El sistema solar de la nueva ciencia-ficci¨®n
El g¨¦nero trasciende fronteras de sexualidad, raza, clase social y geograf¨ªa para alejarse de la hegemon¨ªa anglosajona y de la del patriarcado
La condici¨®n ins¨®lita de la ciencia-ficci¨®n en el mundo posterior a la Gran Recesi¨®n como suma de pol¨ªticas, sensibilidades, saberes y potenciales imaginativos, con el poder de dar voz a las preocupaciones globales de nuestro tiempo, tiene un reflejo evidente en la obra de Ted Chiang. Nacido en Estados Unidos pero de ascendencia china, licenciado en Computaci¨®n y muy familiarizado con los dialectos de la t¨¦cnica y la ciencia, resulta l¨®gico que las inquietudes de Chiang como escritor de (ciencia) ficci¨®n pasen por la ling¨¹¨ªstica y el metarrelato, tal y como evidencian sus novelas cortas La historia de tu vida (1998) ¡ªgermen de la pel¨ªcula La llegada (2016), de Denis Villeneuve¡ª o El ciclo de vida de los objetos de software (2010). El gran hallazgo de Chiang radica en aportar a una vertiente cl¨¢sica del g¨¦nero ¡ªla ciencia-ficci¨®n dura, preocupada sobre todo por la primera acepci¨®n del t¨¦rmino, la que se refiere a la ciencia¡ª facetas antropol¨®gicas y metaf¨ªsicas te?idas de melancol¨ªa. Entre los autores que orbitan intereses similares a los suyos se cuentan Gish Jen y China Mi¨¦ville.
Ensayos de anticipaci¨®n
Si Ted Chiang ha contaminado lo narrativo de aspectos ensay¨ªsticos, la acad¨¦mica y fil¨®sofa Donna Haraway ha recorrido el camino en el sentido inverso. Desde su texto fundacional, Manifiesto para cyborgs, de 1985, Haraway ha apoyado sus visionarias reflexiones feministas sobre cuerpo, tecnolog¨ªa, cultura y lenguaje en conceptos ligados al cine y la literatura de ciencia-ficci¨®n.
La mutaci¨®n de su pensamiento a lo largo de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ha hecho gala de una extraordinaria coherencia y capacidad evolutiva hacia una visi¨®n transgresora de la ecolog¨ªa, cristalizada en Seguir con el problema: generar parentesco en el Chthuluceno. Su labor ha inspirado a numerosas hacktivistas del lenguaje y el g¨¦nero, cuyos manifiestos ha recopilado Ciberfeminismo: De VNS Matrix a Laboria Cuboniks, editado por Remedios Zafra y Teresa L¨®pez-Pellisa.
Contra el canon patriarcal
A su vez, la apuesta de Haraway por trascender el binarismo hombre-mujer a trav¨¦s de lo poshumano tiene antecedentes en La mano izquierda de la oscuridad, que una pionera como Ursula K. Le Guin public¨® en 1969, y El hombre hembra, de Joanna Russ, editado en 1975. Ambas novelas son predecesoras de toda una corriente literaria que cuestiona asignaciones y servidumbres, en particular la reproductiva: desde El cuento de la criada, de Margaret Atwood, hasta Nueva madre, de Eugene Fischer, o la antolog¨ªa ProyEctog¨¦nesis, publicada en 2019.
Recuerda la escritora estadounidense Kameron Hurley: ¡°Las mujeres somos en este pa¨ªs el 40% de los escritores de ciencia-ficci¨®n y el 70% de los lectores (¡). Nuestras voces ya no pueden ser negadas ni desestimadas. Hemos llegado para quedarnos¡±. Sus palabras dan cuenta de una de las principales caracter¨ªsticas del boom que experimenta en la actualidad la ciencia-ficci¨®n: el triunfo de las perspectivas feministas y queer, que han arrojado una mirada cr¨ªtica hacia el canon heteropatriarcal y blanco dominante en la historia del g¨¦nero, lo que pasa por la reivindicaci¨®n de figuras hasta ahora en un segundo plano. Estas nuevas sensibilidades han sabido aportar al presente de la ciencia-ficci¨®n, sobre todo en el ¨¢mbito literario, una variedad in¨¦dita de planteamientos.
