Los ¨²ltimos hablantes de judeoespa?ol en Turqu¨ªa
Ivo Molinas, director del semanario sefardita ¡®Salom¡¯, que publica dos p¨¢ginas en ladino, alerta del peligro de extinci¨®n de un idioma que cada vez se escucha menos y no interesa a las nuevas generaciones
¡°A lo tuerto tuerto, a lo dere?o, dere?o¡±, era la cita que durante a?os asom¨® bajo la cabecera del diario sefard¨ª turco Salom, antes de convertirse en un semanario, hoy ya solo con dos p¨¢ginas en judeoespa?ol. Aunque las ¨²ltimas publicaciones en ladino intentan sobrevivir en Turqu¨ªa contra viento y marea, esta lengua espa?ola est¨¢ a punto de desaparecer despu¨¦s de m¨¢s de 500 a?os de presencia en el pa¨ªs otomano. ¡°Somos la ¨²ltima generaci¨®n de jud¨ªos sefard¨ªes que habla ladino, incluso mis hijos apenas lo entienden¡±, advierte Ivo Molinas, de 60 a?os, director de Salom y de la publicaci¨®n mensual El Amaneser, esta enteramente en el idioma que ha utilizado la comunidad sefardita en Turqu¨ªa desde su llegada a finales del siglo XV y que en uno de sus ¨²ltimos n¨²meros anunciaba ¡°Un konsierto muy efikache en la sinagoga de Edirne¡±.
Molinas asegura que estas publicaciones constituyen la ¨²nica prensa que se edita ininterrumpidamente en ladino en el mundo. En Israel, adonde han emigrado en los ¨²ltimos 50 a?os gran parte de los 50.000 jud¨ªos de origen espa?ol que viv¨ªan en Turqu¨ªa, ¡°se publica algo, pero muy de vez en cuando y, desde luego, sin periodicidad¡±, afirma. Las razones del declive de esta lengua hasta encontrarse en verdadero peligro de extinci¨®n son principalmente la disminuci¨®n de la comunidad sefard¨ª turca, que en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha pasado de esos 50.000 a 16.000 miembros ¡ªla inmensa mayor¨ªa radicada en Estambul, apenas 1.000 individuos en Esmirna y dos familias en Bursa¡ª; y el desinter¨¦s de las nuevas generaciones, que hablan turco, hebreo, ingl¨¦s y que, sobre todo, desde la concesi¨®n por parte de Espa?a de la doble nacionalidad, est¨¢n interesados en aprender castellano y no una lengua pr¨¢cticamente muerta.
Salom, fundado hace 75 a?os, se edit¨® en ladino en su totalidad hasta los a?os setenta del siglo pasado, y tanto en Estambul como en Esmirna hubo en las d¨¦cadas anteriores varios diarios publicados en la lengua de los jud¨ªos expulsados de la Pen¨ªnsula en 1492.
¡°De hecho, aunque el 40% de la comunidad lo entiende, entre nosotros ya no hablamos en ladino, como lo hac¨ªan nuestros padres¡±, contin¨²a el periodista que, sin embargo, cree que el uso de la vieja lengua sobrevivir¨¢ en este semanario, que distribuye unos 3.000 ejemplares y tiene m¨¢s lectores en su edici¨®n digital, pues siempre habr¨¢ alguien que se ocupe de esas p¨¢ginas, aunque sea por romanticismo, como, de hecho, hace ¨¦l.
Los diarios escritos completamente en ladino tuvieron gran pujanza en Turqu¨ªa en el pasado, y en Esmirna, donde hubo una gran comunidad sefard¨ª, se editaban a finales del siglo XIX tres peri¨®dicos con muchos lectores: La Buena Esperanza, El novelista y El Meseret. En los primeros a?os del siglo XX se unieron a la lista El Pregonero, La Boz de Izmir, La Boz del Pueblo y El Comercial, seg¨²n relata la escritora estadounidense y profesora de Estudios Judaicos de la Universidad neoyorquina de Binghamton, Dina Danon, en su libro Los jud¨ªos del Izmir otomano.
El director de Salom apunta que Espa?a no muestra mucho inter¨¦s en la preservaci¨®n del ladino, aunque reconoce que el verdadero problema es el desinter¨¦s de su propia comunidad. De hecho, el Instituto Cervantes de Estambul tuvo que cancelar el a?o pasado unos cursos gratuitos de este idioma por falta de alumnos. Los jud¨ªos sefarditas que se acercan al Cervantes para seguir un curso quieren aprender espa?ol.
Gonzalo Manglano, director del Cervantes en la ciudad del Cuerno de Oro, asegura que Espa?a hace todo lo posible para que el ladino no desaparezca, pero las dificultades son muchas: ¡°Junto con la Fundaci¨®n Saramago de Portugal y la comunidad jud¨ªa de Turqu¨ªa, el Cervantes ha solicitado este a?o una licitaci¨®n dentro del Programa Horizon de la UE para un proyecto de tres millones de euros dirigido al rescate de las lenguas en peligro de extinci¨®n¡±.
Si se logran los fondos para ese proyecto, el Cervantes lo coordinar¨¢ y se unir¨¢n, adem¨¢s de los organismo citados, la Casa Sefarad de Madrid, el Ministerio de Cultura turco y representantes de la cultura sefard¨ª en Israel. Esta iniciativa prev¨¦ rehabilitar la sinagoga Selaniko de Estambul, que acoger¨¢ un centro cultural que impulse, con las nuevas tecnolog¨ªas, la preservaci¨®n del ladino, un idioma que un espa?ol hoy puede llegar a entender, como habr¨¢ comprobado quien haya conversado alguna vez con un sefard¨ª turco, b¨²lgaro, griego o israel¨ª.
El ladino fuera de Turqu¨ªa
Aparte de la comunidad sefardí en Turquía, en la que el director de Salom calcula unos 7.000 individuos que entienden judeoespañol, “pero no todos lo hablan”, es difícil asegurar cuantos ladinohablantes quedan en el resto del mundo, porque nunca ha existido un censo, ni siquiera de la diáspora sefardí. Las estimaciones van desde los 500.000, cifra considerada muy optimista por Aldina Quintana, doctora en Filología Hispánica en la Universidad Hebrea de Jerusalén, que en declaraciones a EL PAÍS en 2019 consideraba en unos 133.000 el número más realista, la mayoría de ellos en Israel.
La creación en 2020 de la Akademia Nasionala del Ladino (ANL) en Jerusalén, correspondiente de la Real Academia Española, es un intento de preservar dicha lengua. Sin embargo, en conversaciones con el periodista Pablo Román, el nonagenario israelí Moshe Shaul, vicepresidente de la Autoridad Nacional del Ladino durante casi dos décadas, pronosticaba que “el judeo-español hablado en familias apenas durará una o dos décadas más”.
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