Irene Vallejo, una sirena narra en Barcelona
La autora de ¡®El infinito en un junco¡¯ convierte el preg¨®n de Sant Jordi un tejer y destejer de historias y met¨¢foras
Y entonces cant¨® los encantos de Dodona, ciudad santuario donde estaba el m¨¢s antiguo or¨¢culo griego, ¡°con una encina m¨¢gica que conoc¨ªa el porvenir¡±. ¡°En el bosque sagrado donde susurraban las hojas de roble¡± y ¡°en tiempos en que ¡°el hombre a¨²n no hab¨ªa olvidado el alfabeto de los ¨¢rboles¡±. Y as¨ª, ayer, con una irresistible voz melodiosa, la escritora Irene Vallejo fue hilvanando y deshilvanando, encadenando historias y met¨¢foras. Quiz¨¢ la primera sirena que Barcelona ha tenido como pregonera para el D¨ªa del Libro, como dej¨® patente este jueves en el Sal¨® de Cent del Ayuntamiento, en el pr¨®logo de la diada de Sant Jordi.
No deber¨ªa ser una sorpresa, porque su El infinito en un junto (Premio Nacional de Ensayo, inaudito bestseller traducido a 36 idiomas, sobre la invenci¨®n del libro en el mundo antiguo) es una concatenaci¨®n de mundos y otro canto a la lectura como instrumento de sanaci¨®n y refugio, como sabe bien ella misma, que lo escribi¨® tras una seria enfermedad de su hijo. Perfecto para estos tiempos pand¨¦micos, que dejaron de serlo durante la media hora que habl¨® para la sesentena de asistentes en el Consistorio y los casi 300 que se conectaron virtualmente.
Vallejo, charlando con el periodista Xavi Ay¨¦n, se sent¨ªa c¨®moda porque estaba ¡°cerca del mar de Homero¡±, en el que puso ¡°los pies por vez primera de ni?a, fascinada, en la playa de Sitges¡±. Tambi¨¦n lee en catal¨¢n, ¡°la lengua en que me habla el Mediterr¨¢neo¡±, el mar ¡°de la poderosa Circe, de la Pen¨¦lope de ?taca, del camino de Ulises...¡± ¡°Yo cre¨ªa que era un mar inventado por mi madre¡±, record¨®. Tambi¨¦n explic¨® que le encanta la ¡°voluptuosa rebeld¨ªa de Sant Jordi¡± en estos tiempos pand¨¦micos: ¡°Me gusta porque hace familia en las calles, al regalar un libro ponemos algo nuestro en ¨¦l y, a la vez, rebuscamos a la persona que nos lo regal¨® entre sus l¨ªneas¡±. Algo dej¨® en su dedicatoria en el libro oficial: ¡°Gracias a Barcelona, ciudad infinita y literaria, en este d¨ªa de Sant Jordi rescatado y a?orado donde nos reunimos entre p¨¦talos y p¨¢ginas la gran familia lectora¡±. Lo escribi¨® quien se declar¨® ¡°nada mit¨®mana¡± con las firmas porque ¡°no me gusta marcarlos, no me molesta si los presto y no vuelven o regresan tarde: los libros son felices cuando saltan de cama a cama¡±.
Nuestra vida est¨¢ entre la aventura y el hogar, siempre entre Troya e ?taca¡±
Quiz¨¢ pese en esa Vallejo desprendida que su fascinaci¨®n por la lectura viniera de la oralidad: ¡°Mis padres me contaban esos mitos y al ver que La Odisea me deslumbr¨® tanto, me regalaron tres vol¨²menes con las aventuras en c¨®mic de Ulises, Jas¨®n y H¨¦rcules, de Ediciones Cliper; o sea, entr¨¦ en esto por el c¨®mic y la narraci¨®n oral¡±. Y, as¨ª, narrando, se dio cuenta de su vinculaci¨®n infantil con Barcelona porque tambi¨¦n corr¨ªan por los anaqueles de la ni?a que sufr¨ªa acoso en la escuela media factor¨ªa Bruguera: los TBO, El capit¨¢n Trueno, El Jabato...
Pero en el principio el verbo fue, para la doctora en Filolog¨ªa cl¨¢sica, ese de Homero y La Odisea, ¡°relato de relatos, el deseo de viaje, la aventura, el cambio, pero tambi¨¦n la nostalgia del hogar donde nos esperan¡ Nuestra vida est¨¢ entre esos dos polos, siempre entre Troya e ?taca¡±. Luego vendr¨ªan las aventuras de London y Conrad, pero tambi¨¦n la Ana Mar¨ªa Matute de Olvidado rey Gud¨²: vio que los relatos pod¨ªan tener voz femenina y que ¡°se puede hablar del presente a trav¨¦s del rodeo del pasado¡±. Infinito y junco.
Es absurdo ocultar libros: la Historia s¨®lo puede ense?arnos si no edulcoramos¡±
Quiz¨¢ la capacidad metaf¨®rica que permiti¨® a Vallejo hablar de las bibliotecarias amazonas de Kentucky que reventaban caballos y prosegu¨ªan entre nieves con libros a la espalda para llevarlos a pueblos apartados frente al estereotipo de la bibliotecaria avinagrada de mo?o apretado se forjara tambi¨¦n en las suntuosas bibliotecas de Oxford o de Florencia que frecuent¨® como estudiante becada. ¡°Era un privilegio el crepitar de los pergaminos en espacios hechos para hombres ricos, que en otra ¨¦poca habr¨ªan estado fuera de mi alcance¡±. Porque Vallejo, a sus 42 a?os, sigue en el barrio obrero de San Jos¨¦ de su Zaragoza natal. Querencia de clase que se traduce en que la han marcado m¨¢s las bibliotecas de barrio y las rurales: ¡°Ah¨ª se construyen redes, se fabrica futuro, se evita la disgregaci¨®n y la aceleraci¨®n; se vive al calor de los libros como antes al de las hogueras¡±.
En ellas, por cierto, no prohibir¨ªa t¨ªtulo alguno en estos tiempos de hipercorrecci¨®n. ¡°No tiene sentido ocultar, mutilar, recortar o buscar eufemismos: la Historia solo puede ense?arnos si no edulcoramos; la sabidur¨ªa tambi¨¦n se construye de errores y de lo que vencimos¡±. Y con la utilidad de las Humanidades: ¡°Es lo que hace que lo dem¨¢s tenga sentido: proporciona ¨¦tica, pensamiento cr¨ªtico, el lenguaje con el que construimos democracia y palabras que nos permiten cuidar a los dem¨¢s¡±.
Cuando Vallejo puso los pies en el mar de Homero recuerda que ¡°quer¨ªa conocer las sirenas; quiz¨¢ existan¡±, dej¨® caer con su hilo de voz. El jueves se escuch¨® una en Barcelona.
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