La historia de dos condesas cristianas de la Edad Media se esconde en unas piezas de ajedrez
Una investigadora del CSIC persigue las conexiones entre las nobles Ilduara Eiriz y Ermesinda de Carcasona a trav¨¦s de objetos personales de origen musulm¨¢n que han sobrevivido en tesoros ecl¨¦si¨¢sticos
Reconoce que su trabajo podr¨ªa alimentar gruesas novelas cargadas de hitos hist¨®ricos y romances prohibidos entre nobles cristianas y califas vestidos de seda. Pero lo suyo, recalca, ¡°no es la ficci¨®n literaria, sino la investigaci¨®n¡±, en la que juega un papel protagonista el an¨¢lisis de metales con fluorescencia de rayos X. Therese Martin (Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas) encabeza un equipo internacional que rastrea en las cosas la historia que no ha trascendido porque nunca fue escrita en viejos pergaminos. Su proyecto (El tesoro medieval hispano en su contexto: colecciones, conexiones y representaciones en la Pen¨ªnsula y m¨¢s all¨¢) ha llevado a estos investigadores a estudiar objetos conservados en colecciones eclesi¨¢sticas (de momento, en la bas¨ªlica de San Isidoro, en Le¨®n, en Toledo y en la catedral de Ourense), porque suponen todo un fil¨®n de historias ¨ªntimas gracias al patrimonio donado que conservan.
El grupo ten¨ªa claro hace ya dos a?os por d¨®nde iba a empezar, pero fueron las piezas investigadas y otras como cuatro anillos ¡°m¨¢gicos¡±, que se cruzaron en el camino de forma insospechada, las que marcaron el rumbo. As¨ª fue como Martin descubri¨® el rastro dorado que ligaba a la condesa Ilduara Eiriz (¨²ltimo cuarto del siglo IX-958), madre del obispo San Rosendo, con Ermesinda de Carcasona (condesa consorte y regente de Barcelona, 972-1058). Fueron, en su momento, las mujeres m¨¢s ricas y poderosas de sus territorios, y ambas pudieron ser due?as de sendos exquisitos juegos de ajedrez de cristal de roca, piezas procedentes de tierras remotas a las que solo ten¨ªan acceso las ¨¦lites gobernantes. Del que algunos autores creen que Ilduara (o Aldara) leg¨® a su hijo ya solo se conservan ocho figuras en el museo de la catedral de Ourense (torre, alfil, caballo y cinco peones). Del que se sabe que disfrut¨® Ermesinda no queda rastro, pero s¨ª se guarda en la catedral de Girona un sello suyo labrado en calcedonia con su nombre.
Y Therese Martin ve en este sello dos cosas fascinantes: la primera, que en el interior de las letras persiste el mismo brillo dorado que en varias de las piezas de ajedrez ourensano. La segunda, que debajo de su nombre en lat¨ªn aparece tambi¨¦n escrito Ermesinda en ¨¢rabe. Palpita, en los casos gallego y catal¨¢n, la hip¨®tesis de que las damas hubiesen recibido esos bienes tan ex¨®ticos como regalos de car¨¢cter diplom¨¢tico o personal, lo que revelar¨ªa sus v¨ªnculos con mandatarios de tierras muy lejanas. ¡°La catedral de Girona est¨¢ ahora muy interesada en que analicemos la aleaci¨®n¡± que recubre las letras del sello, explica la directora del equipo. El prop¨®sito es saber m¨¢s sobre sus or¨ªgenes y comprobar si es semejante al que da brillo al ajedrez de Ourense (llamado ajedrez de San Rosendo), un oropel que durante d¨¦cadas se confundi¨® con la p¨¢tina y el desgaste y que hasta ahora, seg¨²n Martin, no se hab¨ªa estudiado.
