Una nueva polvareda corrosiva de Ibsen llega a los escenarios
¡®El pato salvaje¡¯, en la que el dramaturgo noruego condens¨® toda su cr¨ªtica social en el sal¨®n de una casa, vuelve a las tablas bajo la direcci¨®n de Carlos Aladro
Todos los conflictos de la condici¨®n humana, todos los dramas personales, familiares o colectivos, aparecen en el sal¨®n de la casa, a la vista de todos. Henrik Ibsen, el dramaturgo noruego m¨¢s famoso y pol¨¦mico de todos los tiempos, escribi¨® El pato salvaje en 1884, dos d¨¦cadas despu¨¦s de exiliarse voluntariamente a Roma.
La obra es un profundo estudio de la condici¨®n humana, y no est¨¢ exenta de la polvareda que siempre levantaron las obras de Ibsen por su capacidad para condensar en ese imaginario sal¨®n dom¨¦stico la cr¨ªtica social m¨¢s corrosiva, el drama en el seno de una familia y un simbolismo, el del pato, con muchas lecturas y capaz de vertebrar el drama y la acci¨®n. ¡°Es lo que consumimos ahora de manera masiva en las series. Toda la ficci¨®n actual se basa en el gran descubrimiento de Ibsen, que consisti¨® en trasladar todas las formas y tem¨¢ticas que constituyen la identidad del teatro europeo al sal¨®n de una casa¡±, defiende con ardor el director teatral Carlos Aladro. Este martes ¨¦l estrena en el Teatro de la Abad¨ªa de Madrid una nueva puesta en escena de este enigm¨¢tico y hermoso texto, en versi¨®n de Pablo Rosal y con siete actores en escena: Juan Ceacero, Pilar G¨®mez, Nora Hern¨¢ndez, Ricardo Joven, Javier Lara, Jes¨²s Noguero y Eva Rufo.
Aladro, exdirector del Festival de Oto?o y del Festival de Cl¨¢sicos de Alcal¨¢ de Henares, vuelve con este montaje al Teatro de la Abad¨ªa, del que fue destituido de manera fulminante como director art¨ªstico el pasado mes de febrero y sustituido por el dramaturgo y acad¨¦mico Juan Mayorga. No parece resentido, pero s¨ª dolido. ¡°Me encuentro bien. Para m¨ª no es una vuelta, llev¨® m¨¢s de 20 a?os entrando y saliendo de este teatro y desarrollando diferentes roles¡± asegura. ¡°Como director art¨ªstico, no me dieron tiempo para llevar a cabo mi proyecto, pandemia por medio, y antes de que acabara mi contrato, el patronato, que tambi¨¦n sufri¨® cambios pol¨ªticos, decidi¨® mi cese. No tengo m¨¢s que respetar la decisi¨®n y guardarme, de momento, mis propias reflexiones sobre lo sucedido¡±. Aladro habla tambi¨¦n del sentimiento de ¡°liberaci¨®n que produce no seguir adelante con una tarea cuando esta no parece bien recibida por las personas que te la han encomendado¡±.
La contradicci¨®n del ser humano
En un momento dado, Ibsen (Skien, Noruega, 1828 - Cristian¨ªa, Dinamarca, 1906) dej¨® de hablar de vikingos para mirar a la sociedad en la que ¨¦l viv¨ªa. En toda su obra resuenan ecos de su vida personal y sus experiencias. Ibsen dej¨® escrito que El pato salvaje abordaba ¡°el conflicto entre el anhelo y la competencia, entre la voluntad y la capacidad, el solape de la tragedia y la comedia, ya sea en un plano general o individual¡±, algo que ¨¦l conoc¨ªa bien desde su condici¨®n de hijo ileg¨ªtimo, de su mala relaci¨®n con el padre o de la bancarrota familiar.
Sentados en el tranquilo patio de madro?os de la Abad¨ªa tras un ensayo, Carlos Aladro y Pablo Rosal advierten de la grandeza premonitoria del autor de textos tan celebrados como Casa de mu?ecas, Hedda Gabler o El enemigo del pueblo. ¡°Es alguien que ya ol¨ªa hace m¨¢s de cien a?os todas las insalvables contradicciones del ser humano y se hace cargo de ellas desde el espacio del arte. No es nada diferente a lo que hicieron los autores griegos, pero en su caso se trata de una sociedad industrializada, burguesa, mercantil y atea, en la que ya no hay espiritualidad ni trascendencia posible y todo se dirime en el tiempo de una vida. Los protagonistas de El pato salvaje representan, de alguna manera, el ¨¢ngel y el demonio de la propia personalidad de Ibsen. Los referentes del microcosmos familiar que retrata en esta obra son los de la familia de Ibsen¡±, asegura Aladro, un apasionado y conocedor profundo del dramaturgo noruego, del que ya dirigi¨® en Lisboa El constructor de Solness en 2009. ¡°El pato salvaje es la m¨¢s compleja y antip¨¢tica de montar en un principio, porque parece problem¨¢tica de entender. Es una obra bisagra dentro de la literatura de Ibsen, lo que la hace fascinante y atractiva¡±, a?ade Rosal.
Para Ibsen, el teatro era un espacio sagrado y trascendente, un instrumento para examinar el alma humana y, examinando la suya, acaba ofreciendo un brillante panorama del alma colectiva y social. ¡°De su herida personal lleg¨® a la herida social¡±, explica Aladro, mientras Rosal pone el acento en las derrotas de las que nos habla El pato salvaje y, m¨¢s en particular, de la ¡°mediocridad de la clase media, de la falta de direcci¨®n de una clase sin valores y sin religi¨®n¡±.
Aunque Ibsen ya puso en valor en el siglo XIX al p¨²blico como ente no pasivo, en esta versi¨®n de El pato salvaje, montada en un espacio y tiempo indefinido, se hace m¨¢s directa la conexi¨®n con el espectador, elevando la categor¨ªa del personaje de Berta. Ella se desdobla para hacer de maestra de ceremonias y va planteando las preguntas filos¨®ficas y human¨ªsticas del texto, actuando de v¨ªnculo para la sociedad de hoy.
El pato salvaje
Dónde: Teatro de la Abadía. Calle Fernández de los Ríos, 42. 28015 Madrid.
Cuándo: Del 17 de mayo al 19 de junio. De martes a sábados a las 19.30 horas. Los domingos a las 19 horas.
Precio: Entre 9 y 21 euros.
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