El futuro y la di¨¢spora
Pero lo que no pudo prever Kameron Hurley en su hito ensay¨ªstico La revoluci¨®n feminista geek (2016) es hasta qu¨¦ punto la interseccionalidad de las perspectivas feministas y queer se ha imbricado en un movimiento de resonancia todav¨ªa mayor; toda una constelaci¨®n de sentidos en torno a la ciencia-ficci¨®n de la que forman parte, de manera cada vez m¨¢s esencial, discursos plurales de raza, clase e identidad sexual cuyos or¨ªgenes se ubican en coordenadas geogr¨¢ficas y culturales distantes del mainstream anglosaj¨®n.
Si las citadas La mano izquierda de la oscuridad y El hombre hembra fueron pioneras en su formulaci¨®n de realidades dist¨®picas y posibilidades ut¨®picas para las mujeres, la afroamericana Octavia E. Butler a?adi¨® a su propia ficci¨®n especulativa el factor racial: Parentesco (1979), la trilog¨ªa Xenog¨¦nesis (1984-89) o la antolog¨ªa Hija de sangre y otros relatos (1996-2005) han devenido referentes del afrofuturismo, la corriente que fabula sobre la di¨¢spora africana derivada de la esclavitud.
El testigo de Butler ha sido recogido por voces como N. K. Jemisin (Trilog¨ªa de la Tierra Fragmentada, 2015-2017) y Nnedi Okorafor (Trilog¨ªa de Binti, 2015-2018), tan populares que luego fueron reclamadas por la industria del comic book. En cambio, la ciencia-ficci¨®n chicana, deudora espiritual de la di¨¢spora mexicana en Estados Unidos, a¨²n est¨¢ en espera de un reconocimiento internacional para obras de culto como Lunar Braceros: 2125-2148 (2009), de Beatrice Pita y Rosaura S¨¢nchez.
Constelaciones por descubrir
Otras latitudes s¨ª empiezan a hacerse escuchar con fuerza. En China, la ciencia-ficci¨®n ha jugado un papel estrat¨¦gico determinante en el desarrollo econ¨®mico y tecnol¨®gico del pa¨ªs. Aunque la antolog¨ªa de relatos Planetas invisibles (2017) descubri¨® al lector espa?ol un pu?ado de escritores chinos a tener en cuenta, los hay que ya brillan con luz propia. En especial, Cixin Liu con La trilog¨ªa de los tres cuerpos (2006-10), pero tambi¨¦n Hao Jing?fang, autora que, en el relato Entre los pliegues de Pek¨ªn (2012) y la novela Vagabundos (2016), ha imaginado utop¨ªas mediatizadas por disonancias pol¨ªticas. Las mujeres son protagonistas absolutas de la ciencia-ficci¨®n n¨®rdica, con las finlandesas Emmi It?ranta y Johanna Sinisalo como nombres destacados. Y tambi¨¦n de la rusa: Anna Starobinets es considerada una de las mejores autoras de ciencia-ficci¨®n por su acercamiento al g¨¦nero desde el extra?amiento.
?frica se erige en mosaico complejo: la sudafricana Lauren Beukes (Las luminosas, 2013) representa una vertiente asentada del g¨¦nero, mientras que en otros lugares la tendencia est¨¢ despegando. La antolog¨ªa de relatos Afrofuturo(s): una ventana a la ciencia ficci¨®n africana, publicada en 2017, ofrece la oportunidad de acercarse a una ciencia-ficci¨®n que da sus primeros pasos en sinton¨ªa con el establecimiento de la clase media en pa¨ªses como Kenia y Nigeria, e invoca imaginarios de futuro a partir de un pasado m¨ªtico. Lo mismo cabe se?alar en Asia a prop¨®sito del llamado futurismo del golfo P¨¦rsico, aunque autores como el d¨²o formado por Ibraheem Abbas y Yasser Bahjatt, de Arabia Saud¨ª, y Noura al Noman, de Emiratos ?rabes Unidos, est¨¦n marcados por la huella del young adult occidental.