El encargado de hacer que los metales antiguos hablen es Xos¨¦-Lois Armada, miembro del equipo multidisciplinar y vinculado al Instituto de Ciencias del Patrimonio en Santiago de Compostela. ?l viaja a todas partes con el espectr¨®metro de fluorescencia de rayos X, un aparato que revela los materiales que componen los objetos. Hace un a?o, por ejemplo, se le encomend¨® el an¨¢lisis de la plata de las legendarias joyas que se descubrieron a finales de 2020 durante unas obras de restauraci¨®n. Los llamados anillos ¡°milagrosos¡±, atribuidos a varios obispos ¡°santos¡± del siglo X, se ocultaban junto a huesos humanos en un relicario de la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Sil (Ourense). Estaban dentro de una saca tejida tambi¨¦n en hilo dorado, con una nota manuscrita que advert¨ªa de sus poderes sanadores. Y la repercusi¨®n del hallazgo cambi¨® por completo los planes del equipo de Therese Martin, quien casualmente ya trabajaba en Ourense con objetos como el ajedrez.
Para conocer el verdadero origen de esos misteriosos anillos (que por la leyenda que arrastraban ya hab¨ªan inspirado obras literarias antes de ser hallados), los investigadores necesitan analizar muchas otras joyas de plata de la ¨¦poca. Simult¨¢neamente, buscan paralelismos con el ba?o dorado del juego de ajedrez que se atribuye a Ilduara o el sello en lat¨ªn y ¨¢rabe de Ermesinda. En su ¨²ltimo art¨ªculo, publicado en Archivo Espa?ol de Arte (Glimpses of gold: material evidence of cross-cultural connections in a rock crystal chess set and a countess¡¯s seal, Divisar el dorado: evidencias materiales de las conexiones interculturales en un ajedrez de cristal de roca y el sello de una condesa), Martin reivindica esta otra forma de investigar la historia humana que nadie consider¨® que debiese quedar plasmada en manuscritos. ¡°Los textos son muy importantes, pero tenemos que desapegarnos de ellos como si fueran la ¨²nica verdad¡±, defiende la autora.
La investigadora del CSIC explica que la mayor parte de las piezas medievales de cristal de roca se consideran de origen fatim¨ª (El Cairo), pero tambi¨¦n cita nuevas teor¨ªas que sugieren un origen abas¨ª (Bagdad) para colecciones como la que se conserva en Ourense. Hasta ahora, el brillo dorado, que en el an¨¢lisis ha resultado un compuesto de plomo, cobre y zinc (m¨¢s resistente que el oro para utensilios expuestos al desgaste de los dedos), no llamaba la atenci¨®n de los estudiosos del ajedrez. Las ocho piezas llegaron a la catedral ourensana procedentes del monasterio de Celanova, enriquecido con el legado de Ilduara y su hijo Rosendo, y est¨¢n consideradas uno de los tesoros m¨¢s singulares de la bas¨ªlica. Tanto, que ya tienen su versi¨®n en forma de bombones para los turistas.
Seg¨²n Therese Martin no existe en todo el planeta ¡°ning¨²n ajedrez de cristal de roca completo¡± y las colecciones que se conservan se concentran en Alemania (Osnabr¨¹ck) y Espa?a (el conjunto de ?ger en Lleida, las tres piezas de San Mill¨¢n de la Cogolla de Yuso en La Rioja, y las de Ourense). En contraposici¨®n a esta escasez de figuras talladas, cada vez hay m¨¢s coleccionistas ¨¢vidos de ¡°cualquier pieza suelta¡± que salga a subasta, ¡°especialmente en Kuwait¡±. Tanto los ajedreces como los tapones de botellas y frascos de khol se labraban a partir de los restos que se iban desbastando al elaborar objetos m¨¢s grandes destinados a los califas. Entre estos, los m¨¢ximos exponentes son los que los expertos conocen como ¡°siete magn¨ªficos¡±, lujosos jarros tallados de origen fatim¨ª, el Egipto medieval. Una de estas jarras sali¨® a subasta en 2008 en Reino Unido. El propietario cre¨ªa que era un jarr¨®n franc¨¦s del XIX y aspiraba a ganar 300 euros, pero el pulso entre dos pujadores que sab¨ªan m¨¢s que ¨¦l elev¨® el precio de salida hasta los 300.000. A los pocos d¨ªas, el objeto fue tasado en 7,5 millones.
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