Un arque¨®logo alem¨¢n afirma haber descubierto el misterio de la pintura del nadador de Paestum: no es una met¨¢fora, se zambulle de verdad
Tonio H?lscher dedica al enigm¨¢tico Tuffatore, representado en una tumba de la antigua Posidonia, un libro erudito, hermoso y esclarecedor
¡°Hochherziger J¨¹ngling, fahre wohl!¡±, joven de gran coraz¨®n, que te vaya bien. Uno piensa en las palabras del c¨¦lebre poema de Friedrich Schiller, Der Taucher, el buceador, sobre el joven que se lanza audazmente desde un acantilado a recuperar la copa del rey arrojada al mar, al contemplar la imagen no menos famosa y conmovedora del Tuffatore, el saltador o el clavadista, la pintura de un muchacho suspendido eternamente en el cielo en medio de un salto al agua en el techo de una tumba en Paestum, la antigua Posidonia griega, en la Campania italiana. La tumba del Tuffatore o del n...
¡°Hochherziger J¨¹ngling, fahre wohl!¡±, joven de gran coraz¨®n, que te vaya bien. Uno piensa en las palabras del c¨¦lebre poema de Friedrich Schiller, Der Taucher, el buceador, sobre el joven que se lanza audazmente desde un acantilado a recuperar la copa del rey arrojada al mar, al contemplar la imagen no menos famosa y conmovedora del Tuffatore, el saltador o el clavadista, la pintura de un muchacho suspendido eternamente en el cielo en medio de un salto al agua en el techo de una tumba en Paestum, la antigua Posidonia griega, en la Campania italiana. La tumba del Tuffatore o del nadador est¨¢ decorada con frescos en sus cuatro paredes que representan un simposio, un banquete, con parejas compuestas por un hombre maduro y otro joven. Pero es el que se pint¨® en el techo de travertino, en la losa que cierra como la tapa de una caja preciosa el sepulcro, el que se ha convertido en una de las obras art¨ªsticas m¨¢s estudiadas y mencionadas de la antig¨¹edad, y quiz¨¢ la m¨¢s perturbadora.
Es una escena enigm¨¢tica, fulgurante, hermos¨ªsima, protagonizada por el chico que se lanza con gran estilo, desnudo, desde lo que parece ser una torre con plataforma. No se sabe a ciencia cierta qu¨¦ representa esa pintura, tan pl¨¢stica y conmovedora, llena de vitalidad, sensualidad y hasta erotismo, pero a la vez de insondable misterio y de una indescifrable tristeza; ni por qu¨¦ se escogi¨® un motivo ¡ªel salto al mar¡ª que dir¨ªase tan poco apropiado para un contexto funerario. Se ignora asimismo qui¨¦n era la persona enterrada en la tumba, m¨¢s all¨¢ de que era de sexo masculino y probablemente joven, pues no hab¨ªa inscripciones, los objetos funerarios eran muy escasos (entre ellos un caparaz¨®n de tortuga y trozos de una lira), y los pocos huesos se perdieron antes de analizarlos.
El Tuffatore, ese Louganis de ultratumba de cerca del 480 antes de Cristo, con toda su carga po¨¦tica, est¨¦tica e hist¨®rica, no ha dejado de emocionar e intrigar desde el hallazgo de la sepultura en 1968 (por el arque¨®logo italiano Marco Napoli), despertando en todo observador profundas sensaciones y un inexplicable estremecimiento, art¨ªstico y espiritual, como si contuviera un secreto a la vez del pasado y de la existencia. Su contemplaci¨®n provoca efectos similares a las de las pinturas rupestres de la Cueva de los Nadadores en el Gilf Kebir que descubri¨® el conde explorador Laszlo Alm¨¢sy (el de El paciente ingl¨¦s), los saltos de trampol¨ªn inmortalizados por Leni Riefensthal o John Gutmann, o la gran zambullida de Hockney.
Aparte del debate sobre a qu¨¦ tradici¨®n cultural pertenecen la tumba y sus pinturas (griega, de los pueblos it¨¢licos de la zona, incluso se ha especulado con que fuera la sepultura de un etrusco), la figura del saltador se ha vinculado a tradiciones pitag¨®ricas u ¨®rficas sobre el M¨¢s All¨¢, a ideas salvacionistas, a la metempsicosis¡; se la ha visto como representaci¨®n metaf¨®rica de la vida como intervalo entre dos nadas (el nacimiento, el inicio del salto, y la muerte, el agua), y se la ha convertido en un poderoso s¨ªmbolo existencial. Hay que recordar que el katapontismos, lanzarse al agua desde las alturas, est¨¢ tambi¨¦n vinculado en la Antigua Grecia a la ordal¨ªa, el castigo y el suicidio (como en el caso de Safo).
