25 a?os del Guggenheim Bilbao: el pol¨¦mico proyecto que cambi¨® una ciudad industrial a trav¨¦s del arte contempor¨¢neo
El museo celebra su aniversario con una exposici¨®n que hace un recorrido por su colecci¨®n utilizando todos los espacios del museo y poniendo en valor la arquitectura de Frank Gehry
Cuando se empez¨® a gestar la idea de lo que acabar¨ªa siendo el museo Guggenheim, a finales de los a?os ochenta, la r¨ªa de Bilbao era un lugar en plena decadencia posindustrial, azotada por la crisis econ¨®mica, la reconversi¨®n, la conflictividad social, el desempleo, los coletazos de la epidemia de hero¨ªna o los zarpazos del terrorismo: ETA lleg¨® a asesinar a un ertzaina a las puertas del museo d¨ªas antes de su inauguraci¨®n.
La apertura del centro en 1997, justo hace 25 a?os, con el edifico emblem¨¢tico de Frank Gehry como un flan mutante de titanio que surg¨ªa a la orilla del Nervi¨®n, all¨ª donde estaban los viejos almacenes portuarios, cambi¨® las cosas en la r¨ªa y en toda la ciudad, as¨ª como lo que se pensaba de la ciudad en el mundo. Del bronco entramado industrial en declive al soft power del arte, la cultura y el turismo. Este martes se ha presentado la exposici¨®n Secciones / Intersecciones. 25 a?os de la colecci¨®n del Museo Guggenheim Bilbao, que celebra el aniversario de la instituci¨®n.
El llamado ¡°efecto Guggenheim¡± fue admirado como ejemplo del uso de la cultura a la hora de revitalizar una urbe y colocarla en el mapa del turismo ineludible. Un modelo que fue imitado, con desigual fortuna, por decenas de poblaciones de tama?o medio que, en tiempos de exuberancia urban¨ªstica, apostaron por levantar peque?os centros de arte contempor¨¢neo con edificio singular como reclamo. No siempre funcion¨®, sobre todo despu¨¦s del pinchazo inmobiliario y la crisis iniciada en 2008: muchos de esos museos acabaron habitados por fantasmas.
El modelo del Guggenheim ha sido criticado, desde sectores art¨ªsticos, como una forma de poner la cultura de manera instrumental al servicio de la econom¨ªa, dejando en segundo lugar el arte como un fin en s¨ª mismo. Como una forma de banal espectacularizaci¨®n. Tambi¨¦n hubo escepticismo respecto a la creaci¨®n de un proyecto auspiciado por un organismo extranjero como es la Fundaci¨®n Guggenheim: ¡°Pero no era un modelo de franquicia¡±, se?ala Juan Ignacio Vidarte, director del museo, ¡°no se trataba de replicar aqu¨ª lo que se hac¨ªa en Nueva York¡±. Entre las exposiciones m¨¢s exitosas, de las 215 que se han presentado hasta ahora, se recuerdan El arte de la motocicleta (1999-2000), Andy Warhol: a Factory (1999-2000) o Motion. Autos, Art, Architecture (2022), como se ve no todas de car¨¢cter estrictamente art¨ªstico. En estos a?os han pasado por el museo cerca de 25 millones de visitantes, casi un mill¨®n por a?o.
¡°El Guggenheim Bilbao es el mayor ejemplo, en los ¨²ltimos 50 a?os de la historia, de c¨®mo el arte puede revitalizar una ciudad, uniendo la acci¨®n pol¨ªtica, la imaginaci¨®n y el mundo que nos ofrecen los artistas, con una ejecuci¨®n impecable¡±, ha dicho Richard Armstrong, director de la Fundaci¨®n Solomon R. Guggenheim y del museo de Nueva York, en la presentaci¨®n este martes de la exposici¨®n conmemorativa de las bodas de plata. La exposici¨®n Secciones/Intersecciones utiliza todos los espacios del edificio (ya de por s¨ª una gran obra de arte entre on¨ªrica y escheriana, quiz¨¢s la m¨¢s importante, que engloba a todas las dem¨¢s) para mostrar 110 piezas de una colecci¨®n que consta de 145 obras de 81 artistas y que ha supuesto una inversi¨®n total de unos 115 millones de euros desde sus inicios. Una colecci¨®n de dimensiones reducidas donde, seg¨²n el museo, se prima la calidad a la cantidad. En ese repertorio figuran 26 obras de artistas mujeres y 28 de creadores vascos. ¡°La exposici¨®n es un homenaje a dos de las se?as de identidad: la colecci¨®n, que ha ido creciendo a trav¨¦s de los a?os, y la arquitectura del museo¡±, dice Vidarte.
