¡°?Te maldigo Bar¨®n Rojo!¡±
La curiosa historia de c¨®mo llegaron a cruzarse los destinos de Snoopy y el as de caza de la I Guerra Mundial Manfred von Richthofen
Al muy pijo ¡°?Te lo juro por Snoopy!¡±, tan en boga en los a?os ochenta, siempre he preferido lo de ¡°?Te maldigo, Bar¨®n Rojo!¡± (originalmente ¡°?Curse you, Red Baron!¡±), el grito de batalla del simp¨¢tico perro de raza beagle creado por Charles M. Schulz cuando va caracterizado de piloto aliado de la I Guerra Mundial. Desde la infancia me fascina el alter ego de Snoopy como aviador, que me parece de lo mejorcito de las tiras de Peanuts junto a Peppermint Patty ¡ªmi debilidad¡ª y otro de los avatares del can: el de Beau Snoopy, conspicuo sargento mayor de la Legi¨®n Extranjera, con el quepis y la cogotera marchando a trav¨¦s de un desierto de mentirijillas rumbo al fuerte Zinderneuf, a veces con el pajarillo Woodstock en el papel de min¨²sculo camarada legionnaire.
En las historietas en que hac¨ªa de aviador del Royal Flying Corps, ataviado con los preceptivos gorro, antiparras y bufanda (por lo dem¨¢s a pelo) y surrealistamente encaramado en su caseta perruna que pretend¨ªa ser un cl¨¢sico caza brit¨¢nico Sopwith Camel, Snoopy viv¨ªa obsesionado con el Bar¨®n Rojo, el as de caza alem¨¢n Manfred von Richthofen (1892-1918), su n¨¦mesis. De los encuentros m¨¢s o menos imaginarios con el famoso piloto (que nunca aparec¨ªa en las vi?etas) el perrito aviador sal¨ªa indefectiblemente derrotado, aunque resuelto a seguir peleando (¡°?alg¨²n d¨ªa te cazar¨¦, Bar¨®n Rojo!¡±), con su caseta/aeroplano acribillada por las ametralladoras del Fokker triplano rojo de su archienemigo.
De esta forma tan rara, de la mano de un perro dibujado que daba un sentido nuevo al t¨¦rmino dogfight (combate a¨¦reo), algunos nos adentramos en la leyenda y la realidad de uno de los personajes emblem¨¢ticos de la Gran Guerra (Richthofen, no Snoopy). Hace ya a?os que sabemos que pese al mito de su caballerosidad el bar¨®n a¨¦reo era un verdadero depredador, un verdadero cabronazo, si me permiten, un tipo sin demasiados escr¨²pulos ¡ªa menudo aterrizaba junto a los aparatos que derribaba para observar profesionalmente a los aviadores que hab¨ªa matado y obtener un trozo de sus aviones como trofeo¡ª que traslad¨® al cielo y a la guerra su fr¨ªa pasi¨®n por la caza. Snoopy ya intuy¨® esa falta de calidad moral del as, que uno de sus rivales reales sintetiz¨® con un sentido ¡°el Bar¨®n Rojo era una mierda¡±. Dado el eterno debate de si a Richthofen lo derrib¨® sobre el Somme la infanter¨ªa australiana o el piloto canadiense Roy Brown (?pariente de Charlie Brown?), ?por qu¨¦ no imaginar que finalmente lo abati¨® Snoopy?
