¡°Mirad, ni?os, Col¨®n se va¡±: la estatua del conquistador baja de su pedestal y se da un paseo por Madrid
El artista colombiano Iv¨¢n Argote invita a la reflexi¨®n desmontando la figura del descubridor y pase¨¢ndola por las calles de la capital
Una ma?ana de finales de enero, bajo el fr¨ªo sol de invierno, Crist¨®bal Col¨®n pasea por Madrid. Liberado de su pedestal, recorre tumbado en un cami¨®n el Paseo de Recoletos, Alcal¨¢, Gran V¨ªa. Una madre de camino al cole pregunta: ¡°Perdona, ?qu¨¦ estatua es? Ah, es Col¨®n. Mirad, ni?os, Col¨®n se va¡±. Unas se?oras mayores se arremolinan: ¡°?Qu¨¦ hacen? ?La est¨¢n quitando? Si es que ahora lo quitan todo, Mari¡±. Una treinta?era que llega apurada al trabajo quiere saber: ¡°?Y d¨®nde la van a poner?¡±. Otra saca fotos sin parar y dice: ¡°?Qu¨¦ divertido!¡±. Los coches frenan a su paso; algunos paran m¨®vil en mano. Una mujer baja la ventanilla: ¡°Cu¨ªdenlo mucho¡±. ¡°Esa estatua espero que no se la lleven nunca, estamos orgullosos de Col¨®n¡±, dice otra, algo inquieta. ¡°?Y qu¨¦ van a hacer con ella, la van a cambiar?¡±, indaga un se?or. Otro a su lado le tranquiliza: ¡°Es una obra de arte para que vea la gente c¨®mo bajan las estatuas¡±. Bingo. Es una performance del artista colombiano Iv¨¢n Argote y la estatua de Col¨®n que pasea no es la original que se erigi¨® en m¨¢rmol en 1892 en la plaza para conmemorar el cuarto centenario de su llegada a Am¨¦rica, sino una r¨¦plica exacta en corcho, con casi cinco metros de altura. La acci¨®n fue recogida en v¨ªdeo y ser¨¢ la pieza principal de la exposici¨®n que la galer¨ªa Albarr¨¢n Bourdais inaugura el 24 de febrero en su nueva sede en la capital espa?ola, coincidiendo con la celebraci¨®n de la feria Arco.
Antes de emprender su viaje, el falso Col¨®n saluda cara al sol desde lo alto de una gr¨²a a la bandera de Espa?a que ondea en la plaza. Quienes pasean buscan confundidos con la vista la verdadera. Ah¨ª sigue. Suspiros de alivio. Risillas. M¨¢s comentarios. ¡°Se le ve como un hombrecito peque?o ah¨ª colgado¡±, comenta una chica latina. En posproducci¨®n se borrar¨¢ el original y quedar¨¢ su base vac¨ªa al fondo con el conquistador fugado por los aires en primer plano.
Iv¨¢n Argote (Bogot¨¢, 38 a?os) busca provocar lo que ¨¦l llama ¡°un momento de especulaci¨®n. ?Se lo han llevado? ?No? ?Por qu¨¦ hay dos? ?La cambiaron? Es una performance sobre ruedas que genera en quien lo ve ese peque?o golpe el¨¦ctrico, mi manera de plantear qu¨¦ pasa si el espacio p¨²blico es de otra manera. Una cuesti¨®n que genera mucha confrontaci¨®n, porque hay quien siente mucho apego a las cosas tal cual est¨¢n o cree que van a durar as¨ª para siempre¡±, explica.
El a?o pasado Argote provoc¨® revuelo en Francia al ¡®retirar¡¯ simb¨®licamente la estatua de Joseph Gallieni, ide¨®logo militar de la colonizaci¨®n. ¡°La gente piensa que es un personaje muy importante, porque hay una estaci¨®n de metro con su nombre y todo, pero no conocen su historia. Es autor de La pol¨ªtica de las razas, que es como un manual de Ikea sobre c¨®mo dominar una colonia e impedir que se rebele. Cualquiera puede preguntarse leg¨ªtimamente: ¡®?Por qu¨¦ tiene una estatua este se?or?¡¯. Y m¨¢s ese tipo de estatua, con cuatro mujeres semidesnudas de cuatro razas distintas soport¨¢ndolo en brazos, en una imagen muy evidente de dominaci¨®n del otro¡±, observa el artista, que se present¨® en la plaza que ocupa frente a la Tumba de Napole¨®n en los Inv¨¢lidos de Par¨ªs junto a varios c¨®mplices disfrazados de operarios y funcionarios, se encaram¨® a ella y la at¨® al extremo de una gr¨²a como si fuera a bajarla. No lo hizo, pero previamente hab¨ªa realizado un escaneo en 3D con un dron para hacer un montaje de v¨ªdeo con efectos especiales mezclando esa imagen con las que se tomaban en directo en la plaza.
