Mar¨ªa Belmonte muestra el esp¨ªritu de la Macedonia griega m¨¢s rec¨®ndita
La escritora publica ¡®En tierra de Dioniso¡¯, un recorrido por el norte de Grecia con sus autores favoritos y sus pasiones en la mochila
Mar¨ªa Belmonte entrecierra los ojos arrellanada en un sof¨¢ en el bar del hotel Alma de Barcelona y parece trasladarse a muchos kil¨®metros de distancia, a las ruinas de la vieja Pela, la antigua capital del reino macedonio. ¡°Ah¨ª han estado Alejandro, Filipo, Arist¨®teles y Eur¨ªpides, y ahora estoy yo; no le puedes pedir m¨¢s a un lugar, si eso no te sobrecoge¡¡±. Es la misma magia de su nuevo libro, En tierra de Dioniso, vagabundeos por el norte de Grecia (Acantilado), convertido en uno de los m¨¢s vendidos en la diada de Sant Jordi en Catalu?a: ¡°No pod¨ªa contemplar c¨®mo era Pela hace 2.400 a?os, pero su belleza truncada se manifestaba como si fueran los fragmentos de un antiguo poema gestado con el lento ritmo de los siglos. A m¨ª me correspond¨ªa reunirlos de nuevo e imaginar la antigua grandeza¡±, relata en su nueva obra.
Otra vez, como en los anteriores Peregrinos de la belleza (2015) y Los senderos del mar (2017), la escritora (Bilbao, 68 a?os) nos lleva de la mano por territorios que ama, uniendo la experiencia directa del viaje con el conocimiento profundo de la literatura y de la historia y una prosa exquisita. A su aire y a su ritmo, deteni¨¦ndose en donde quiere y en lo que le gusta (ses amours de voyage, que dir¨ªa Vernon Lee), traza su ¡°topograf¨ªa ¨ªntima¡±: D¨ªon, el Ninfeo de Mieza, donde ense?aba Arist¨®teles, la Tumba de las palmetas en Lefkadia, el lago Prespa, una playa solitaria en las viejas ruinas de Estagira, las huellas evanescentes del canal de Jerjes en Nea Roda. Sin obligaciones de explicar nada que no le interese a ella (pues buena es Mar¨ªa), Belmonte nos lleva en una ruta personal¨ªsima por esa Grecia m¨¢s agreste, desconocida e incluso salvaje, dionisiaca, s¨ª, ¡°donde el mundo griego se funde con la sensibilidad oriental y balc¨¢nica¡±. No faltan, por supuesto, Vergina y sus tumbas reales (y el recuerdo del gran Manolis Andronikos, que las excav¨®), el monte Athos y la ciudad de Tesal¨®nica, tres grandes hitos del viaje, siempre descritos desde la m¨¢s absoluta subjetividad de la escritora. ¡°Es lo que s¨¦ hacer, no pretendo para nada dar una gu¨ªa tur¨ªstica¡±.
Es un itinerario nacido del ¡°deseo del norte¡±, de ¡°una urgencia por conocer la tierra de Alejandro, de Filipo, de Arist¨®teles¡±, en busca del genius loci, el esp¨ªritu del lugar, que dir¨ªa Lawrence Durrell, con los maestros de la autora en su mochila (el mismo ¡°t¨ªo Durrell¡±, Paddy Leigh Fermor, Henry Miller) y sus lecturas favoritas, de Estacio a Robin Lane Fox, Bruce Chatwin y Dalrymple, de Los griegos y lo irracional, de E.R. Dodds, a las tragedias de Eur¨ªpides, especialmente Las bacantes. En el viaje, tambi¨¦n una br¨²jula inesperada: las pel¨ªculas de Theo Angelopoulos y las declaraciones del cineasta griego de que el norte de su pa¨ªs, m¨¢s oscuro y enigm¨¢tico, le inspira m¨¢s que el sur.
