Sacr¨¦-Coeur, de s¨ªmbolo de la represi¨®n de la Comuna de Par¨ªs a monumento hist¨®rico
Francia concede la mayor protecci¨®n patrimonial a la bas¨ªlica y sus alrededores de un lugar asociado a la revoluci¨®n de 1871
Es, junto a la torre Eiffel y la catedral de Notre-Dame, el monumento m¨¢s conocido de Par¨ªs. El Sacr¨¦-Coeur ¡ªla bas¨ªlica del Sagrado Coraz¨®n de Montmartre¡ª se ve desde buena parte de la ciudad. Es, como la torre Eiffel, una referencia para orientarse y un icono tur¨ªstico. Y algo m¨¢s: un edificio que carga con una historia de luchas obreras y represi¨®n, la de la Comuna de Par¨ªs en 1871; una historia de enfrentamientos entre dos Francias ¡ªla laica y la ultramontana¡ª que se ha apaciguado, pero que todav¨ªa suscita discusiones intensas.
La decisi¨®n por amplia mayor¨ªa en el Consejo de Par¨ªs ¡ªel Parlamento de la ciudad¡ª de clasificar el Sacr¨¦-Coeur como ¡°monumento hist¨®rico¡±, el 11 de octubre, cierra un cap¨ªtulo en la historia. Ya pocos lo consideran ofensivo y nadie propone derrocarlo. Durante tiempo no fue as¨ª. Montmartre fue un lugar simb¨®lico de la insurrecci¨®n de 1871. Ah¨ª se encontraban buena parte de los 277 ca?ones que las fuerzas gubernamentales intentaron recuperar el 18 de marzo, lo que desencaden¨® una ola de violencia y el establecimiento de un contrapoder en Par¨ªs, como cuenta el historiador Michel Winock en La fi¨¨vre hexagonale (La fiebre hexagonal).
Cuando, dos meses despu¨¦s, la Comuna fue sofocada a sangre y fuego, el proyecto de la nueva iglesia, finalmente consagrada en 1919, se convirti¨® el s¨ªmbolo de la venganza de la Francia reaccionaria y cat¨®lica contra la Francia obrera y revolucionaria. Es verdad que la idea del templo surgi¨® antes de la Comuna, y su construcci¨®n comenz¨® despu¨¦s de la Comuna. Pero la intenci¨®n, como consta en una inscripci¨®n con un texto de 1872 en el muro interior de la bas¨ªlica, era di¨¢fana: hacer ¡°enmienda honorable¡± de los pecados de la ciudad y la naci¨®n, teniendo en cuenta ¡°las desgracias que desolan Francia y las desgracias mayores que quiz¨¢ la amenazan¡±.
El Sacr¨¦-Coeur representaba, para sus impulsores, ¡°un edificio de redenci¨®n y de expiaci¨®n m¨¢s que de reconciliaci¨®n¡±, escribe el historiador Pierre Nora en el diario Lib¨¦ration. Para los comuneros encarcelados o exiliados y para los familiares de los ejecutados, era un recordatorio, dif¨ªcil de esquivar para un paseante en muchos barrios de la capital, de qui¨¦n hab¨ªa ganado y qui¨¦n perdido, y de que Par¨ªs¡ªla roja, la revoltosa¡ª era una ciudad cristiana. Con el tiempo pas¨® a ser otras cosas para parisinos y turistas. Con sus torres bizantinas y su color blanco cremoso, el edificio dise?ado por el arquitecto Paul Abadie encarnaba simplemente un monumento al mal gusto. Nora explica que el contrapunto republicano y progresista ¡ªno revolucionario, pero s¨ª opuesto a las fuerzas de la reacci¨®n¡ª ser¨ªa la torre Eiffel, terminada en 1889.
M¨¢s adelante, el Sagrado Coraz¨®n de Montmartre se fusionar¨ªa con la identidad de la ciudad. Desde las pel¨ªculas a las postales, est¨¢ inscrita en la identidad de Par¨ªs. Que una abrumadora mayor¨ªa del Consejo de Par¨ªs, dominado por la izquierda, votase a favor de conceder al Sacr¨¦-Coeur y sus alrededores la clasificaci¨®n de monumento hist¨®rico, encaja con esta l¨®gica. Hasta ahora, estaba ¡°inscrito¡± como monumento, pero no ¡°clasificado¡±, una categor¨ªa superior. ¡°La voluntad de la alcaldesa de Par¨ªs [Anne Hidalgo] y de m¨ª misma, como adjunta a la alcaldesa, ha sido defender la protecci¨®n patrimonial de esta bas¨ªlica, pero siendo muy conscientes del v¨ªnculo intr¨ªnseco, fuerte con la historia de la Comuna de Par¨ªs¡±, explica Karen Ta?eb, responsable en el Ayuntamiento del patrimonio, la historia y la relaci¨®n con los cultos. ¡°Existe una historia memorial al lado de la historia arquitect¨®nica del edificio: nuestra voluntad era que ambas historias perdurasen en di¨¢logo y no borrando una u otra¡±.
