Entre confinamiento y desmadre
A Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, gran lector de novelas, le ha tentado siempre explorar las posibilidades de los g¨¦neros y sorprender a sus lectores
1. Libertinajes
Georges Simenon, cuya bibliograf¨ªa novel¨ªstica ¡ªla firmada con su nombre y la publicada bajo alguno de sus incontables seud¨®nimos¡ª supera las 450 referencias (sin contar relatos, escritos autobiogr¨¢ficos, ensayos, etc¨¦tera), sol¨ªa dividir su narrativa entre ¡°novelas duras¡± y las que no lo eran. En la ¨²ltima categor¨ªa se inclu¨ªan, por ejemplo, las 75 novelas de Maigret, escritas entre 1929 y 1972; las ¡°duras¡± eran las que consideraba m¨¢s literarias: grandes historias como El gato (Acantilado) o El hombre que miraba pasar los trenes (Tusquets, si es que a¨²n la encuentran).
Hasta hace poco, y salvando todas las distancias (entre ellas, la desmesura de la obra del belga), Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu podr¨ªa haber trazado la misma taxonom¨ªa de su obra: por un lado estar¨ªan sus ¡°novelas duras¡± ¡ªlas 14 publicadas entre El mercurio (1968) y Mentiras aceptadas (2013)¡ª y, por otro, las nueve novelas policiales protagonizas por la estupenda juez Mariana de Marco y publicadas (Alfaguara) entre 2001 y 2019 (dentro de unos meses aparecer¨¢ la que, seg¨²n dice, clausurar¨¢ la serie).
Pero a Guelbenzu, gran lector de novelas, le ha tentado siempre explorar las posibilidades de los g¨¦neros y sorprender a sus lectores. Y eso es lo que viene ocurriendo desde que, en 2016, public¨® Los poderosos lo quieren todo (Siruela) ¡ªun libro cuyo car¨¢cter par¨®dico, carnavalesco y profundamente antinaturalista desconcert¨®¡ª, y lo que sucede ahora con En la cama con el hombre inapropiado (Siruela; en adelante ECHI). Los lectores que sigan aferrados al Guelbenzu de El r¨ªo de la luna (Alianza, 1981) o Un peso en el mundo (Alfaguara, 1999), har¨ªan bien en olvidarlos para una lectura disfrutona y cabal de ECHI.
Por supuesto, Guelbenzu, el explorador, se nutre de una tradici¨®n: la de la novela m¨¢s o menos libertina que leyeron las ¨¦lites literarias del siglo XVIII, en el que, como se sabe, no era luz todo lo que reluc¨ªa. Una tradici¨®n que encarna, por su lado m¨¢s picaresco, Fanny Hill, de John Cleland (1741), y por el m¨¢s extremoso, Justine o los infortunios de la virtud (1791), del Marqu¨¦s de Sade.
La protagonista, Mar¨ªa del Alma, es una malcasada provinciana y de buen ver (recuerda a Mariana de Marco) que a sus 41 a?os da un portazo, planta al co?azo de su marido y se traslada a Madrid para ver el mundo con sus propios ojos. La rom¨¢ntica se?ora, que a¨²n suspira por algo tan improbable como un hombre que le proporcione, a la vez, ¡°dulzura y pasi¨®n¡±, emprende un esforzado aprendizaje (ECHI tambi¨¦n podr¨ªa calificarse de par¨®dico Bildungsroman de edad madura) en el que, asesorada por su amiga-celestina Amalita Muscaria, se mete en la cama (y en los trabajos) con todo tipo de varones: chulos, banqueros (es en 1981, y el que le toca se llama Raimundo Repeinado: ?les dice algo?), editores, intelectuales, coleccionistas de libros, horteras hispanoamericanos, moteros, mochileros, ensayistas en estado preag¨®nico, macarras, etc¨¦tera.