Alguien ha dicho que es la pintura antigua que ha provocado el mayor impacto sobre la cultura visual moderna, y el cineasta Claude Lanzmann le dedic¨® un arrebatado ensayo (publicado por Confluencias, 2014). El autor de Shoah ya hab¨ªa estado en Paestum en los a?os cincuenta antes del descubrimiento, con Sartre y Simone de Beauvoir, y se hab¨ªa conmovido con sus majestuosos templos d¨®ricos (que pint¨® Turner, por cierto); pero cuando a?os despu¨¦s vio el Tuffatore, al que calific¨® de ¡°divine plongeur¡±, sublime nadador, la conmoci¨®n fue extraordinaria: ¡°Nunca hubiera imaginado ser tocado en medio del coraz¨®n, trastornado en lo m¨¢s profundo de m¨ª mismo, como lo fui el d¨ªa que se me apareci¨®, arco perfecto, como si se zambullera sin fin en el espacio entre la vida y la muerte¡±. Por su parte, Eugenio Montale le dedic¨® un poema: ¡°El Tuffatore captado al ralent¨ª/ dibuja un arabesco ar¨¢cnido/ y en esa figura tal vez se identifica/ su vida¡±.
A aportar claves para dilucidar la pintura y su sentido ha dedicado ahora un libro breve (poco m¨¢s de 150 p¨¢ginas) pero intens¨ªsimo, lleno de erudici¨®n y a la vez de sentido de la maravilla, Tonio H?lscher, profesor em¨¦rito de Arqueolog¨ªa Cl¨¢sica en la Universidad Ruprecht Karl de Heidelberg. H?lscher, de 82 a?os, es un especialista de los monumentos estatales de Grecia y Roma, las im¨¢genes mitol¨®gicas griegas y el urbanismo de la antig¨¹edad, y ha trabajado en la sede del Instituto Arqueol¨®gico Alem¨¢n en Roma. En El nadador de Paestum, juventud, eros y mar en la Antigua Grecia (Cr¨ªtica, 2022), el estudioso presenta un giro radical en la interpretaci¨®n del Tuffatore desvincul¨¢ndolo de la explicaciones escatol¨®gicas y simb¨®licas ¡ªtan sugestivas¡ª para proponer que la figura representa una escena real: exactamente lo que vemos, un joven lanz¨¢ndose al agua.
¡°Es un libro que se mueve en los l¨ªmites de la disciplina, en parte acad¨¦mico pero pensado para un p¨²blico amplio, con atenci¨®n a la emotividad que despierta la pintura y su h¨¢lito po¨¦tico¡±, explica H?lscher en conversaci¨®n telef¨®nica. Al comentarle que la lectura del libro ha coincidido en el caso de su interlocutor con la p¨¦rdida de un familiar m¨¢s joven y vinculado de una manera casual al nadador de Paestum (cuando falleci¨® dos hermanos estaban visitando la ciudad y contemplando la pintura en su museo arqueol¨®gico), el estudioso lamenta la triste coincidencia. ¡°A m¨ª tambi¨¦n, en un sentido muy diferente, es una imagen que me toca de manera especial¡±.
¡°Su iconograf¨ªa es ¨²nica¡±, prosigue H?lscher. ¡°Hay algunas cosas parecidas, pero en ciertos aspectos no hay nada igual, interesa no ya como arte sino como elemento de la vida social, pol¨ªtica y afectiva, y nos permite explorar aspectos fundamentales de la cultura griega¡±. Al investigador, que tiene muy claro que hay que ubicar al nadador de Paestum en un contexto griego, le ha interesado mucho lo que revela la tumba sobre la relaci¨®n de los j¨®venes, ¡°la esperanza de la sociedad¡±, con los adultos en el mundo cl¨¢sico, ¡°una relaci¨®n muy distinta a la nuestra¡±. Y ¡°la importancia de la belleza, que no es en ese mundo solo algo relacionado con el aspecto exterior, sino una calidad social¡±. H?lscher recalca que en el universo griego, ¡°la belleza no constituye ¨²nicamente un rasgo f¨ªsico sino espiritual y ¨¦tico; el cuerpo sano y fuerte es bello y un instrumento de excelencia humana¡±. En ese contexto, ha de entenderse su aseveraci¨®n de que el nadador de Paestum, el Tuffatore, es una representaci¨®n realista, ¡°lo que no quiere decir trivial; se trata de una realidad que no es banal sino significativa¡±. Ese, subraya, es el n¨²cleo te¨®rico de su libro.
