El fen¨®meno planetario Irene Vallejo o c¨®mo Ovidio llam¨® al placer por su nombre
¡®El infinito en un junco¡¯ salta a decenas de pa¨ªses como en su d¨ªa lo hizo ¡®El mundo de Sof¨ªa¡¯ y abre el debate sobre la traducci¨®n de los cl¨¢sicos
El ¨¦xito de Irene Vallejo no solo sigue imparable en Espa?a con m¨¢s de 400.000 ejemplares vendidos, sino que empieza a multiplicarse en decenas de pa¨ªses de varios continentes en un fen¨®meno que se compara ya al de aquel El mundo de Sof¨ªa, el repaso de la filosof¨ªa desde la mirada de una adolescente que situ¨® al noruego Jostein Gaarder en la cima mundial del best seller de calidad. Con esa prosa c¨¢lida y luminosa que la ha conectado con el p¨²blico y el ambicioso recorrido por la narraci¨®n literaria como nutriente que es El infinito en un junco (Siruela), la zaragozana de 42 a?os afronta asombrada ¡ªcuenta¡ª una escalada que jam¨¢s imagin¨® para un ensayo que aspiraba simplemente a publicar.
¡°Ni siquiera es un sue?o cumplido¡±, cuenta, ¡°porque jam¨¢s me habr¨ªa atrevido a ir tan lejos en mis fantas¨ªas. Cuando lo escrib¨ªa, sin contacto alguno con ninguna editorial, a la intemperie, pensaba que un ensayo sobre el mundo cl¨¢sico y la reivindicaci¨®n de las humanidades ten¨ªa papeletas para interesar a pocos en el mejor de los casos¡±. Pero suma en poco tiempo nueve ediciones en Holanda, varias en Italia, en Portugal, en Francia; reci¨¦n salido en Serbia, en Polonia, en Taiw¨¢n y en plena circulaci¨®n en Am¨¦rica Latina, ya son m¨¢s de 35 los pa¨ªses que lo han acogido y acumula montones de cr¨ªticas positivas e invitaciones infinitas. La experiencia no es solo motivo de asombro y aplauso ante un acontecimiento que jam¨¢s hab¨ªan vivido en Siruela, su editorial, sino que abre un debate vivo y enriquecido cada d¨ªa sobre los l¨ªmites de las traducciones para llevar una obra tan cargada de citas y referencias cl¨¢sicas a los idiomas e idiosincrasias de tantos pa¨ªses. Los traductores no han dejado de contactarla con desaf¨ªos interesantes.
¡°Hemos librado una peque?a batalla para que la traducci¨®n de los cl¨¢sicos que cito sea fiel a la m¨ªa y no a esas traducciones establecidas, algunas del siglo XIX, cargadas de una correcci¨®n y elegancia que no recoge las barbaridades y palabras malsonantes que usaban los cl¨¢sicos. Yo hice mis propias traducciones del lat¨ªn y del griego, libres y literarias, y en algunos pa¨ªses no est¨¢n acostumbrados, pero hemos conseguido que lo asumieran como parte del contenido del libro¡±, dice Vallejo.
Por ejemplo: Monica R. Bedana, la traductora para el edici¨®n italiana, relata c¨®mo su primera versi¨®n ¡°hizo saltar las alarmas de la editorial¡±. ¡°Chocaba especialmente el registro empleado en las citas latinas y griegas y me plantearon cambiarlas, sacarlas de las ediciones italianas m¨¢s reconocidas, como se suele hacer en los ensayos al uso¡±. Bedana hizo la prueba insertando las citas que propon¨ªan en algunos cap¨ªtulos de una nueva versi¨®n. ¡°El resultado fue un engendro. Era otro libro, ya no era El infinito en un junco, sino un libro in¨²til, algo mil veces visto. Nos re¨ªmos despu¨¦s del susto y volvieron a mi primera entrega¡±, cuenta.
Arqu¨ªloco, poeta d¨ªscolo que se ufanaba de salir corriendo en la batalla ¡ªun tab¨² para un soldado de la antigua Grecia como ¨¦l, como es l¨®gico¡ª o que hablaba expl¨ªcitamente de deseo y de sexo, ha sido siempre edulcorado por la traducci¨®n convencional, algo que Vallejo se ha saltado en su obra. Como detalla Bedana, para el mundo editorial italiano ¡°Arqu¨ªloco no puede decir ¡®culo¡¯, aunque en realidad lo diga: siempre ser¨¢n ¡®posaderas¡¯ las suyas; tampoco dir¨¢ ¡®sobaco¡¯, sino ¡®axila¡¯; por no hablar de los ¡®co?os¡¯ de Ovidio en el Ars amandi, que se volver¨¢n, rigurosamente, ¡®partes pudendas¡¯. Marcial no se ¡®cagar¨¢ en todo¡¯; como mucho, ¡®se quejar¨¢ con fuerza¡±.