De todos ellos aprende algo, entre otras cosas las artes del sexo, y de todos ellos ¡ªde unos, amante; de otros, entretenida; de otro, fetiche¡ª sale escaldada porque, como reza el t¨ªtulo de Flannery O¡¯Connor que le abre los ojos, Un hombre bueno es dif¨ªcil de encontrar. Guelbenzu entiende el g¨¦nero y le saca partido con esta novela ¡ªnada ¡°dura¡± y con dos sorprendentes finales¡ª que se lee con ligereza, agrado y entretenimiento, que es lo que el autor pretende, y que deja tambi¨¦n, en los m¨¢rgenes de las aventuras de la ingenua libertina y su caterva de amantes, una visi¨®n muy reconocible (aunque a menudo ¨¤ cl¨¦) de aquel Madrid ¡ªEspa?a, por extensi¨®n¡ª de 1981, cuando todo el monte parec¨ªa orgasmo (perd¨®n: or¨¦gano) y esto parec¨ªa Jauja.
2. Estalinismos
En 1933, despu¨¦s de leer el feroz epigrama que le hab¨ªa dedicado ?sip Mandelstam (1891-1938), Stalin, ya rozando la cumbre de su poder absoluto, orden¨® a la NKVD ¡°conservar, pero aislar¡± al poeta. Mandelstam fue inmediatamente arrestado, lo que provoc¨® que numerosos poetas e intelectuales (Bujarin, entre otros) escribieran al dictador (el ¡°Bonaparte sovi¨¦tico¡±, como le llam¨® Trotski) cartas de protesta y s¨²plica. Stalin, falso magn¨¢nimo, les hizo creer que quiz¨¢s, alg¨²n d¨ªa, podr¨ªa ¡°revisar el caso¡±, pero nunca lleg¨® a hacerlo, y Mandelstam pas¨® sus ¨²ltimos a?os en distintos campos (no en los m¨¢s crueles, quiz¨¢s porque a algunos funcionarios les gustaba su poes¨ªa), para acabar muriendo de fr¨ªo y hambre cerca de Vladivostok en 1938, donde fue enterrado en una fosa com¨²n.
Exonerado parcialmente de los cargos de ¡°actividades revolucionarias¡± por Jruschov en 1956, su total rehabilitaci¨®n no lleg¨® hasta 1987, con Gorbachov. Su esposa, Nadiezhda Mandelstam, una magn¨ªfica escritora (sus memorias Contra toda esperanza, publicadas en 1984 por Alianza, est¨¢n ahora en Acantilado), tuvo que aprenderse de memoria muchos de los poemas que su marido compuso en el exilio, lo que ha permitido que lleguen hasta nosotros. Alianza ha publicado recientemente una Antolog¨ªa po¨¦tica (edici¨®n de Jes¨²s Garc¨ªa Gabald¨®n), en la que se incluyen, adem¨¢s de los estremecedores Cuadernos de Voronezh, el c¨¦lebre epigrama (un par de versos: ¡°sus gordos dedos son sebosos gusanos / y sus seguras palabras, pesadas pesas¡±) y, para compensar, una Oda a Stalin escrita claramente para hacerse perdonar.
N¨®rdica tambi¨¦n ha publicado Mandelstam, un librito de recuerdos y reminiscencias de Anna Ajm¨¢tova, que incluye poemas de ambos. A los interesados en el epigrama y la oda, les gustar¨¢ el art¨ªculo ¡®?sip Mandelstam y la oda a Stalin¡¯, del maestro J. M. Coetzee, incluido en su recopilaci¨®n Contra la censura, subtitulado oportunamente Ensayos sobre la pasi¨®n por silenciar (DeBolsillo). Por ¨²ltimo, Varlam Shal¨¢mov (1907-1982), otra v¨ªctima de los campos, ofrece una perspectiva estremecedora del poeta en ¡®Sherry-Brandy¡¯, incluido en el primer volumen de sus Relatos de Kolim¨¢ (edici¨®n completa en Min¨²scula).
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