¡°La opini¨®n com¨²n hasta ahora era que se trataba de una imagen de simbolismo escatol¨®gico¡±, explica. ¡°El joven no saltaba al mar, sino que realizaba un tr¨¢nsito de la vida a la muerte, el mar era la eternidad, etc¨¦tera, etc¨¦tera. Hab¨ªa consenso sobre esa interpretaci¨®n. Considerar que no, que se trata realmente de un salto, es una idea que ha tardado en cuajar, pero que cada vez convence a m¨¢s estudiosos¡±. Se ha tenido que vencer tambi¨¦n un t¨®pico que era el de la mala relaci¨®n de los griegos con el mar. ¡°Era una relaci¨®n muy intensa y, como en otras culturas marinas, ambivalente, de miedo y fascinaci¨®n, pero desde luego, pese a que alg¨²n erudito lo niegue a¨²n, los griegos nadaban y les gustaba hacerlo. De hecho, hay un proverbio griego que iguala no saber nadar a no saber leer. Y tenemos ejemplos elocuentes de la pericia de los griegos como nadadores, como el del famoso buceador Escilis [sale en la secuela de 300] y su hija Hidna, que sabotearon los amarres de la flota de Jerjes en el cabo Artemisio¡±. Sabemos de un pugilista ol¨ªmpico que entrenaba nadando, y en el santuario de Dionisio Melanaigis en Herm¨ªone, en la Arg¨®lida, se realizaban concursos de nataci¨®n y salto al agua.
H?lscher deplora, pues, los muchos prejuicios con los que se ha abordado la imagen del nadador de Paestum, ¡°el mayor, ese simbolismo escatol¨®gico que a veces tiene una proveniencia cristiana¡±. El estudioso insiste en la realidad del salto del Tuffatore, ¡°un efebo que en su tr¨¢nsito hacia la edad adulta demostraba su capacidad atl¨¦tica y su valor lanz¨¢ndose ante los ojos de hombres adultos que sent¨ªan atracci¨®n er¨®tica por los muchachos, a los que introduc¨ªan en el mundo de ciudadanos de la polis¡±. El salto tiene pues parte de rito de tr¨¢nsito, pero no es una met¨¢fora, sino una imagen real, de algo que suced¨ªa y que no era solo un pasatiempo, sino una actividad social¡±. El profesor ha observado la continuidad de la pr¨¢ctica de arrojarse los j¨®venes al mar desde las alturas en Polignano a Mare, en el litoral de la regi¨®n de Apulia (vecina a la Campania). ¡°Se lanzan al agua, se tuffano, desde alturas incre¨ªbles, y se les admira por ello¡±. En el lugar se celebran las finales del Red Bull Clift Diving, una competici¨®n internacional de saltos de acantilado.
Destaca H?lscher que el salto del bronceado nadador de Paestum revela una gran t¨¦cnica y es el resultado de mucha pr¨¢ctica. ¡°El ¨²nico aspecto no realista es la cabeza, que lleva en alto y no entre los brazos, pero mostrarla es importante en el arte griego, es una convenci¨®n¡±. El Tuffatore exhibe el sexo. ¡°S¨ª, eso era importante tambi¨¦n, porque la escena tiene un componente homoer¨®tico corriente en el contexto¡±. Es un miembro peque?o, si se permite la comparaci¨®n. ¡°Es la convenci¨®n, no es una infantilizaci¨®n, es que los griegos prefer¨ªan el sexo no muy grande; representarlo grande les parec¨ªa de mal gusto¡±.
La escena es muy bella. ¡°Hay una maravillosa armon¨ªa en la pintura, con esos ¨¢rboles que parecen tender sus ramas desnudas hacia el saltador. El mar est¨¢ representado de una manera delicad¨ªsima, muy hermosa¡±. La plataforma desde la que salta ¡°es un misterio¡±: ¡°No tengo una opini¨®n definitiva sobre qu¨¦ es esa estructura. Parece una especie de torre de piedra, pero no hemos encontrado nada similar en la arqueolog¨ªa. Quiz¨¢ fuera una construcci¨®n de madera, es posible que existieran torres as¨ª. Buscando un lugar para imaginar una escena similar lo encontr¨¦ en la isla de Tasos, en el Egeo, donde hay algunos de los mejores acantilados de Grecia. No hay torres para lanzarse, pero s¨ª puntos en los que est¨¢ acreditado que se lanzaban los j¨®venes, por inscripciones en la roca. Son grafitis de admiraci¨®n por esos muchachos bellos y muchos de ellos solo se pueden leer desde el mar¡±. Posidonia, rebautizada Paestum por los romanos, estaba en la orilla y de hecho tomaba su nombre griego del dios del mar. No se ha probado que hubiera acantilados desde los que se lanzaran los j¨®venes al agua, pero H?lscher considera l¨®gico pensar que existieran y que alg¨²n d¨ªa se localicen.
Sobre la identidad del nadador de Paestum, reflexiona Tonio H?lscher, ¡°hay especulaciones, pero es dif¨ªcil decir algo con seguridad. Deb¨ªa ser un miembro de la ¨¦lite de la ciudad, culturalmente griego. Podr¨ªa ser alguien muerto en la juventud. Los griegos hac¨ªan las tumbas y monumentos funerarios m¨¢s bellos para los que mor¨ªan j¨®venes, era algo que los conmov¨ªa mucho¡±. ?Es la tumba el encargo de un amante? ¡°No, siempre era la familia; posiblemente la hicieron construir en recuerdo de esa juventud que se expresa con tanta vitalidad en el salto eterno del Tuffatore¡±.