La idea es clasificar como ¡°monumento hist¨®rico¡± tanto la bas¨ªlica como los jardines a sus pies, que llevan el nombre de Square Louise Michel, la llamada Virgen Roja, una de las figuras de la Comuna. Par¨ªs retras¨® un a?o el reconocimiento del Sacr¨¦-Coeur para no coincidir con el 150 aniversario de la Comuna en 2021. ¡°No se borra la historia, ni la memoria¡±, resume Ta?eb, ¡°sino que se reconoce, pura y simplemente, un car¨¢cter muy patrimonial del edificio¡±. La oposici¨®n, en Par¨ªs, ha venido de la izquierda. ¡°No deja de ser un monumento edificado como una revancha contra la Comuna por los mon¨¢rquicos y los cat¨®licos¡±, argumenta la comunista Rapha?lle Primet, presidenta de la comisi¨®n de Cultura y Patrimonio en el Consejo de Par¨ªs. ¡°Simb¨®licamente, para nosotros no es posible estar a favor de esta clasificaci¨®n. Es una afrenta a los comuneros¡±.
Si algo pervive de aquella revoluci¨®n o guerra civil, es una m¨ªstica de la revuelta urbana, que procede de la Revoluci¨®n de 1789 y que se ha repetido desde Mayo del 68 a los chalecos amarillos. Como escribe Winock, al hacer balance de la Comuna: ¡°El s¨ªndrome de la barricada permanecer¨¢ en el coraz¨®n de la vida pol¨ªtica francesa, mucho tiempo despu¨¦s de que las barricadas hayan dejado de tener cualquier utilidad estrat¨¦gica¡±. La asociaci¨®n Amigas y Amigos de la Comuna de Par¨ªs, fundada en 1882 tras la amnist¨ªa y el regreso del exilio de los comuneros, mantiene viva la llama en un peque?o local en el barrio de la Butte-aux-Cailles, en el sur de Par¨ªs. La decisi¨®n del Consejo de Par¨ªs, para ellos, supone una nueva derrota, simb¨®lica esta vez. ¡°Es olvidar otra vez estas personas que lucharon por una vida mejor, estas personas que quer¨ªan una rep¨²blica social¡±, dice Fran?oise Bazire, la secretaria general de la asociaci¨®n. ¡°La represi¨®n fue sanguinaria, terrible. Es hacerlos morir de nuevo. Moralmente, claro¡±.
¡°Lo encuentro horrible¡±
Cuando Bazire ve el Sacr¨¦-Coeur, los sentimientos que le provoca son m¨¢s est¨¦ticos que ideol¨®gicos: ¡°Lo encuentro horrible, m¨¢s all¨¢ de la historia de la Comuna. Si por lo menos fuese bonito...¡±. Cuando se le plantea que la decisi¨®n, a fin de cuentas, la ha adoptado un Ayuntamiento de izquierdas, sonr¨ªe: ¡°Un Ayuntamiento de izquierdas... ?Qu¨¦ es la izquierda?¡±. Sobre la posibilidad de deconstruirlo, dentro del movimiento para derrocar estatuas de personajes hist¨®ricos que hoy se juzgan negativamente, zanja: ¡°A este nivel, nosotros no haremos nada¡±. La diferencia es que el Sacr¨¦-Coeur no se juzga negativamente. Como m¨¢ximo, ha sorprendido que todav¨ªa no tuviese esta consideraci¨®n. La clasificaci¨®n como ¡°monumento hist¨®rico¡± apenas ha creado pol¨¦mica.
El historiador Nora explica en Lib¨¦ration este consenso por tres motivos. El primero es que, ante todo, se trata de un lugar tur¨ªstico m¨¢s que pol¨ªtico y religioso. El segundo, que incluso arquitect¨®nicamente el monumento ha salido de su purgatorio y los historiadores del arte aprenden a apreciarlo. El tercer motivo para aceptar la monumentalizaci¨®n del Sacr¨¦ Coeur es lo que Nora llama ¡°la disminuci¨®n progresiva del conflicto de las dos Francias, la cat¨®lica y la laica¡±. Esta fractura no ha desaparecido del todo, pero hoy las divisiones m¨¢s agudas son otras: entre la Francia de las ciudades y la del campo, o entre la Francia pr¨®spera y la de las banlieues multiculturales. La laicidad ya no choca tanto contra el Vaticano, como a finales del siglo XIX y principios del XX, como con el islamismo.
El Sacr¨¦-Coeur en Montmartre es una memoria fr¨ªa que no agita los corazones: una memoria que, al contrario de las de la ocupaci¨®n nazi durante la Segunda Guerra Mundial o la guerra de Argelia, ha dejado de doler.
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