El triunfo de las v¨ªsceras en la novela negra: por qu¨¦ y c¨®mo la violencia extrema se ha convertido en tendencia
El ¨¦xito de Carmen Mola y la influencia de los asesinos en serie de autores n¨®rdicos han favorecido un cambio en el g¨¦nero. Viginia Feito, Gim¨¦nez Bartlett, Pierre Lemaitre y Chris Whitaker, entre otros, opinan sobre este pol¨¦mico fen¨®meno
Las v¨ªsceras est¨¢n de moda en la novela negra espa?ola. Influido por el ¨¦xito de Carmen Mola, el g¨¦nero se ha fijado como en ning¨²n otro pa¨ªs de Europa en la literatura n¨®rdica de sangrientos asesinos en serie y psic¨®patas, una opci¨®n que arrastra una gran comunidad de lectores pero que tiene tambi¨¦n detractores. Unos y otros se dan cita estos d¨ªas en BCNegra, donde sometemos a debate los l¨ªmites de la violencia.
Agust¨ªn Mart¨ªnez, escritor y guionista y un tercio de Carmen Mola, lo tiene claro: ¡°Cuando arrancamos con Mola decidimos abordar una exploraci¨®n de la violencia y, desde que te decides a meterte en el relato de una violencia extrema que salpica a la sociedad, nos parec¨ªa pacato mirar a otro lado. El lector necesita saber lo que queremos contar. La descripci¨®n es necesaria. Pero luego el lector completa mucho cuando recrea la escena en su mente¡±. Dos detalles para ilustrar el terreno que pisamos. La novia gitana, su primera novela, comienza con una mujer a la que han trepanado el cerebro y le han metido gusanos para que se la vayan comiendo. En La bestia, ganadora del Premio Planeta, unos ni?os juegan despreocupados en las calles de Madrid en 1833 con un objeto esf¨¦rico que no es una pelota sino la cabeza de alguien.
En ese mismo bando milita Pierre Lemaitre. El franc¨¦s, brillante polemista, se revuelve con iron¨ªa contra los cr¨ªticos de la violencia y dedica en su reciente Diccionario apasionado de la novela negra (Salamandra) un cap¨ªtulo a este asunto: ¡°El tema de la violencia resulta bastante enigm¨¢tico. Si la gente compra novela negra es porque quiere leer sobre cr¨ªmenes: una novela policiaca sin cr¨ªmenes tiene pocas posibilidades de gustar. En cuanto a la moda de los asesinos en serie, todo parece indicar que los lectores quieren todav¨ªa m¨¢s¡±. ?l usa todos esos ingredientes con habilidad en novelas no aptas para est¨®magos sensibles. Sirva de ejemplo esta descripci¨®n en las primeras p¨¢ginas de Ir¨¨ne (Alfaguara), la novela con la que arranca la serie del comisario Camille Verhoeben: ¡°En el suelo, a la derecha, yac¨ªan los restos de un cuerpo destripado y decapitado, cuyas costillas rotas atravesaban una bolsa roja y blanca, sin duda un est¨®mago y un seno, el que no hab¨ªa sido arrancado, aunque era bastante dif¨ªcil distinguirlo, ya que ese cuerpo de mujer estaba cubierto de excrementos que ocultaban, en parte, innumerables marcas de mordeduras. Justo enfrente, sobre la c¨®moda, se encontraba una cabeza con los ojos quemados¡¡±.
El debate viene de lejos. A lo largo de los a?os, se han manifestado contra los excesos Fred Vargas (¡°no es que la violencia no me interese, es que huyo de ella¡±) o John Banville (¡°son libros en los que cada diez minutos encuentras algo de violencia extrema, no estoy nada a favor y probablemente por eso no tengo best sellers¡±). En Espa?a, Alicia Gim¨¦nez Bartlett, creadora de Petra Delicado, personaje al que ha homenajeado el festival, milita en el mismo bando con la parecida intensidad. ¡°En tiempos pasados, se escandalizaba a la gente por motivos ideol¨®gicos o sexuales. Cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil escandalizar en un mundo convulso y que lo ha visto todo. Solo la violencia y la crueldad expl¨ªcita parecen convocar el inter¨¦s del p¨²blico. La morbosidad vende, y eso ha provocado una escalada de sangre y v¨ªsceras que consigue lectores. Todo consiste en ir aumentando las cantidades para superar el nivel. Por desgracia ese proceder encubre una enorme pobreza imaginativa y, lo que es peor, una calidad literaria a la baja¡±. La ¨²ltima entrega hasta el momento de la serie de Petra Delicado se titula Sin muertos (Destino), toda una declaraci¨®n de intenciones.
