®ximos a?os", anticip¨®.
De momento, Downing Street ha comenzado a plantearse la posibilidad de eliminar la sanci¨®n penal que conlleva el impago de la licencia. Todo residente en el Reino Unido que disfrute de la programaci¨®n de la BBC, sea a trav¨¦s de un receptor tradicional de televisi¨®n o a trav¨¦s de su ordenador o tel¨¦fono m¨®vil, debe pagar una tasa anual de unos 185 euros. Existe un control efectivo de cada hogar, con inspecciones in situ, para comprobar el uso de sus servicios. Y una amenaza de multa de hasta 1.200 euros para los infractores. Los enemigos de la BBC defienden la necesidad de "descriminalizar" el impago. Como en toda guerra cultural, las palabras son armas. La propia Morgan suger¨ªa en su discurso la improbable consecuencia de acabar en prisi¨®n por ver los contenidos de la BBC sin pagar.
Imaginar un Reino Unido sin la BBC ser¨ªa casi tan complicado como prescindir de la casa de los Windsor o del Big Ben. Concentra en su historia tantos rasgos y virtudes, y a la vez tantas contradicciones y defectos, que ning¨²n argumento del debate sobre su existencia puede ser definitivo. Sus defensores son incapaces de encontrar la viabilidad econ¨®mica de un monstruo que devora al a?o 5.870 millones de euros (seg¨²n cifras de 2019), de las que 4.400 millones proceden de la tasa individual que pagan los ciudadanos. Y que a¨²n as¨ª tuvo el a?o pasado un d¨¦ficit de 62 millones de euros. La serie m¨¢s vista en el Reino Unido en 2018 fue Bodyguard?(El guardaespaldas). La BBC hubiera necesitado m¨¢s de 30 series igual de exitosas para mantener el nivel de audiencia del a?o anterior. Ese es el ritmo del descenso. Los detractores intentan compatibilizar en cada ataque el evidente problema econ¨®mico con la necesidad de preservar una instituci¨®n que ha globalizado como ninguna la esencia de la cultura brit¨¢nica.
"El privilegio legal m¨¢s relevante [de la BBC] es su capacidad de tener una fuente de financiaci¨®n que no se basa en la decisi¨®n del p¨²blico de usar o no su servicio, sino en el simple hecho de tener un receptor en casa. Esto es algo que distorsiona la competencia con cualquier proveedor alternativo de contenidos", ha escrito el economista Philip Booth en su informe New Vision (Nueva Visi¨®n). Es una propuesta encargada por el centro de pensamiento conservador Institute of Economic Affairs (Instituto de Estudios Econ¨®micos) para convertir a la BBC en una plataforma que se financie a trav¨¦s de las suscripciones de los usuarios. Que supondr¨ªa, dicen los cr¨ªticos, una notable reducci¨®n en la producci¨®n de contenidos. "Las cr¨ªticas de aquellos que defienden que la BBC deber¨ªa reducir su tama?o pretenden sugerir que la televisi¨®n p¨²blica se dedica a inundar de contenidos el mercado y reduce las posibilidades de las producciones de car¨¢cter comercial. Si dejan de hacerlo, piensan, proliferar¨¢n estas ¨²ltimas. No me lo creo. M¨¢s bien lo que conseguir¨ªan es el hundimiento de las producciones brit¨¢nicas", ha argumentado Patrick Barwise, experto en mercadotecnia de la London School of Economics y uno de los defensores m¨¢s destacados del futuro de la corporaci¨®n p¨²blica.
La BBC tiene su futuro asegurado hasta 2027, gracias a la Royal Chart?que la corporaci¨®n negoci¨® con el Gobierno conservador de David Cameron. El tiempo corre, y el equipo de Johnson (encabezado por su asesor Dominic Cummings, el genio detr¨¢s del ¨¦xito del Brexit y enemigo furibundo de la corporaci¨®n) comienza a dise?ar su venganza hacia una instituci¨®n que considera plagada de izquierdistas de sesgo probado. El presidente de la BBC, Tony Hall, renunci¨® a principios de a?o. Hay una clara estrategia en su dimisi¨®n. El consejo de la corporaci¨®n podr¨¢ nombrar un sustituto que haga frente a los a?os venideros sin que el Gobierno pueda decir nada al respecto. Y deber¨¢ inclinarse, dicen los expertos, hacia una persona m¨¢s concentrada en los retos del nuevo entorno digital que en la noticia que deba abrir el informativo de las seis de la tarde.?
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