Carta al presidente del Gobierno
Si pensamos que la cultura es superflua, acabemos con ella de una vez por todas. Si la consideramos esencial, actuemos en consecuencia
En el oto?o pr¨®ximo se cumplir¨¢n 35 a?os del estreno en Espa?a de Mahabharata, la c¨¦lebre epopeya dirigida por el insigne Peter Brook, que conmovi¨® profundamente la sensibilidad teatral europea y dej¨® en aquel momento una huella muy especial a su paso por Espa?a. La producci¨®n se organiz¨® en Par¨ªs, en el Centro Internacional de Actividades teatrales, con un presupuesto colosal. Aquel esfuerzo financiero no hubiera sido concebible sin el auspicio de las ideas fundacionales del humanismo europeo y el concepto de la cultura como elemento integrador para la paz y el desarrollo de los valores de la convivencia.
Corr¨ªa el a?o de 1985 y la cultura espa?ola se abr¨ªa en aquella ¨¦poca como las rosas con las primeras luces del alba. Se acababa de crear la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico, a instancias del primer gobierno socialista, con el impulso del inolvidable Adolfo Marsillach. Inexplicablemente el pa¨ªs con el mayor patrimonio dramat¨²rgico europeo carec¨ªa hasta entonces de una instituci¨®n semejante a las de Francia, Alemania o Inglaterra. En fin, el teatro espa?ol recuperaba por aquella ¨¦poca el ¨¢ureo prestigio del arte, cuando este se ha purificado a lo largo de una dura etapa de carencia y resistencia.
Usted ha reflexionado sobre el tema de la resistencia y esa reflexi¨®n es, en cierto modo, el coraz¨®n de Mahabharata. Este relato narra la disputa de dos familias por el dominio del mundo. El mundo es solo un trozo de tierra, una esfera de influencia, como decimos ahora. Pero esa lucha de poder pone en juego la supervivencia de todo el universo.
La met¨¢fora de Mahabharata es de una actualidad siempre vigente porque a fin de cuentas eso es lo que est¨¢ pasando siempre en el mundo. Pero el mundo, seg¨²n la sabidur¨ªa impl¨ªcita en Mahabharata, est¨¢ en el alma. Ah¨ª se libra la verdadera batalla. En el interior de nosotros mismos combaten esas dos fuerzas: las luces del discernimiento y las sombras del fanatismo, el miedo y la ignorancia.
La cultura no es tanto la pelea por las ayudas oficiales a la cultura, como se suele pensar a veces de manera pintoresca, si no la pelea por el descubrimiento permanente del significado de lo que somos
Numerosas personalidades del arte, del pensamiento y de la pol¨ªtica de la Espa?a de aqu¨¦l entonces vieron el espect¨¢culo y buscaron respuestas en las verdades del Mahabharata versionado por Brook. Una ilustre dama del socialismo de la ¨¦poca dijo algo curioso sobre el espect¨¢culo: ¡°Es fascinante, pero no se sabe por qu¨¦¡±.
El devenir de esta historia est¨¢ ligado al concepto de Dharma. Dharma es de manera amplia la ley c¨®smica en un sentido f¨ªsico y metaf¨ªsico, pero Brook define Dharma como el motor esencial. Aquello que impulsa la vida hacia la plenitud de s¨ª misma; Armon¨ªa, Felicidad, Prosperidad. Los h¨¦roes refulgentes combaten por el Dharma. Y Adharma es todo lo que se opone vivamente a esa plenitud. En un sentido sutil y no solo estrictamente f¨ªsico, Adharma es destrucci¨®n.
Y ahora viene la pregunta: ?La destrucci¨®n puede ser evitada? La respuesta es obvia. Pero voy a formular la pregunta de otra manera: ?Es prescindible la cultura? Aunque no lo parezca, si lo piensa detenidamente, ver¨¢ que en el fondo la pregunta es la misma.
Si pensamos que en ¨²ltima instancia la cultura no es algo vital y de extrema necesidad, deber¨ªamos obrar en consecuencia y eliminar todos los gastos destinados, no ya a cultura, sino a escuelas de arte, de teatro, de m¨²sica, de danza, etc. ?Por qu¨¦ crear en los j¨®venes expectativas que inevitablemente van a ser defraudadas? Si la sociedad no necesita realmente de la acci¨®n de la cultura en tiempos de crisis, la cultura deber¨ªa ser eliminada dr¨¢sticamente como algo superfluo e innecesario.
Este es el fondo del pensamiento que late en algunos de los representantes municipales con los que hemos podido contactar en estos momentos: "El dinero para cultura, dicen, que se dedique ahora a gastos sociales". No hablan nunca de recortar otras partidas presupuestarias. Excepto la cultura, todo lo dem¨¢s es imprescindible. Y he de decir con franqueza que yo comprendo que piensen de esta manera, porque la destrucci¨®n del significado de la palabra "cultura" ya est¨¢ en marcha desde antes de la pandemia.
Y ahora viene la pregunta: ?La destrucci¨®n puede ser evitada? La respuesta es obvia. Pero voy a formular la pregunta de otra manera: ?Es prescindible la cultura? Aunque no lo parezca, si lo piensa detenidamente, ver¨¢ que en el fondo la pregunta es la misma
Ateni¨¦ndonos a la epopeya india, a la tragedia griega, a Shakespeare y a lo mejor del teatro del Siglo de Oro espa?ol, la cultura no es tanto la pelea por las ayudas oficiales a la cultura, como se suele pensar a veces de manera pintoresca, si no la pelea por el descubrimiento permanente del significado de lo que somos. Esa pelea es la ¨²nica que dignifica la vida.
El Dharma que nos hace refulgentes como a los h¨¦roes de Mahabharata. El Dharma nos confiere la capacidad para resistir los embates de las fuerzas de la destrucci¨®n. Las gentes del teatro ya resistimos frente a un gobierno que increment¨® el IVA del cine y del teatro para proteger el IVA del f¨²tbol. Y la sociedad lo toler¨® porque la destrucci¨®n del significado ya se hab¨ªa consumado antes. En otro caso, esto no hubiera sido posible. Pero inexplicablemente y a pesar de ello, volvimos a llenar los teatros porque la ley de la vida se impone siempre a la ley de la destrucci¨®n.
Y esa es la raz¨®n por la que la cultura es algo imprescindible para la vida, porque la cultura es un aspecto de la manifestaci¨®n de la misma vida. En este sentido podemos decir que la cultura en verdad no necesita nunca la ayuda de nadie. Pero no obstante, siguiendo el hilo de la filosof¨ªa de la acci¨®n con la que Krishna instruye a Arjuna en Mahabharata, usted deber¨ªa hacer algo por la cultura. Por su propio beneficio y por el beneficio no solo de los artistas, sino de todos los profesionales t¨¦cnicos y empresas relacionadas con la cultura. Ese ser¨ªa su deber con arreglo al Dharma. Y parafraseando a Shakespeare, ¡°tan seguro como que al d¨ªa le sigue la noche¡± que todos saldremos beneficiados. Porque aunque la cultura no lo necesite, cr¨¦ame que los que trabajamos en la cultura y sus destinatarios, s¨ª que lo necesitamos.
Atentamente.
Rafael ?lvarez El Brujo
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