Ahmad Jamal, pianista de jazz: ¡°Pones la televisi¨®n y no sale Billie Holiday; el mundo no marcha bien¡±
El legendario m¨²sico, que regresa a sus 92 a?os con dos directos in¨¦ditos de los sesenta, repasa en esta entrevista ocho d¨¦cadas de carrera. ¡°Tuve un l¨ªo con Jay-Z y recurr¨ª a los abogados¡±, desvela
Ahmad Jamal tiene 92 a?os y la historia del piano de jazz en la punta de sus dedos. Es el pen¨²ltimo superviviente de la edad dorada. Toda una leyenda.
Su pasado le acaba de mandar una carta an¨®nima en la forma de dos discos dobles de grabaciones en directo in¨¦ditas, registradas en el club Penthouse, de Seattle, entre 1963 y 1966, pero ¨¦l no es de los que se regodean echando la vista atr¨¢s. ¡°Hace 59 a?os de aquello. No me entusiasmaba la idea, pero me convencieron para publicar estas cintas. No es que no me guste mi vieja m¨²sica. Es que no creo que exista. La m¨²sica o es buena o es mala¡±, dice Jamal en una entrevista telef¨®nica con EL PA?S.
Acept¨® hacerla a principios de noviembre desde su casa de los Berkshires (Massachussets) con algunas condiciones: entre otras, el periodista no pod¨ªa citar el nombre de dos cr¨ªticos de jazz muertos, ni tomar informaci¨®n de cierta enciclopedia colaborativa de internet. Tampoco emplear su nombre original. Esa concesi¨®n solo podr¨ªa defraudar a los amantes del registro civil; el pianista siempre fue Ahmad Jamal. Se lo cambi¨® tan pronto como en 1950.
Por entonces, llevaba dos a?os viviendo en Chicago, su ¡°segunda casa¡±, adonde se mud¨® desde su Pittsburgh natal. ¡°Trabajaba por 80 centavos la hora instalando cocinas, y tocaba en mis ratos libres. Fue [el contrabajista] Israel Crosby quien me contrat¨® por primera vez¡±, recuerda. Crosby (fallecido en 1962) se convertir¨ªa en uno de los miembros estables de un legendario tr¨ªo (completado por Vernell Fournier a la bater¨ªa) que se estren¨® discogr¨¢ficamente con uno de los ¨¢lbumes m¨¢s famosos de la historia del jazz: At The Pershing. But Not For Me (1958) fue un fenomenal ¨¦xito de ventas gracias a una inolvidable versi¨®n de Poinciana que abr¨ªa la segunda cara.
El tema trascendi¨® el g¨¦nero y se code¨® en las listas de ¨¦xitos con Johnny B. Goode, de Chuck Berry, o La Bamba, en la versi¨®n de Ritchie Valens. ¡°Ese disco atrajo todos los focos¡ hasta hoy¡±, dice con orgullo Jamal. ¡°Muchos han intentado imitar ese sonido, pero no han tenido ¨¦xito¡±. La receta se distingue por su toque minimalista y espacioso y por una imaginaci¨®n desbordante para los arreglos capaz de dotar de infinitas vidas a las canciones. Tambi¨¦n por la compenetraci¨®n entre los m¨²sicos. Mucho tiempo despu¨¦s, Miles Davis puso palabras en sus memorias a la influencia del m¨²sico. ¡°[A mediados de los cincuenta] admiraba su lirismo al piano, su estilo de tocar, el espaciado que usaba en la expresi¨®n conjunta de sus grupos. Siempre he pensado que no ten¨ªa el reconocimiento que se merec¨ªa¡±, se puede leer en la edici¨®n m¨¢s reciente en castellano del libro (en Alba).
En los libretos que acompa?an las nuevas grabaciones contin¨²an los elogios: del recientemente fallecido Ramsey Lewis, otra leyenda de Chicago, a la pen¨²ltima estrella del jazz-pop, Jon Batiste, ganador de un Oscar y un Globo de Oro por la banda sonora de una pel¨ªcula de Disney, Soul, as¨ª como de cinco grammys, entre ellos, el de mejor ¨¢lbum de 2021. Este se?ala tres lecciones que aprendi¨® del maestro: ¡°1. A confiar en el espacio que hay entre la m¨²sica. 2. A componer y crear con espontaneidad. 3. A incorporar el humor¡±.
Tras el rescate de los in¨¦ditos est¨¢ un productor estadounidense llamado Zev Feldman. Trabaja desde hace a?os con los herederos del due?o del club, Charlie Puzzo. ¡°Aquel era uno de mis sitios favoritos en la ¨¦poca para tocar¡±, recuerda Jamal. ¡°Se respiraba un respeto por la m¨²sica extraordinario. Si hac¨ªas ruido te echaban del garito¡±.
Tal vez fuera por la costumbre de Puzzo de grabar a los artistas que hac¨ªan una residencia en el Penthouse para una emisi¨®n radiof¨®nica semanal los jueves por la noche. ¡°Hay una enorme cantidad de cintas, unas 100 horas en total, de artistas de lo m¨¢s variado¡±, explica Feldman en una conversaci¨®n telef¨®nica desde su casa en Maryland, ¡°la familia me hizo cocustodio de ese material¡±. De ese ba¨²l ya han salido registros in¨¦ditos de artistas como The Three Sounds, Cannonball Adderley o Wynton Kelly.
