Andr¨¦s Carretero: ¡°Desde la ley de Patrimonio de 1985 no entra una pieza de excavaci¨®n en el Museo Arqueol¨®gico Nacional¡±
El director de la instituci¨®n rechaza las reclamaciones de los gobiernos auton¨®micos que piden la devoluci¨®n de piezas como la Dama de Elche porque considera que hay obras que deben estar en las colecciones estatales
Andr¨¦s Carretero P¨¦rez (Madrid, 66 a?os) habla con entusiasmo y emoci¨®n cuando describe cualquiera de las 13.000 piezas que atesora el Museo Arqueol¨®gico Nacional, que dirige desde hace 11 a?os. Recorre las salas de la instituci¨®n y se detiene ante su figura preferida: la Dama de Ibiza, una diosa cartaginesa de 48 cent¨ªmetros de arcilla del siglo III a. C. ¡°Es impresionante. Refleja todas las culturas que pasaron por las Baleares. Es ingenua, es preciosa. Es una pieza magn¨ªfica que el p¨²blico no suele apreciar¡±. En esta entrevista, Carretero advierte de que desde que en 1985 se aprob¨® la actual Ley de Patrimonio, que el Gobierno est¨¢ revisando ahora para su reforma, no entra ninguna pieza nueva de excavaci¨®n en el museo porque la norma da prioridad a las comunidades aut¨®nomas y rechaza las reclamaciones de devoluci¨®n de joyas como la Dama de Elche a sus regiones de origen porque considera que hay obras que deben pertenecer a las colecciones nacionales.
Pregunta. ?Los gobiernos regionales reclaman la devoluci¨®n de muchas piezas?
Respuesta. S¨ª, las grandes divas. Nadie reclama la chatarra de la cueva del Castillo [Cantabria], sino la Dama de Elche, la Ley Flavia Malacitana [cinco placas de bronce de ¨¦poca romana] o los toros de Costix [astados de bronce talay¨®ticos]. Solo quieren piezas representativas y llamativas con cierto tono art¨ªstico.
P. ?Y cu¨¢l es su opini¨®n?
R. No podemos deshacer la historia, ir hacia atr¨¢s. Esas piezas est¨¢n aqu¨ª por unos motivos concretos, por unos contextos hist¨®ricos determinados. Es necesario que un museo nacional tenga una representaci¨®n global del conjunto del Estado. Que el alcalde de turno piense que teniendo tal objeto en su pueblo ya soluciona los problemas del municipio y que el turismo va a ir a raudales a verlo es un planteamiento bastante inocente.
P. Cada uno defiende lo suyo.
R. La realidad es que se producir¨ªa una dispersi¨®n de las colecciones, una falta de atenci¨®n por carencia de presupuestos suficientes. En este pa¨ªs no puedes tener 8.000 museos, uno en cada municipio, en estado digno. Ocho mil instituciones funcionando... Es inviable y muy contraproducente para la investigaci¨®n arqueol¨®gica. Lo que deben hacer es aumentar las investigaciones en el lugar donde se hallaron, porque el patrimonio no se acab¨® hace cien a?os, cuando aparecieron la Dama de Elche o la de Baza y llegaron al museo nacional. Hay interesant¨ªsimos bienes por descubrir que pueden exponerse en museos auton¨®micos, provinciales o locales, en vez de andar reclamando.
P. ?Los ministros le apoyan?
R. Lo entienden. Llegan con sus presiones pol¨ªticas, pero cuando se les explica la situaci¨®n, comprenden.
P. ?Cu¨¢ntas piezas expone el museo?
R. Unas 13.000.
P. ?Y cu¨¢ntas guardan en los almacenes?
R. Tenemos 1,2 millones de objetos.
P. ?En el museo?
R. Una parte s¨ª, y otra en unos almacenes de seguridad en Meco [Madrid].
P. ?Le falta espacio?
R. S¨ª. Pero la reforma de 2014 nos permiti¨® aprovechar otros 3.000 metros cuadrados m¨¢s. Nosotros ocupamos solo un tercio del Palacio de Biblioteca y Museos [en la calle de Serrano]. Cuando en 1860 empezaron las obras del edificio, se ten¨ªa la idea de que fuera el primer centro cultural de Madrid, el primer edificio construido con este fin y que comparti¨¦ramos espacio con la Biblioteca Nacional y el Museo de Arte Moderno.
P. ?La Biblioteca Nacional ha querido alguna vez quedarse con su parte del edificio?
R. Muchas veces. La Biblioteca siempre ha empujado y ha tenido mucha m¨¢s fuerza que nosotros. De hecho, el plan inicial era que solo ocupase medio edificio, pero Juan Eugenio Hartzenbusch, que era su director en aquellos a?os, ten¨ªa gran capacidad pol¨ªtica, m¨¢s que el director del Arqueol¨®gico, y dijo: ¡°Nada de la mitad para cada museo, nos quedamos con dos tercios¡±. Y as¨ª fue.
P. ?Cu¨¢ntas piezas le llegan de las excavaciones que se hacen en Espa?a?
R. Ninguna.
P. ?Y eso?
R. Desde 1985. Es una barbaridad. Nada desde la aprobaci¨®n de la ley de patrimonio y la transferencia de gesti¨®n arqueol¨®gica a las autonom¨ªas. Antes quien daba los permisos para hacer las excavaciones era el Estado, el Ministerio de Cultura, y decid¨ªa el destino de las colecciones. A veces iban al museo provincial o al nacional, depend¨ªa. Desde que son las comunidades quienes dan las autorizaciones, jam¨¢s env¨ªan una pieza al nacional. La ley actual promueve que las colecciones est¨¦n cerca de sus territorios donde se hallan, pero no obsta para que haya piezas muy representativas que deber¨ªan seguir viniendo aqu¨ª.