Pero si Vallejo hab¨ªa optado por reflejar la verdadera voluntad de Ovidio cuando habl¨® de la necesidad de esperar al orgasmo de las mujeres o de Safo cuando mencion¨® las relaciones er¨®ticas en lugar del ¡°internado para se?oritas¡± con el que lo hab¨ªa edulcorado un fil¨®logo alem¨¢n, as¨ª lo han respetado en general sus traductores y ella lo agradece. ¡°Es una traducci¨®n muy exigente porque es un libro que abre la puerta a muchos libros¡±, asegura ella. ¡°C¨®mo nos acercamos a los cl¨¢sicos, si los vemos como fueron y sin tantas capas de interpretaci¨®n y en un pedestal, sin aceptar que dijeran ciertas cosas, es una de las dimensiones importantes de mi libro¡±.
Tono accesible y oral
Uno de los dos traductores al portugu¨¦s, ?lex Tarradellas, reconoce que tambi¨¦n se abri¨® el debate sobre la traducci¨®n de las citas cl¨¢sicas que usa Vallejo, pero la dificultad de consultar tantos libros con las bibliotecas cerradas por la pandemia y la propia l¨®gica de la obra les ayudaron a tomar la decisi¨®n. ¡°El tono accesible y oral que le da Irene a sus traducciones no coincid¨ªa con muchas de estas versiones y el cambio de tono habr¨ªa podido chocar al lector. Optamos por traducirlo todo¡±. Para ¨¦l fueron algunos falsos amigos del portugu¨¦s y el espa?ol los que representaron ¡°un peligro constante¡±. El ¡°caudal¡± espa?ol, por ejemplo, acab¨® en ¡°fertilidade¡±.
La traductora francesa Anne Plantagenet opt¨® en ocasiones por recurrir a traducciones oficiales de cl¨¢sicos y en otras por mantener la voz de Vallejo, pero destaca sobre todo las razones por las que ha conectado con los lectores galos: ¡°El p¨²blico franc¨¦s est¨¢ muy acostumbrado a una literatura que mezcla la investigaci¨®n, los temas graves o eruditos, o de sociedad, con lo ¨ªntimo¡±, relata. Y ah¨ª est¨¢n Annie Ernaux o Emmanuel Carr¨¨re como grandes baluartes del g¨¦nero. ¡°Y cuando la voz ¨ªntima es muy bonita, evidente, inmediatamente reconocible y familiar, puede llevar al lector a cualquier sitio. La voz de Irene es la voz encantadora de la madre que cuenta historias por la noche antes de dormir. Eso y la modernidad de la estructura explican para m¨ª su ¨¦xito¡±. Annakarin Thoburn, que lo ha traducido al sueco, ha necesitado sacar de la biblioteca m¨¢s de cien libros para acometer el proyecto que m¨¢s ha tardado en trabajar, y no por la cantidad de p¨¢ginas. ¡°Ha sido un viaje largo, emocionante, cautivador, desafiante...¡±, cuenta. ¡°He descubierto muchos libros que despu¨¦s he seguido leyendo. Irene describe de forma muy hermosa este amor por los libros, como objetos m¨¢gicos, y eso tambi¨¦n lo he podido vivir durante el trabajo¡±.
Sin traducciones, pero con igual expectaci¨®n, el junco ha saltado a Latinoam¨¦rica, que lo ha acogido, asegura Vallejo, con la conexi¨®n de quien ha compartido el amor por la narraci¨®n que palpita en la obra y que tambi¨¦n se vive en el continente. La literatura est¨¢ llena de met¨¢foras relacionadas con lo textil, como ¡°bordar un discurso, nudo, desenlace, hilo de una historia o de Ariadna, el tejido que Pen¨¦lope hace y deshace...¡±, y en las comunidades ind¨ªgenas los tejidos y nudos se han utilizado hist¨®ricamente como forma de expresi¨®n e identidad, incluso para enviarse mensajes. ¡°Si en mi libro propongo que las mujeres que tej¨ªan fueron fundamentales para la narraci¨®n de historias e hicieron saltar sus met¨¢foras al mundo literario, en estas comunidades me he encontrado historias concretas y bonitas en este mismo sentido que me dan mucho material¡±.
El infinito en un junco, titulado en otras versiones como Papirus, El infinito en un papiro, La eternidad en un junco..., lanza as¨ª a la autora a un universo que en ocasiones quema, como Gaarder lleg¨® a confesar. Ella, por el momento, avanza sin miedo: ¡°Asumo que tiene riesgos, pero nunca he sentido m¨¢s presi¨®n que cuando escrib¨ªa sin saber si podr¨ªa publicar, cuando dudaba de si este sue?o era demasiado grande y a mi alrededor me preguntaban por qu¨¦ no buscaba un trabajo de verdad. Intentar¨¦ que esto se traduzca en libertad creativa¡±. Hoy por hoy, en suma, lo disfruta.
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