Con la complicidad de la revista digital Regards, difundi¨® el v¨ªdeo como una noticia falsa. Argote prefiere llamar a estas intervenciones pel¨ªculas de anticipaci¨®n, porque para ¨¦l son ficciones cercanas. Tres horas despu¨¦s hab¨ªan visto el v¨ªdeo 11.000 personas; unas lo celebraban, otras reclamaban explicaciones a Anne Hidalgo e, incluso, a Macron. ¡°Desde la alcald¨ªa mandaron a alguien a tomarle una foto para subirla a las redes y probar que ah¨ª segu¨ªa. Pero, mira, yo tengo una prueba distinta, tengo la imagen de que no est¨¢. Me divierte mucho que todo pase cada vez m¨¢s por la credulidad total en la imagen¡±.
Desde el humor y la cr¨ªtica, Argote cuestiona en su obra las narrativas hist¨®ricas dominantes y propone nuevos usos simb¨®licos y pol¨ªticos del espacio p¨²blico. Afincado en Par¨ªs desde 2006, este a?o est¨¢ nominado al prestigioso Prix Marcel Duchamp. Su trabajo, como ¨¦l mismo dice, ¡°linda con el vandalismo, pero ante todo es una invitaci¨®n a la reflexi¨®n¡±. Su primera intervenci¨®n en monumentos se produjo precisamente en Madrid, hace diez a?os. Se plant¨® en el Paseo de las Estatuas del Retiro con unos ponchos ind¨ªgenas y visti¨® con ellos a Carlos I y otros conquistadores. Lo titul¨® Turistas. Despu¨¦s vendr¨ªan los monumentos ecuestres parisienses de Juana de Arco, el Rey Sol o San Mart¨ªn descabalgados sin sus glorificados jinetes por obra y gracia del Photoshop. O el obelisco que se trajo Napole¨®n de Luxor a la Plaza de la Concordia tumbado con una escultural curva en forma de interrogante. Y la efigie de Francisco de Orellana, descubridor del Amazonas, en Bogot¨¢, que cubri¨® de espejos para que solo reflejara el paisaje que lo rodea. ¡°Puedo estar de acuerdo en que en cierto relato hist¨®rico tiene sentido que Orellana aparezca, pero en Bogot¨¢ no hay un solo monumento que honre a ninguna comunidad ind¨ªgena. No es posible que a¨²n hoy en d¨ªa no aparezca nadie m¨¢s¡±.
Como se encarga de recordar el propio Argote, ¨¦l viene de una tierra que nunca pis¨® Col¨®n, pero que lleva su nombre. Hasta el a?o pasado, el viajero que se apeara en el aeropuerto de Bogot¨¢, lo primero con lo que se topaba en la avenida El Dorado era su figura en primer plano con Isabel la Cat¨®lica detr¨¢s. Argote tambi¨¦n las intervino con unos ponchos antes de que las retirase el Gobierno en plena oleada global de protestas antirracistas derivada del movimiento Black Lives Matter, que cuestion¨® con la acci¨®n directa los monumentos a l¨ªderes confederados que apoyaban la esclavitud o a exploradores que sometieron a pueblos ind¨ªgenas.
En el ¨²ltimo a?o, en Bogot¨¢ se ha visto el Memorial a los H¨¦roes sin Sim¨®n Bol¨ªvar montado en su caballo o la avenida Jim¨¦nez, arteria principal de la capital, renombrada como avenida Misak. En Ciudad de M¨¦xico se retir¨® la estatua del navegante genov¨¦s del Paseo de la Reforma, que ser¨¢ sustituida por la r¨¦plica de una escultura de una mujer huasteca. Incluso en el Col¨®n de Barcelona, en cuya base figuran indios arrodillados en se?al de sumisi¨®n, se produjo un peque?o incendio durante una de las marchas. ¡°Quiz¨¢s sea esta una de las pocas consecuencias positivas que ha tenido la covid. De repente, no pod¨ªamos ir a establecimientos comerciales o a espacios cerrados. Estar afuera era lo ¨²nico que se pod¨ªa hacer. Esto contribuy¨® a que todos reflexion¨¢ramos sobre el espacio p¨²blico, a que hayamos adquirido una mayor conciencia de lo que est¨¢ ah¨ª, a nuestro alrededor, y de que todo es susceptible de cambiar¡±, concluye el artista
Babelia
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