¡°Hemos querido buscar relatos interesantes que reflejen nuestra realidad contempor¨¢nea y encontrar di¨¢logos que inviten a ver las obras de nuevo, pero de otra manera¡±, dice Lekha Hileman Waitoller, una de las comisarias. En tres plantas diferentes se muestran las tres secciones. La vida material, en la primera planta, explora el arte basado en los elementos naturales y en los nuevos materiales impulsado por aceler¨®n tecnol¨®gico, en lo muy tangible, donde resuenan de fondo ecos del arte povera o el conceptualismo. Se encuentran piezas de Doris Salcedo, Richard Long, Itziar Okariz o Gerhard Richter, entre otros. Desplegando narrativas, en la segunda planta, re¨²ne la obra de una veintena de artistas que consagran sus creaciones al relato, como Joseph Beuys, Anselm Kiefer, Yves Klein, Yoko Ono, Miquel Barcel¨®, Juan Mu?oz, Antonio Saura o Julian Schnabel. Seg¨²n los comisarios, estos artistas resisten contra las ¡°grandes narrativas¡± totalizadoras que describi¨® el fil¨®sofo Jean-Fran?ois Lyotard, de cuya desconfianza llega la posmodernidad, y apuestan por las ¡°micronarrativas¡±, donde se parte del punto de vista subjetivo y la cultura m¨²ltiple y poli¨¦drica.
Y en la tercera, Marcando la historia, las protagonistas son la arquitectura de Gehry, que recupera algunos lucernarios del proyecto original, combinando as¨ª luz natural y artificial en todos los espacios, y algunas de las piezas m¨¢s ic¨®nicas de la colecci¨®n y de la segunda mitad del siglo XX: un vaporoso rothko, un garabateado basquiat o una gran y colorida instalaci¨®n de Sol LeWitt. Tambi¨¦n piezas de otros ineludibles como Cristina Iglesias, Willem De Kooning, Robert Rauschenberg o Cy Twombly. O artistas de corte pop como Andy Warhol, Jeff Koons o Gilbert & George.
Al disponer en esta ocasi¨®n de los todos los espacios del museo, los comisarios Lekha Hileman Waitoller, Manuel Cirauqui, Geaninne Guti¨¦rrez-Guimar?es, Luc¨ªa Agirre y Maite Borjabad, que han trabajado de manera coral, han podido instalar obras que normalmente es complicado instalar, por su tama?o o caracter¨ªsticas, y en los lugares en donde mejor lucen. ¡°Todo esto puede sonar como una declaraci¨®n de independencia, de que el museo va por s¨ª solo¡±, explica el director Vidarte, ¡°pero no es as¨ª: se trata de una colecci¨®n que solo es posible desarrollar con el apoyo de la constelaci¨®n de instituciones que forma la Fundaci¨®n Guggenheim¡±.
En la presentaci¨®n, Gorka Mart¨ªnez, director general de BBK, instituci¨®n financiera que ha acompa?ado la peripecia del museo desde sus inicios, ha recordado cierto escepticismo inicial ante la puesta en marcha del proyecto, aquellos a?os grises del desmantelamiento de los Altos Hornos y los astilleros bilba¨ªnos, cuando la ciudad parec¨ªa confusa y desnortada. ¡°Hubo debates y oposiciones¡±, ha rememorado, ¡°personas que estaban en contra y personas que lo defend¨ªamos. 25 a?os despu¨¦s creo que ya nadie puede estar en contra, y creo que la realidad incluso ha mejorado las expectativas de los que est¨¢bamos a favor¡±.
El impacto econ¨®mico del museo ha sido de 6.516 millones de euros de gasto directo en el Pa¨ªs Vasco (hasta el final de 2021) y el mantenimiento de una media de 5.420 empleos anuales. Curiosamente, m¨¢s de dos decenios despu¨¦s de aquellos procesos de desindustrializaci¨®n, numerosas voces en Europa y en Espa?a sugieren la necesidad de tomar la senda de la reindustrializaci¨®n para ganar autonom¨ªa y mejorar la competitividad. Pero, sea como fuere, el Guggenheim vino para quedarse.
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