Recientemente ha ca¨ªdo en mis manos Snoopy y el Bar¨®n Rojo, un peque?o y precioso ¨¢lbum de Ediciones Kraken que recoge una amplia selecci¨®n de tiras de Schulz en las que el perro aparece como piloto. Son 126 p¨¢ginas de historietas, la primera la del deb¨² de nuestro peque?o aviador canino, el domingo 10 de octubre de 1965, la ¨²ltima del 23 de diciembre de 1997. En la mayor¨ªa de los casos le vemos despidi¨¦ndose del personal de tierra (Woodstock) y volando sobre Verd¨²n, Fort Douaumont, Cambrai, con gesto decidido en pos del Bar¨®n Rojo. Pero, pese a su coraje y sus Vickers dobles, Richthofen se coloca siempre a su cola (!) y lo derriba. Algunas aventuras transcurren con Snoopy tras las l¨ªneas enemigas tratando de regresar por tierra de nadie a su aer¨®dromo de Pont-¨¤-Mousson o Boulogne, relacion¨¢ndose fantasiosamente en el camino con chicas francesas que no pueden resistirse a los encantos del raro piloto aliado. En otras vi?etas le vemos de permiso en Par¨ªs, obligado a lavar platos por perder tantos Sopwith Camel, lanzando otra de sus expresiones favoritas (¡°?ratas!¡±), disfrazado del K¨¢iser con pickelhaube y bigote postizo, preso en una c¨¢rcel alemana, confundiendo a Lucy con una fraulien (¡°?Mu¨¦rete, beagle est¨²pido!¡±), llevando a cenar a Marcia a un caf¨¦ y pidiendo zarzaparrilla¡
La realidad, como muestra un libro que es la ant¨ªtesis del ¨¢lbum de Snoopy, Under the Guns of the Red Baron (editorial Caxton), es mucho m¨¢s dura. El volumen explica una por una todas las victorias (80) de Von Richthofen, y pone rostro a las v¨ªctimas del as. El Bar¨®n Rojo mat¨® con sus disparos o al estrellarse los aviones que derrib¨® a un total de 84 aviadores enemigos (varios de los aeroplanos llevaban dos tripulantes, piloto y observador). Algunos eran novatos que manejaban peores aparatos y no tuvieron nada que hacer ante Richthofen, pero tambi¨¦n hab¨ªa veteranos como el mayor Lanoe Hawker, un h¨¦roe nacional con siete derribos y poseedor de la Victoria Cross (el bar¨®n, que ten¨ªa tambi¨¦n medalla exclusiva, la preciada Pour le M¨¦rite, el Blue Max, le meti¨® una bala en la cabeza). Entre las v¨ªctimas de Richthofen, tres de 18 a?os, Keith McKenzie, Alfred Beebee y Donald Cameron. Muchas de las muertes fueron especialmente horribles: los aviadores abrasados en sus aparatos o hechos pedazos en el suelo al estrellarse. El reverso real de las simp¨¢ticas aventuras de Snoopy en su caseta volante.
Schulz conoc¨ªa la realidad del combate. Hab¨ªa servido como sargento en la II Guerra Mundial en Europa en la 20 ? Divisi¨®n Blindada, aunque en la ¨²nica oportunidad que tuvo de emplear su ametralladora del calibre 50 se olvid¨® de cargarla. ?C¨®mo se le ocurri¨® convertir a Snoopy en piloto de caza de la Gran Guerra? Me lo ha explicado Stephanie King, del Charles M. Schulz Museum & Research Center de Santa Rosa, California, museo que tiene precisamente una exposici¨®n itinerante titulada Snoopy and the Red Baron dedicada al aviador canino, su historia y sus or¨ªgenes ¡ªla exhibici¨®n tiene su pr¨®xima cita en noviembre en el Arlington Heights Memorial Library, en Illinois, por si a alguien le pilla cerca¡ª. A cambio, he tratado de explicarle yo a Stephanie el significado de la expresi¨®n ¡°te lo juro por Snoopy¡±, pero no s¨¦ si lo he conseguido.
La idea de dibujar al perrito como piloto la tuvo Schulz al ver a su hijo mayor, Montes, ensamblar maquetas de aviones de la I Guerra Mundial. Le dibuj¨® en broma a Snoopy un gorro de aviador y ah¨ª empez¨® todo. Influyeron tambi¨¦n diferentes conmemoraciones del aniversario de la contienda en los a?os sesenta y pel¨ªculas como The Dawn Patrol, con Errol Flynn. Cuando vio c¨®mo le quedaban las antiparras a Snoopy, Schulz comprendi¨® que hab¨ªa dado con algo ¡°muy bueno¡±, de gran potencial, y dej¨® volar la imaginaci¨®n (y a Snoopy). El dibujante quiso siempre rodear de autenticidad las aventuras a¨¦reas del personaje. Le encantaba el caza brit¨¢nico emblem¨¢tico: ¡°Sopwith Camel, ?se puede imaginar un nombre m¨¢s divertido para un aeroplano?¡± (lo de camello era por el abultamiento para proteger las ametralladoras).
En ¨²ltima instancia, el Bar¨®n Rojo, el mayor as de la I Guerra Mundial, el terrible cazador, cay¨® cazado, mientras que el peque?o, imaginativo, tozudo, rom¨¢ntico y valiente perrito sigue volando en los eternos cielos de papel de las tiras. Te admiro, te lo juro Snoopy.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.