P. ?C¨®mo es su relaci¨®n con las autonom¨ªas y sus museos?
R. En general buena, porque tenemos poca relaci¨®n, no hay v¨ªnculo con ellos. Pero nos llevamos bien y nos prestamos colecciones. Tenemos unas 2.000 piezas en dep¨®sito en diversos museos espa?oles y unas 100 o 150 de otros museos en nuestra colecci¨®n permanente.
P. ?C¨®mo ve la arqueolog¨ªa nacional en cuanto a su financiaci¨®n o investigaciones? El presupuesto medio de una excavaci¨®n es de 18.000 euros. Da para pagar mal a los equipos profesionales.
R. Ha sido as¨ª toda la vida. Cuando yo empec¨¦ como estudiante, com¨ªamos latas de sardinas y nos aloj¨¢bamos en los colegios que nos dejaban los ayuntamientos o en tiendas de campa?a.
El expolio est¨¢ desbocado, como ha estado siempre. Tenemos la ventaja de que ahora mismo existen los grupos y brigadas de patrimonio de la Guardia Civil y de la Polic¨ªa Nacional, que est¨¢n haciendo una tarea eficaz
P. ?Y eso ha cambiado?
R. Ha mejorado much¨ªsimo. Es cierto que la situaci¨®n sigue siendo horrible, pero nada que ver con lo anterior. Hace 40 a?os era la miseria m¨¢s absoluta. Ahora estamos en una miseria modernizada.
P. ?C¨®mo es la preparaci¨®n de los arque¨®logos espa?oles?
R. Son muy buenos. Su formaci¨®n est¨¢ muy valorada en todas partes, y eso que ingleses y franceses tienen la m¨¢s alta consideraci¨®n de s¨ª mismos. Pero si revisamos las plantillas de las universidades europeas, pr¨¢cticamente en todas hay arque¨®logos espa?oles contratados.
P. ?Les llegan muchas piezas expoliadas para su estudio?
R. El expolio est¨¢ desbocado, como ha estado siempre. Tenemos la ventaja de que ahora mismo existen los grupos y brigadas de patrimonio de la Guardia Civil y de la Polic¨ªa Nacional, que est¨¢n haciendo una tarea eficaz, junto con los grupos de atenci¨®n rural de la Benem¨¦rita, que hacen un gran servicio. Trabajamos mucho con ellos, porque los objetos que recuperan acaban en el museo para los informes en los juzgados.
P. Pero son piezas fuera de contexto.
R. Son los juzgados o la Comisi¨®n de Patrimonio los que deciden su destino, que suele estar cerca de donde hayan sido extra¨ªdas. Pero el problema es que cuando sacas una pieza de su contexto, le est¨¢s quitando el 90 % de la informaci¨®n.
P. ?El museo nacional compra en el mercado privado?
R. No, porque nosotros carecemos de capacidad legal para hacerlo, solo la tienen el Prado y el Reina Sof¨ªa, con sus presupuestos de compra. Existe un organismo del Ministerio de Cultura, que es la Junta de Calificaci¨®n, Valoraci¨®n y Exportaci¨®n de Bienes de Patrimonio Hist¨®rico Espa?ol, que ejerce el control sobre el mercado de antig¨¹edades y, en particular, controla las compras para los museos estatales.
Todos los museos tienen falsificaciones. Si un museo no las tiene, no es un museo
P. ?Qu¨¦ presupuesto tiene su museo?
R. Se lo digo de dos maneras. El presupuesto que manejo no llega a los 300.000 euros al a?o, y el total de lo que cuesta mantener el edificio y pagar al personal (unas 150 personas) lo gestionan desde los servicios centrales, unos cinco millones.
P. No parecen mucho 300.000 euros...
R. Ya, tenemos que conseguir patrocinios fuera. Las exposiciones temporales, salvo excepciones, no las paga el ministerio.
P. ?Ha detectado alguna falsificaci¨®n en sus colecciones?
R. S¨ª. Todos los museos tienen falsificaciones. Si un museo no las tiene, no es un museo.
P. ?Y qu¨¦ hace con ellas?
R. Pues algunas las tenemos expuestas. ?Por qu¨¦ no? Hay una historia muy curiosa, la del yacimiento del cerro de los Santos, en Albacete, que apareci¨® en 1860, con un mont¨®n de esculturas ib¨¦ricas. De ah¨ª viene la dama oferente y un mont¨®n de peque?as figuras. Los descubridores hicieron una oferta y el museo la acept¨®. Al a?o siguiente, volvieron a ponerse en contacto diciendo que hab¨ªan arado y que hab¨ªan encontrado m¨¢s esculturas. El museo volvi¨® a comprarlas. Pero hubo una tercera vez y tambi¨¦n se adquirieron, aunque hab¨ªa algunas piezas muy raras. Los expertos del momento se dieron cuenta de que eran falsas. Y es que hab¨ªa un se?or en el pueblo, conocido como el Relojero de Yecla, que, con piedra de la zona, se dedic¨® a tallar nuevas im¨¢genes. Algunas muy buenas, la verdad. Pero como ya estaban en el museo, pues no las ¨ªbamos a tirar, as¨ª que se exponen en la colecci¨®n, dejando claro que son falsas por completo.
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