Feldman se puso en contacto con el pianista sin mucha esperanza. ¡°Tiene fama de decir que no a estas cosas¡±, recuerda el productor, a quien el lanzamiento le ha servido para estrenar su propio sello tras m¨¢s de una d¨¦cada trabajando para sacar a la luz tesoros perdidos en el tiempo para otras discogr¨¢ficas, grandes o peque?as. Lo ha bautizado igual que lo llaman a ¨¦l en el mundillo: Jazz Detective (tambi¨¦n suelen decirle ¡°Indiana Jones del jazz¡±). En esta aventura lo acompa?an los productores espa?oles Jordi Soley y Carlos Agust¨ªn Calembert, con los que ya hab¨ªa colaborado en el pasado. Para el futuro inmediato, Feldman promete un tercer volumen de grabaciones de Jamal en el Penthouse (entre 1966 y 1968) y nuevos descubrimientos de grandes nombres del jazz.
Los discos de Seattle vienen a sumarse a las decenas de ¨¢lbumes que Jamal ha grabado en directo en su carrera. O, como prefiere decir ¨¦l, ¡°tocado en remoto¡±. En la entrevista recordar¨¢ que tampoco le gusta que llamen jazz, etiqueta a la que atribuye ecos racistas, a lo que hace, si no ¡°m¨²sica cl¨¢sica estadounidense¡±. ¡°Los ¨²nicos productos culturales genuinos de este pa¨ªs son el arte de los nativos americanos y la m¨²sica cl¨¢sica estadounidense. En realidad, yo no distingo a Bach o Beethoven de Duke Ellington¡±, dice. ¡°Sin Louis Armstrong, Billy Strayhorn, Sidney Bechet o Don Byas no habr¨ªan existido los Beatles, ni todo lo que vino despu¨¦s. Hoy ya no existe la m¨²sica. Pones la televisi¨®n y no suena Billie Holiday, es por eso que el mundo no marcha bien¡±.
A la pregunta de si aquel disco, But Not For Me, le hizo rico adem¨¢s de famoso, Jamal responde: ¡°Rico no te hace lo que tienes en el bolsillo, amigo m¨ªo, sino lo que guardas en tu cabeza. La paz mental. Por eso muchos millonarios son tan pobres¡±. Para fijar su argumento, el pianista recuerda que en 2018 actu¨® en Ucrania. ¡°Fue uno de los conciertos m¨¢s grandes de mi vida. Entonces todo era normal, y ahora reina el caos y hay seis millones de refugiados. No hay tranquilidad para esa gente, y estoy seguro de que dar¨ªan todo el dinero del mundo por recuperarla¡±.
Durante la conversaci¨®n, el pianista mostr¨® a menudo m¨¢s inter¨¦s en hablar no tanto de m¨²sica, como sobre la actualidad (del cambio clim¨¢tico a las protestas en Ir¨¢n o la tragedia del desfile de Halloween en Se¨²l). O de las extra?ezas de la vida contempor¨¢nea. Por ejemplo: las estafas inform¨¢ticas, como la que, cont¨®, acaba de sufrir, o ¡°las miles de contrase?as que tenemos que poner para hacer cualquier cosa¡±.
Ahora est¨¢ retirado. Tiene ¡°dos Steinways en casa¡±, pero rara vez los toca. La pandemia lo sac¨® de la carretera, aunque, como recuerda, estuvo al volante hasta el final: su ¨²ltimo disco data de 2019, y como casi todos los de las ¨²ltimas d¨¦cadas lo grab¨® para un sello franc¨¦s, pa¨ªs en el que lo adoran como a una especie de Jerry Lewis del jazz. (All¨ª acaban de rescatar otra grabaci¨®n en directo para la radio parisiense, de 1971).
¡°Pocos d¨ªas antes del confinamiento toqu¨¦ en Washington, ya entonces todo ten¨ªa mala pinta¡±, recuerda Jamal. Fue el final de una carrera que empez¨® profesionalmente ¡°a los 10 a?os¡±. Por ponerlo en perspectiva, el muchacho se estren¨® al piano m¨¢s o menos cuando las tropas brit¨¢nicas salieron de Dunkerque por los pelos. Toc¨® ¡°con un grupo de m¨²sicos de cincuenta y tantos a?os¡±, que ¡°no se pod¨ªan creer¡± que ya se supiera al dedillo ¡°el repertorio¡±. ¡°El repertorio es lo m¨¢s importante, sea cual sea el estilo musical que toques¡±, sigue pensando, tanto tiempo despu¨¦s.
El nuevo rescate, que lleg¨® a las tiendas en una edici¨®n especial en el Black Friday, es la demostraci¨®n de que, desde aquel d¨ªa de hace 82 a?os, Jamal nunca se ha sentado al piano dos veces de la misma manera. Y, a diferencia de cierto material que alimenta la industria retroman¨ªaca en la que se ha convertido el jazz ¨²ltimamente, resulta relevante, tanto por la forma (la calidad de las grabaciones es ¨®ptima) como por el fondo: muestra al pianista al frente de distintos tr¨ªos, con algunos de sus colaboradores habituales de la ¨¦poca. Y viene a conectar est¨¦ticamente la ¨¦poca de su consagraci¨®n a primeros de los sesenta con la madurez de los setenta, cuando registr¨® el corpus que d¨¦cadas despu¨¦s lo convertir¨ªa en uno de los m¨²sicos m¨¢s sampleados del hip-hop. ?Hizo eso que se interesara por el rap? ¡°A m¨ª todo me parece bien, siempre que me paguen, y eso es muy dif¨ªcil. Tuve un l¨ªo con Jay-Z y recurr¨ª a los abogados¡±.
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