Latinoam¨¦rica astral
Historia de la ciencia ficci¨®n latino?americana. Desde los or¨ªgenes hasta la modernidad (2020) e Ins¨®litas. Narradoras de lo fant¨¢stico en Latinoam¨¦rica y Espa?a (2018) suponen introducciones pertinentes al pasado y presente de la ciencia-ficci¨®n escrita en Latinoam¨¦rica y sus interconexiones con nuestro pa¨ªs. Pero no podemos olvidar a figuras consolidadas como la argentina Ang¨¦lica Gorodischer, autora de un cl¨¢sico como Kalpa imperial (1983), o la cubana Da¨ªna Chaviano, que combina pensamiento ut¨®pico, mitolog¨ªa y ficci¨®n cient¨ªfica en su ¨²ltima novela, Los hijos de la diosa hurac¨¢n (2019).
La nueva hornada literaria de esas latitudes la integran, entre otros, la argentina Laura Ponce, cuya colecci¨®n de relatos Cosmograf¨ªa profunda (2018) es una sucesi¨®n de paisajes interiores desasosegantes; su compatriota Teresa P. Mira de Echeverr¨ªa, en cuya antolog¨ªa de cuentos Diez variaciones sobre el amor (2015) se dan cita el new weird y la fluidez de g¨¦nero; igual que Luis Carlos Barrag¨¢n aboga asimismo en Vagabunda Bogot¨¢ (2011) y El gusano (2018) por entrecruzar lo surrealista con lo queer para deconstruir aleg¨®ricamente su Colombia natal.
Nebulosa espa?ola
En Espa?a, Rosa Montero ha convertido en superventas las aventuras de Bruna Husky, una detective tecnohumana del futuro, y Elia Barcel¨® es una resistente desde tiempos menos favorables para la ciencia-ficci¨®n que los actuales, que ha aportado al ecosistema local t¨ªtulos clave como Sagrada (1989) y El vuelo del hipogrifo (2002), mientras que Lola Robles y Concepci¨®n Regueiro publicaron una antolog¨ªa de ciencia-ficci¨®n queer publicada en nuestro pa¨ªs: Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible (2013).
El relevo corre a cargo en nuestros d¨ªas de una nueva generaci¨®n muy consciente de c¨®mo la ciencia-ficci¨®n es un espacio privilegiado para tratar cuestiones vinculadas a las programaciones de g¨¦nero, entendidas desde lo antropol¨®gico y las estructuras de lenguaje, pensamiento y acci¨®n. T¨ªtulos como La mirada extra?a (Felicidad Mart¨ªnez, 2016), Connerland (Laura Fern¨¢ndez, 2017), Umbra (Silvia Terr¨®n, 2018), UNO (Nieves Delgado, 2018), La puerta del cielo (Ana Llurba, 2018), Bionautas (Cristina Jurado, 2018) y Newrop¨ªa (Sof¨ªa Rhei, 2020) comparten el dominio del g¨¦nero y, al mismo tiempo, la ambici¨®n por subvertir sus constantes.
Por ¨²ltimo, cabe reivindicar el ¨¢mbito del c¨®mic, que est¨¢ propiciando una ciencia-ficci¨®n tan estimulante como la novel¨ªstica. Emma R¨ªos ha reflexionado en I.D. (2016) sobre la identidad, y en Mirror, creada junto a Hwei Lim, acerca de la coexistencia entre especies. Y Anabel Colazo ha revelado en Encuentros cercanos (2017) y No mires atr¨¢s (2019) una aproximaci¨®n al g¨¦nero matizada por el tratamiento de fenomenolog¨ªas como los creepypastas o los ovnis desde la cultura pop.
Elisa McCausland es cr¨ªtica e investigadora especializada en cultura popular y feminismo, autora de Wonder Woman: El feminismo como superpoder y coautora de?Supernovas. Una historia feminista de la ciencia ficci¨®n audiovisual, ambos publicados por Errata Naturae.
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