El problema del psic¨®pata como material literario es que carece de anclajes morales, consideran varios de los autores consultados. ¡°Aparte del abuso de lo expl¨ªcito, lo que me parece m¨¢s grave es que si en la Biblia hab¨ªa violencia tambi¨¦n se presentaba un dilema moral, pero hoy en d¨ªa no hay un dilema, porque el psic¨®pata no tiene empat¨ªa, la v¨ªctima es un n¨²mero m¨¢s, no hay una raz¨®n para esa violencia y eso me parece atroz, porque justifica la basurizaci¨®n de los cuerpos¡±, sostiene, por ejemplo, Eugenio Fuentes.
¡°Le¨ª a un autor n¨®rdico, no recuerdo el nombre, y en las primeras p¨¢ginas hablaba de un hombre golpeado hasta la muerte, una y otra vez, una y otra vez y me dije, no quiero estar aqu¨ª. No soy un gran fan de la porno tortura¡±, comenta el escoc¨¦s Alan Parks, creador de la serie de Harry McCoy, un polic¨ªa en el Glasgow de los setenta, una ¨¦poca dura y violenta retratada con elegancia en novelas como Bobby March vivir¨¢ para siempre (Tusquets). Arantza Portabales empieza Belleza roja (Lumen) con una joven muerta en el suelo de su casa, anegada en sangre. Y, sin embargo, sus novelas van por otro lado. ¡°No me preocupa tanto la violencia y un exceso de casquer¨ªa, como que el recurso sea gratuito. No te tienes que dejar llevar por una moda o una tendencia¡±, comenta.
Aproximaciones diferentes
Hay casi tantas aproximaciones a la violencia como autores. Fan de Bret Easton Ellis y su capacidad para describir detalles en American Psycho, Virginia Feito ha apostado sin embargo en su debut, La se?ora March (Lumen), por una aproximaci¨®n psicol¨®gica que huye de ¡°los thrillers hechos con molde, uno tras otro¡±. As¨ª lo explica: ¡°Donde de verdad me ensa?o con la violencia es en el interior, en lo que se dice la mujer a s¨ª misma, su cuerpo le da asco, su hijo le da asco, y luego est¨¢, por ejemplo, la violencia extrema de un parto. Una manera distinta de describir la violencia¡±.
El ingl¨¦s Chris Whitaker fue apu?alado tres veces en la calle cuando ten¨ªa 19 a?os. Esa relaci¨®n personal con la violencia explica la aproximaci¨®n que acomete en Empezamos por el final (Salamandra) una novela con una fuerte carga emotiva que se fija m¨¢s en los personajes y en sus vidas, atravesadas de una u otra forma por un hecho criminal. ¡°Estoy mucho m¨¢s interesado en el porqu¨¦ y en qu¨¦ lleva al crimen que en el crimen en s¨ª mismo. Despu¨¦s de todo aquello, durante mucho tiempo no quise ver nada ni leer nada violento. Ahora no me interesa como escritor, pero no tengo ning¨²n problema en disfrutarlo como lector. Sin embargo, creo que es mejor proporcionar al lector esa sensaci¨®n sin hacerle pasar por descripciones disruptivas¡±.
Curiosidad, morbo, pero, sobre todo, la sensaci¨®n de confort que se experimenta al observar algo terrible desde la atalaya de un hogar o de cualquier lugar tranquilo y a salvo son las explicaciones que unos y otros encuentran a la fascinaci¨®n del lector por la violencia, sea en el grado que sea. ?C¨®mo se ve desde el lado de los analistas? Paz Velasco, crimin¨®loga y autora de Homo criminalis (Ariel) aporta el componente antropol¨®gico: ¡°Nuestra dualidad como sapiens nos empuja a querer saber el porqu¨¦ de la conducta violenta y el crimen, tratando de racionalizar o de justificar desde las patolog¨ªas, actos crueles y aberrantes contra otros seres humanos. Como lectores consumimos maldad al mismo tiempo que tratamos de alejarnos de ella, ya que esa maldad es la otra cara de nuestra humanidad¡±. Y avisa sobre un factor a tener en cuenta: los asesinos en serie contempor¨¢neos est¨¢n muy bien creados y su evoluci¨®n muy lograda desde el punto de vista conductual.
Ahora bien, como reconoc¨ªa Banville, algo funciona. Nos gusta mirar. Nadie lo sabe mejor que los tres autores detr¨¢s de la marca Carmen Mola. ¡°La acogida nos sorprendi¨® mucho porque de entrada ten¨ªa una violencia alta que cre¨ªamos que iba a restringir el p¨²blico, pero luego vimos que es justo lo contrario, que la gente ha entrado muy bien en ese tono¡±, comenta Agust¨ªn Mart¨ªnez. Parece que nos queda violencia, y extrema, para rato.
Babelia
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