Muere Michael Lang, la cara risue?a del festival de Woodstock
Promotor de conciertos y manager, plane¨® lanzar mundialmente a El ?ltimo de la Fila
Michael Lang, promotor de conciertos y representante de artistas, falleci¨® en Nueva York el s¨¢bado 8 de enero, a los 77 a?os, v¨ªctima de un linfoma. Su nombre est¨¢ indisolublemente unido al legendario festival de Woodstock, que desarroll¨® a mediados de agosto de 1969 y en dos posteriores ediciones. Como manager, llev¨® la carrera de Joe Cocker en los setenta y los ochenta.
Nacido en Brooklyn en 1944, Lang fue uno de tantos veintea?eros que sintieron el terremoto de la contracultura. Dej¨® los estudios de Derecho para instalarse en Coconut Grove, la zona m¨¢s bohemia de Florida, desde donde organiz¨® conciertos y eventos como el Miami Pop Festival. Se instal¨® luego en Woodstock, pueblo que entonces acog¨ªa a Bob Dylan y una amplia comunidad art¨ªstica. All¨ª conoci¨® a un disquero, Art Kornfeld. Primero quisieron fundar un estudio de grabaci¨®n, pero cuando conocieron a dos ambiciosos inversores neoyorquinos (se hab¨ªan publicitado como ¡°j¨®venes con capital ilimitado¡±), surgi¨® el chispazo de montar un festival en Woodstock. Todos conoc¨ªan la zona: las monta?as Catskills era el lugar de veraneo preferido de la comunidad jud¨ªa de Nueva York, como bien se refleja en la serie La maravillosa Sra. Meisel.
Lo que finalmente se bautiz¨® como Woodstock Music and Art Fair despert¨® los recelos de la poblaci¨®n local. Dylan no quiso saber nada de tocar all¨ª y los residentes negaron el permiso. En el cercano Wallkill, solo se permit¨ªa un m¨¢ximo de 5.000 espectadores. Finalmente, ya en Bethel, convencieron a Max Yasgur, un testarudo granjero jud¨ªo que desafi¨® a sus vecinos y cedi¨® sus terrenos, con un anfiteatro natural. Hasta horas antes, se usaron artima?as legales para detener la construcci¨®n de infraestructuras para el festival. En ese momento, se hablaba de unos 50.000 asistentes, pero Lang y compa?¨ªa ya hab¨ªan vendido una cantidad superior de entradas, a 18 d¨®lares por cabeza.
Toda la pol¨¦mica por la localizaci¨®n y el poder¨ªo del cartel, que inclu¨ªa desde Creedence Clearwater Revival a Jimi Hendrix, explican que tal vez medio mill¨®n de personas acudieran a la llamada. Imposible saber la cifra exacta, ya que muchos se dieron la vuelta al toparse con inmensos embotellamientos; aquello termin¨® siendo un evento gratuito por la sencilla raz¨®n de que no hubo tiempo para levantar vallas o puertas de entrada.
En verdad, Woodstock fue un desastre log¨ªstico y organizativo. No se respetaron los horarios previstos de actuaciones y los artistas con guitarras ac¨²sticas tuvieron que llenar los tiempos muertos. Ante la lluvia y las carencias varias, se requiri¨® la ayuda de las fuerzas armadas y el impulso caritativo de monjas y damas se tradujo en proporcionar comida y bebida. Hubo dos muertes por accidentes, pero quedaron eclipsadas por el asombro nacional ante el buen rollo general: se empez¨® a hablar de la Naci¨®n de Woodstock.
Las cuentas de la organizaci¨®n registraron n¨²meros rojos, pero se compensaron con las regal¨ªas de la pel¨ªcula documental, Woodstock: 3 days of peace and music, y los discos all¨ª grabados. Lang solo comprendi¨® lo cerca que estuvieron de la cat¨¢strofe cuando acudi¨®, cuatro meses despu¨¦s, al concierto de los Rolling Stones en Altamont (California), donde la seguridad estuvo a cargo de los ?ngeles del Infierno. Para las siguientes ediciones de Woodstock, en 1994 y 1999, los fallos estaban subsanados, pero hubo violaciones y altercados: el p¨²blico ya no eran precisamente hippies. Dejaron tan mal sabor de boca que, en 2019, fue imposible celebrar los 50 a?os del festival original.
Lang, din¨¢mico y angelical, estuvo muy activo durante ese medio siglo. Gestion¨® un sello discogr¨¢fico, Just Sunshine, que sac¨® artistas interesantes pero sin repercusi¨®n comercial. Le fue mejor en el management de artistas, especialmente con otro veterano de Woodstock, el vocalista Joe Cocker. Cierto que Cocker pasaba por etapas alcoh¨®licas que obligaban a Lang a desplazarse en urgentes misiones de socorro, donde deb¨ªa desplegar todo su encanto personal para sacarle de comisar¨ªas o superar vetos en compa?¨ªas a¨¦reas.
Tambi¨¦n estuvo implicado en un episodio poco conocido: a mediados de los noventa, la multinacional EMI quiso lanzar a escala global a El ?ltimo de la Fila y sugiri¨® que Michael Lang se ocupara del management del d¨²o. Cuando se present¨® a Manolo Garc¨ªa y Quimi Portet un calendario que exig¨ªa una dedicaci¨®n total durante varios a?os, los m¨²sicos dieron las gracias, pero renunciaron a la aventura. Lang, que era un bon vivant, lo entendi¨® perfectamente.
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