Hay trascendencia y alta cultura en el trayecto, y ¨¦pica (aunque encuentra demasiada testosterona en las haza?as militares de Alejandro, le interesa m¨¢s el hombre culto y ¡°globalizador¡± que hay detr¨¢s del conquistador), pero tambi¨¦n espacio para el detalle humilde y la vida cotidiana, para el polvo del camino, los frutos de la tierra, la amistad con las gentes (como los entra?ables hospederos del hotel Liotopi de Olympiade; ?un saludo desde aqu¨ª, Dimitri!), y el tiempo para extasiarse ante la hermosa flor del azafr¨¢n. Hay mucha atenci¨®n a la naturaleza: la tierra maced¨®nica es rica en tortugas, tejones, marmotas y castores.
Del por qu¨¦ Macedonia, Mar¨ªa Belmonte recuerda que otras partes de Grecia ya est¨¢n muy frecuentadas por la literatura. ¡°Mani, el sur del Peloponeso, lo hizo definitivamente Paddy; el resto de la pen¨ªnsula, Atenas y el ?tica, las islas¡ lo de me compro una casa en alguna de ellas y explico los problemas con el alba?il es un cl¨¢sico. Pero hab¨ªa esa otra Grecia mucho menos frecuentada, aunque hay tambi¨¦n grandes obras, como Roumeli, del propio Leigh Fermor, y me dije voy a explorarla¡±. Empez¨® por recorrerla f¨ªsicamente, dej¨¢ndose impregnar y luego la destil¨® en la que recalca que es ¡°mi Macedonia¡±, fiel a la consideraci¨®n de Kazantzakis de que ¡°uno se convierte en el pa¨ªs por el que viaja¡±.
Parad¨®jicamente la parte de Macedonia que m¨¢s interesa a Belmonte y una de la que m¨¢s escribe en su libro, el monte Athos y sus 20 monasterios, en la pen¨ªnsula de la Calc¨ªdica, siempre le estar¨¢ vetada por ser mujer. ¡°Me apasiona, es una obsesi¨®n, pero claro, me tuve que limitar a verla desde un barco porque es un gigantesco espacio de clausura mon¨¢stica masculina¡±. La autora describe algunos notables casos de mujeres que se colaron all¨ª sorteando la norma del ¨¢baton, que rige desde el 972 y proh¨ªbe la entrada de ¡±eunucos, j¨®venes imberbes y hembras¡±. Entre las invasoras, la t¨ªa abuela de Dalrymple, que adem¨¢s protagoniz¨® un m¨¦nage a trois en el lugar, y Maryse Choisy, que se hizo amputar los pechos y se coloc¨® un pene falso para introducirse en la comunidad.
Belmonte no deja de preguntarse por el futuro de Macedonia y de temer que pueda convertirse en un gran parque tem¨¢tico. ¡°Alejandro es una mina y la regi¨®n est¨¢ apostando fuerte por el turismo cultural¡±, se?ala, ¡°esperemos que se haga con respeto, y que en la medida de lo posible todo siga como est¨¢¡±. Que siga siendo, pues, la tierra de Dioniso. ¡°Dioniso est¨¢ all¨ª en todas partes, representa nuestro lado oscuro y esa Macedonia b¨¢rbara y agreste, salvaje, de la que tanto recelaban los antiguos griegos y que a la vez tanto les fascinaba¡±.
Deslumbrados por el Mediterr¨¢neo
Hasta el 30 de abril puede a¨²n verse en el activo centro cultural Les Bernardes de la localidad de Salt (Girona) la exposici¨®n Deslumbrados por el Mediterr¨¢neo, basada en el libro de Mar¨ªa Belmonte Peregrinos de la belleza. La muestra, dividida en varios ¨¢mbitos, incluye una serie de m¨®dulos con aproximaciones a varios de los autores viajeros por Italia y Grecia que fascinan a Belmonte, como D. H. Lawrence, Norman Lewis, Henry Miller, Patrick Leigh Fermor, Kevin Andrews y Lawrence Durrell, as¨ª como, en el espacio El exiliado de Capri, fotograf¨ªas y objetos de otro de sus peregrinos, Axel Munthe. Tambi¨¦n se exhibe una colecci¨®n de fotos de Wilhelm von Gloeden, incluidas algunas de sus famosos efebos desnudos, bajo el t¨ªtulo El fot¨®grafo de Arcadia. Entre los planes inmediatos de Mar¨ªa Belmonte est¨¢ un largo viaje por mar a Capri que sin duda dar¨¢ para nuevas p¨¢ginas viajeras...
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